Aquel día no pude creer estar en el funeral de mis padres, Sophie intentando consolarme, y aquellas palabras que decia mi hermano provocaba que me deprimiera con el paso del tiempo.
La mañana siguiente era mi primer día de clase, y último año. Cuando miré mi telfono, tenía un mensaje de Sophie.
Sophie: Espero que estés bien por lo de ayer, lo siento por recordartelo, te recogeré hoy en tu casa.
Yo: Tranquila, me siento un poco mejor, recogeme a la misma hora de siempre, tu ya sabes.
Después de haber le respondí do a Sophie, fuí a ver que estaba haciendo mi hermano Max. Entre a su habitación, y estaba durmiendo, supongo que ayer tuvo un día bastante agotador.
Salí de su cuarto y he ido a preparar mi desayuno. Después de comer, fuí a arreglarme. Al poco tiempo ha tocado alguien mi ventana, miré por ahí, y era Sophie. Rápidamente abrí mi ventana y salí para irnos.
-¡Hola Sophie!- saludé, siendo amable.
-Hola Alice- me sonríe de lado.
No seguí hablando, no tenía ganas de seguir una conversación ahora.
Cuando ibamos caminando hacía el instituto, Sophie interrumpe mis pensamientos.
-¿Estás bien?, te noto deprimida, y tampoco has dicho una sola palabra en todo el camino, es extraño de ti.- dijo extrañada.
-No, no pasa nada amiga, solo estoy pensativa.- le dije mirando hacía arriba.
-Vale, ten cuidado, te puedes chocar con alguien o con algo.- dijo buscando mi mirada.
Segui mirando hacía el cielo, cuando de pronto, me choco con alguien y caigo en sus brazos, obviamente no lo conocía, pero al parecer Sophie sí.
-Lo siento, estaba distraida.- Dije en los brazos del chico.
El sonrió. -No, tranquila, yo también estaba algo despistado.-