☆ 𝗽𝗿𝗶𝗻𝗰𝗲 & 𝗯𝗮𝗸𝗲𝗿 𝗮𝘂 - 𝘉𝘰𝘬𝘶𝘢𝘬𝘢 | 𝘈𝘬𝘢𝘣𝘰𝘬𝘶

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Eran las 5 de la mañana. Las estrellas brillaban sobre el dormido pueblo, sobre una laguna, una plaza y una panadería. El silencio era agobiante, pero como gota de agua cayendo en lago, el ruido de la galopa de un caballo irrumpió en el cuadro de ausencia sonora.

La cabalgata partió del castillo del reino de Fukurōdani, cuidadosa para una vez más evitar las responsabilidades reales de quien cabalgaba el blanco corcel; el príncipe.

Cabalgando por entre el finito laberinto de casas pertenecientes a los habitantes, los cuales aún dormidos no se percataron del sonido, dejó a su mente correr libre por su extensa imaginación. Escenas de él junto a alguien lo invadieron. ¿Existe la posibilidad de que ese alguien sea real? ¿Algún día lo encontraré? El albinegro exhaló lentamente, su aliento formando nubes de vapor.

Acaramelados sus pensamientos de quien su mente ocupa sin renta pagar; de quien invade sus días malos y los invierte con una sonrisa. Nunca le vio el rostro: solo puede admirar un blanco borroso, quizás gastado, cuando en su dirección los ojos gira. Su risa no conoce, a pesar de sentir familiares las vibraciones alegres que le recorren la espalda cuando en su mente resurge. Las sensaciones eran abrumantes, como el silencio que interrumpió al escapar.

Abrumantes como el aroma a pan recién horneado.

De la nada misma y en menos de una abeja batir sus alas, el olor a pan recién salido del horno minimiza todo pensamiento ajeno a la comida. Tenía hambre, bastante. No comió nada antes de salir, principalmente para evitar hacer ruido y no arruinar su secreta escapada, pero en parte también por su olvidadiza naturaleza. Como si estuviese bajo un hechizo, silenciosamente, cabalgó siguiendo mapas elaborados por su nariz, lo cual, obviamente, le tomó unos buenos 15 minutos.

Al llegar a la fuente del olor, la luz que esta emitía lo obligó a entrecerrar los ojos. Contrastando con del resto de las casas y construcciones del pueblo, la panadería emitía luz. El príncipe la analizó:

Tamaño mediano, de color marrón y con 2 ventanas de las cuales colgaban cortinas color crema a cada lado de una puerta. La puerta tenía un diseño humilde y un cartel en la cual se leía "Bakery" colgado sobre ella: tan familiar como todo en el pueblo, pensó.

Se bajó del corcel, lo ató a un palo y se encaminó hacía la puerta. Dejando de lado su timidez tocó a la puerta y esperó a que le abran con una sonrisa radiante de oreja a oreja, no molestándose en disimularla. Al pasar los segundos, oyó pasos provenientes del interior; un click; una puerta abriéndose. Nuevamente, el olor inundó sus sentidos, y su estómago se quejó sonoramente.

¿En qué puedo ayudarle? –cuestionó un chico de no más de 18, quien parecía ser el panadero puesto al delantal que vestía, ajeno al hecho de que el príncipe estaba frente a él.

Tengo un poco de hambre, –ríe nervioso, señalando su panza– ¿está abierta la panadería?

El panadero asintió suave, dejando pasar a Bokuto, quien entró gustoso y comenzó a mirar que podría comer.

¿Quieres algo caliente para beber? Parece que te estás congelando. –pregunto el chico, murmurando la última parte, desabrochándose el delantal mientras caminaba en dirección a lo que el ojimiel asumió ser la cocina.

Un té por favor. –Pidió alegre, regalando otra de sus mejores sonrisas.

Enseguida, puedes sentarte en una de las mesas mientras lo preparo si gustas.

El príncipe asintió, acatando las órdenes del chico, y entre brinquitos y risas suaves, se sentó donde le fue indicado. Moviendo infantilmente sus pies y jugando con los botones de la capa grisácea que lo cubría, se entretuvo hasta la llegada del panadero.



Luego de varios minutos, todos igualmente de largos, el panadero volvió de la cocina llevando una taza de té, la cual humeaba aroma a hierbas, en una mano y un plato con varias rodajas de pan en la otra, los cuales dejó en la mesa.

El pelinegro se sentó frente al chico, a quien suponía ser un extranjero, y lo miró; su curiosidad aun flameando por los motivos de su temprana visita.

¿Cómo te llamas? No te he visto por aquí, ¿eres extranjero? – Cuestionó desasosegadamente, avergonzándose enseguida, disculpándose por su descortesía.

Ah, –Kōtarō suspiró aliviado– Lo mismo quería preguntarte, pero no quería ser soez. –rio.

Bokuto Kōtarō, –Respondió– ¿y tú?

ah

es el príncipe, es el príncipe.

ah

no nO nO NO ESPERA-ESELPRINCIPEQUEHACEAQUÍENUNAPANADERÍA AFDAFDSGAAAAAAAAGSGAAAAAAHGFAAAAAAAAKJFHDKJHFKDHFKHSDAOLLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALDGDSJGDSKMVIRUGVJSL

¿¡Eres el príncipe!? –susurró-gritó, en respuesta a la revelación, realizando varias reverencias a continuación.

¡No, no, bueno sí pero no! –gritó nerviosamente el albinegro, tratando de sonar lo menos "principesco" posible, intentando que el panadero levante la cabeza.

Luego de unos momentos de las insistencias y afirmaciones del príncipe el panadero habló:

Akaashi, me llamo Akaashi Keiji. –dijo, levantando la cabeza, aun rojo como tomate por la escena que armó.



Al pasar las horas, la panadería seguía siendo un lugar habitualmente silencioso, recubierta en una densa manta de serenidad, aislada de la fría calle. La luz del interior cálida como siempre, pero esta vez acompañada por risas y voces.

Desde que Bokuto entró a la panadería, siente sus palpitaciones correr, su cara calentarse y su estómago dando vueltas.

¿Será él quien en mis sueños vive? –piensa el de ojos verdeazulados.

El albinegro, de costumbre, contaba anécdotas graciosas de su vida. Y el pelinegro, olvidándose de su vergüenza, comenzó a reírse suave, sus mejillas decoradas por un leve rubor rosado.

En ese instante, como si algún reloj dejó de correr, todo se frenó. Bokuto sintió la vibración de risa corriendo por su espalda, más intensa que nunca.

Miró al panadero, y en lugar de un blanco borroso distinguió un rostro. Uno bastante bonito a decir verdad. Su cabello tan negro como la noche, ojos cerrados y risa melodiosa, contagiosa y

¿Es él? ¿Es realmente él? ¿Lo encontré?

Lágrimas empezaron a abrirse paso por los ojos de Kōtarō, preocupando al contrario, quien dejó de reír y se acercó nervioso preguntando si se sentía bien.

El de ojos miel le tomó de la mano, temiendo que si de soltarlo se esfumaría. Como si las estrellas entendieran todo misterio para el humano, permitieron la pausa en el tiempo.

"Dos estrellas se encontraron en un cielo oscuro, amplio y vacío;

Las risas casi silenciosas de Keiji volvieron, sola para ser interrumpidas repetidas veces por lágrimas alegres.

y quizás por un rato el tiempo vuelva a detenerse para el par de amantes."

¿Eres tú?

Soy yo

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Publicado: 25/8/21  [ 20:00 hs UY ]

( FLUFF B00K )Where stories live. Discover now