Llegué.
Con el pelo revuelto y el corazón dado un vuelco.
Llegué.
Sin saber la dirección ni el camino, lo hice.
Toqué.
Esperé.
Volví a tocar.
Seguí esperando.
Nada.
- ¡Ehhhh! ¡Hay alguien aquí! - Grité.
De nuevo, nada.
Entonces, parada delante de aquel portón de madera que parecía tener varios siglos, me senté y...
- ¡BIIP BIIIIP BIIP BIIIIP BIIP BIIIIP!
El sonido de mi querido despertador interrumpió aquel sueño.
Lo apagué, cesando cualquier sonido en mi habitación.
Me levanté, comprobando que hacía demasiado frío como para ir en pantalón corto y sin camiseta, que era como iba yo.
Me eché una manta por encima de los hombros y fui hacia la ventana, subí la persiana y pude ver que el cielo apenas empezaba a teñirse de un color anaranjado.
Eran las 8:26 am de un sábado.
Salí de mi habitación dirigiéndome al baño.
Entré, sin encender la luz.
Cuando iba a abrir el grifo, noté que mi brazo rozó una especie de hilo.
Encendí la luz desde un interruptor que se encontraba justo a mi lado.
Una araña lobo de unos 28 mm aproximadamente estaba frente a mi cara.
-¡AHHHHH!
Obviamente mi primera reacción fue gritar.
No soportaba las arañas, desde que era pequeña las he odiado, y esa aún encima era peluda y marrón.
Horrible. Muy horrible.
Salí de ahí cerrando la puerta dispuesta a mudarme a otro continente como mínimo.
Sin embargo en vez de irme a hacer las maletas, me dirigí hacia el cuarto de la lavadora donde se encontraba la insecticida.
Me paré delante de la puerta, dudando entre si abrirla o no, finalmente lo hice, encendí la luz desde uno de los interruptores que había cerca de la puerta, localicé la araña y presioné el aerosol.
Para ser sincera, casi me intoxico.
Sonará mal, pero es ridículo que tenga 19 años y esto sea lo más interesante que me haya pasado durante la última semana, bueno, durante el último mes a decir verdad.
Tengo que empezar a buscarme algún hobby o algo de ese estilo que aporte algo nuevo a mi vida.
Una vez que he limpiado a la araña me dispongo a lavarme la cara.
Mi reflejo en el espejo es horrible.
Mi cabello castaño en corte de media melena está en un moño desordenado y algo enmarañado; mis ojeras son enormes, parezco un mapache que se ha pasado con los porros; mis ojos castaños y oscuros, se me nota en ellos lo mal que he estado últimamente, ya que en la parte blanca de mis ojos se puede apreciar un color amarillento, este aparece cuando estoy muy estresada o triste por culpa de un síndrome que tengo;mis labios gruesos, últimamente están más pálidos de lo normal; mis mejillas sonrosadas en estos momentos ya que empiezo a notar calor.
Esta soy yo.
Un desastre por fuera eh.
Tampoco esperes que todo esté en orden en mi vida, porque no es así.
Aunque eso no es ningún secreto, a decir verdad.
En fin.
Tras lavarme la cara, los dientes y haberme peinado salgo del baño.
Y es entonces cuando lo noto.
Hoy es uno de esos días.
¿Sabes cuando el pasado te devuelve a un recuerdo en concreto? ¿A uno que te destrozó tanto que aún ves difícil curarte?
Pues hoy es uno de esos días.
Hoy es uno de esos días en el que ese recuerdo vuelve a atormentarme.
Uno de esos días en los que parece que nada haya cambiado, cuando en realidad todo lo ha hecho.
Decido ignorar la situación porque no me apetece estar mal hoy.
Me dirijo hacia mi habitación a paso lento y algo pensativa. Es difícil para mi ignorar mis sentimientos.
De hecho nunca fui de esas personas que evaden lo que sienten, pero bueno, las personas cambian supongo.
Cuando ya estoy de nuevo en mi cama me acuesto de lado, mirando a la pared me pierdo en mis pensamientos.
Es sábado por la mañana, no tengo nada que hacer. Así que decido leer un libro.
Meraki
Así era el título. Curiosa palabra ahora que lo pienso, ¿de que idioma vendrá?
Poner el alma, creatividad y amor en lo que haces, dejando un pedazo de ti siempre en tu trabajo.
Así que eso es lo que significa.
Las palabras de aquel libro me inundaron de sentimientos, en especial uno de los escritos.
El hilo rojo es una mierda.
Confundí a alguien a quien simplemente le rozó mi hilo rojo con quien tenía el otro extremo atado.
Y no sabes como dolió.Una vez, cuando era pequeña leí una frase que decía, "quizá me haya equivocado de amor de mi vida, o tal vez de vida".
Yo lo conocí, conocí con quien quería compartir cada logro y cada bache, alguien a quien quería querer bien, alguien a quien quería elegir cada día de mi vida...
Me di cuenta de eso cuando supe que, o me pasaría toda la vida con él, o me pasaría toda la vida pensando en él.
Y no me equivocaba.
Y sabes, para mí fue más fácil decir que me había equivocado de amor de mi vida que de vida, porque así al menos, tenía la esperanza de volver a sentirme de aquella forma, ni siquiera sé explicarlo, creo que es de esas sensaciones que o las vives, o realmente no sabes de que va.
Pero sí, definitivamente nos equivocamos de vida...
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Tan solo quédate
Non-Fiction"Quédate, porque irse se va cualquiera, pero quedarse muy pocos".