Mi madre siempre me decía que debía tratar a los demás como me gustaría que me tratasen. Que, aunque no me gustaran sus actitudes o su manera de pensar, tendría que aguantarme y ser tolerante. Si no, me quedaría sola.
Lo que ella no sabía era es que esas actitudes eran las mismas que hacían que mi autoestima quedara tirada por los pisos. Que cuando fuera creciendo, dejé de confiar en cualquier persona que pasara por mi vida. No era capaz de creer que alguien realmente quisiera quedarse en mi vida por voluntad propia, que me eligieran por quien soy. Y si es cierto que no podía dejar de pensar que quizás yo aguantaba a aquellas personas aun sintiéndome mal y ellas pensarían lo mismo de mi.
No aguante más y me fui, simplemente no podía seguir fingiendo. No podía ser feliz pensando que sería una buena persona para todas aquellas, cuando yo misma les mentía
Tras recoger las ultimas cosas que me quedaban en casa y mire la habitación por ultima vez. Tantos recuerdos bonitos jodidos por su culpa, no aguantaba mas estar allí así que salí hasta llegar al porche, donde me esperaba un taxi para llevarme al aeropuerto y con lágrimas en los ojos me quede una pensando una vez más si lo que iba a hacer estaría bien.
Entré y me quedé observando la casa por fuera, deseando que mis padres a la mañana siguiente no estuvieran tan enfadados conmigo, por lo que les llamaría para explicarles la situación en cuanto llegara a mi destino.
Al subir al taxi, le dije al conductor mi destino y puso la radio en señal de evitar una conversación tribal con una chica de 19 años, con los ojos hinchados y la mascara de pestaña que la hacia lucir como un panda. El chofer tendría entre los 45 años, un poco subido de peso, pero una cara de nunca haber roto un plato, aunque sus acciones demostraron lo contrario.
Saqué el teléfono de mi bolso y le mandé un mensaje a Dafne, mi mejor amiga.
Ya me voy. 00:34
00:49 ¿Estás bien?
Lo estaré, te llamo en cuanto llegue. 00:52
01:05 Te quiero y estaré aquí siempre, recuérdalo.
Fue una conversación pequeña, pero la noche antes habíamos hablado y había quedado todo mas que dicho. Lloramos, recordamos y por último nos despedimos con un hasta luego, porque estaba claro. Iba a volver.
Ella y yo nos conocimos en el instituto cuando yo acababa de llegar nueva a el grado 10 y estaba tan perdida que acabé en medio de las canchas de fútbol buscando mi clase de Biología. Dafne terminaba su entrenamiento con las chicas animadoras y al verme con la cara de no saber por donde me da el viento y los libros en la mano me ayudo a encontrar esa clase, a la que casualmente íbamos juntas.
Dafne es una chica dulce, simpática, llena de amor y a pesar de estar en el equipo de las animadoras, no cumplía con los estándares que las representaban. Además era muy guapa, cabello liso hasta los hombros de un tono marrón, los ojos cafés y una complexión estándar. Al igual que yo, salvo que mi cabello tenia un color cobrizo y era ondulado, que había veces que no era controlable.
Cuando me di cuenta, habíamos llegado al aeropuerto y mis nervios aumentaron considerablemente, realmente lo estaba haciendo. Me iba a Florida. No tenia ningún plan establecido, simplemente entre en mi ordenador, busqué vuelos baratos y el primero que apareció fue uno a las 2 de la mañana siguiente. No tengo donde hospedarme, tampoco tengo un trabajo allá, ni tenia mucha idea de la ciudad a la que iba, así que la improvisación iba a ser mi acompañante. No conocía a nadie, por lo que ellos tampoco me conocerían a mi y podría empezar de nuevo, sin los estúpidos comentarios de la gente, sin juzgarme por mis actos del pasado. Todo nuevo.
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Todo estará bien
RomanceOlivia se ha cansado de fingir que su vida le agrada Leo no se encuentra con ganas de aguantar las críticas de su padre Será la causalidad de volar en el mismo avión o cosa del destino