La Cascada De Tu Ser

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Faltaban 5 minutos para vivir una aventura que jamás creí tener.

Mi nombre es Paula Cox, mis amigos me dicen Pao. Voy en segundo grado de preparatoria, apunto de pasar a tercer grado.

Mis padres son personas importantes. Mi madre Olivia es secretaria del magistrado y mi padre Guillermo tiene una empresa de bienes raíces. Nunca me ha faltado nada y se los agradezco. Mi vida ha sido estricta y por lo mismo mis padres me enviarían a casa de mi abuela en Querétaro. Debido a mis buenas calificaciones y conducta. Seria libre por unos días sin tener que estar estudiando y teniendo clases privadas de escritura y política. Mis padres son muy conservadores y quieren que llegue a ser tan exitosa como ellos. Aunque a mí me gusta la pintura.

Llego el día en que me llevarían al aeropuerto. Mi madre estaba llorando porque siempre me paso las vacaciones con ella y ahora no sería así. Mi padre, hablando por teléfono ni siquiera noto que ya me iba. La relación con él ha sido distante y él se justifica que me da todo lo que quiero aunque me gustaría decirle que lo que quiero es a él.

Me despedí de el a regaña dientes y tome el vuelo a Querétaro.

Me recibió el chofer y llegue a casa de mi abuela, que hacía años que no la veía. Su jardín era grandísimo. Recuerdo de niña haber corrido por estos florales, y ver a mi abuelita traerme galletas recién horneadas.

Esos tiempos eran felices y no lo sabía.

Al final del patio vi a mi abuela salir de la casa y estarme sonriendo, corrí a ella y la abrace con mucho amor...

-Mi amor, como has crecido, ya eres toda una señorita

-Abuelita, te extrañe mucho, desde niña no te veía

-Tus padres son unas personas muy trabajadoras y no hay tiempo para ancianas como yo

-No digas eso abuelita, tú te ves muy bien

-Pasa, te prepare tu platillo favorito, espero que no haya cambiado nada

-No, sabes que el espagueti que haces me encanta

Pasamos y vi ese lugar como si se hubiera detenido en el tiempo. Todo seguía igual, los retratos de mi abuelo cuando estuvo en la marina colgados en la pared, estaban en el mismo lugar. Esa silla mecedora en la que me encantaba que mi abuelo me contara historias de sus aventuras cuando fue a la guerra.

Algunas esculturas estaban llenas de polvo. A mi abuela la veía cansada, y nunca ha sido de las personas que le gusta que le hagan las cosas. Entre a mi habitación y esos muebles viejos seguían ahí. La cama donde tantas noches pase temerosa porque escuchaba ruidos en el pasillo y al poco rato entraba mi abuelo a quedarse conmigo hasta que me quedara dormida. Esos días no los cambiaría por nada. Mi ropero olía a madera todavía.

Me senté a la orilla de la cama y mi abuela me sonrió...

-Me alegra tenerte aquí hija, espero que le vuelvas a dar vida a esta casa

-Abuela, estas serán las mejores vacaciones que tendré, te lo prometo.

Bajamos al comedor a comer...

-Yo especialmente hice la comida, aunque Rosita es buena cocinera, tenía que ser yo la que te preparara esto

-Muchas gracias abuela, te extrañe mucho

-Desde que murió tu abuelo, la casa se ha sentido vacía, a pesar que estoy con gente, el jardinero, Rosita y el chofer, pero tú eres una luz y espero que nunca cambies como lo hizo tu madre

-Sé que mis padres son muy estrictos con su trabajo, pero yo nunca lo seré

Y le tome la mano para que se sintiera confortada.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2021 ⏰

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