Otoño

329 61 23
                                    

1993

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

1993

—No puedo creer que demolerán el almacén —murmuró Mingyu mientras su mejilla descansaba sobre la palma de su mano.

Minghao le aventó el trapo que sostenía al moreno antes de mirarlo mal. Ambos trabajaban juntos a medio tiempo en el único video club del lugar antes de que tuvieran que regresar a la tortuosa escuela.

—Estaba abandonado, Gyu —obvió —. Y dicen que construirán una veterinaria pronto.

—Pero es un lugar especial —puchereó mientras usaba el trozo de tela para limpiar el mostrador —. ¿Recuerdas que ahí nos conocimos?

El extranjero desvió la mirada hacia las suelas de sus zapatos. Claro que lo recordaba, había sido el momento más emocionante de toda su estancia en aquel lugar.

Kim Mingyu, su primer amigo y algo así como su primer amor.

—No, no lo recuerdo —contestó sin cuidado cuando sintió sus mejillas dejar de arder.

Mingyu junto sus cejas y formó un puchero en sus labios. Minghao se mordió el labio ante la adorable cara del mayor.

—Dejen de coquetearse, ugh, es asqueroso. —La voz de Jihoon, aquel chico gruñón y pálido que se había convertido en uno de los dueños del video club, los reprendió de pronto.

—Déjalos —contradijo Jeoghan, quien era el segundo dueño, en cuestión, y había resultado ser la contraparte perfecta del azabache, con una sonrisa dulce en su rostro —. Son tan lindos, me recuerdan a cuando mi Jihoonie y yo éramos jóvenes.

—Oh, no. Ya vas a empezar. —Rodó los ojos el hombre. Minghao soltó una risilla y Mingyu mostró sus caninos en una gran sonrisa ante la adorable escena —. Los dejaré salir temprano hoy, pero me deberán una por salvarlos de Jeonghan —murmuró hacia ambos menores.

Mingyu asintió de inmediato y tiró de la muñeca de Minghao hasta que ambos salieron del local.

Minghao ignoró las cosquillas que causaban los aleteos dentro de su estómago ante el contacto de su mejor amigo. Se limitó a mantener una expresión de indiferencia hasta que llegaron a la casa del mayor.

Seokmin, el hermano menor de Mingyu, y su amigo-novio, Hansol (al menos eso era lo que creía que eran Minghao), los recibieron con una sonrisa en la vivienda.

Los padres del mayor nunca se habían caracterizado por ser particularmente estrictos respecto a la crianza de sus hijos, una gran diferencia respecto a los padres de Minghao, quienes se distinguían por no ser exactamente liberales en cuanto a la educación de su único hijo.

Pero aún eran los 90's, y la vida era complicada, así que Minghao no se solía quejar mucho.

—¿Qué quieres hacer? —cuestionó el moreno, pero incluso antes de que su amigo hablara continúo atacándolo con preguntas. —¿Quieres ver una película? ¿O prefieres que juguemos un juego de mesa? Podemos hacer lo que quieras excepto meditar —aseguró con una mueca.

Minghao soltó una risilla delicada cuando recordó la última vez que trató de meditar junto a Mingyu; el chico se había quedado dormido y despertó con un hilillo de saliva seca, por lo que el chino se burló todo ese verano de la torpeza de su amigo.

—Podemos ver una película —sugirió.

Mingyu asintió entusiasmado, como un niño pequeño, y corrió a la habitación de su hermano a robar un par de cintas VHS.

—Tengo estas —dijo apenas regresó mientras dejaba que la pila de cintas se desparramara sobre su cama.

Minghao sonrío. Acercó sus manos y comenzó a revolver las películas, seleccionando una al azar. —Ven aquí y ayúdame —exigió al más alto, quien solamente se había quedado con un cachorrito en espera de una orden.

Cuando sus manos se rozaron, Minghao simplemente fingió ignorar el toque, tampoco le prestó atención al insistente golpeteo en su pecho debido a su emocionado corazón y aparentó que su piel no se erizó.

—¿Qué tal esta? —preguntó Mingyu, mostrando una cinta que Minghao ni siquiera se molestó en mirar para aprobar.

El menor se pasó la mitad de la película observando a Mingyu atragantarse con palomitas, y la otra mitad pensando en porqué le gustaba un chico que ni siquiera parecía ser capaz de comer decentemente.

—No saques la cinta —le advirtió el pelirrojo a Mingyu cuando la reproducción terminó. Se aseguró de rebobinar el VHS antes de sacarlo y por fin se lo pasó al mayor.

—Recuerdo que de pequeño no sabía rebobinar un VHS —se burló de sí mismo después de guardar el objeto en su caja y dejarlo a su lado, sobre la cama, antes de tirarse boca arriba en el colchón.

—Y jamás aprendiste mi lista de tres sencillos pasos —lo reprendió Minghao, quitando la película y dejándose caer a un lado de Mingyu.

—Recuerdo muchas cosas de cuando éramos niños, por eso mi cabeza no guardó el dato de cómo rebobinar algo —alegó. Movió su brazo hasta que quedó debajo del menor y Minghao simplemente se apegó al burdo abrazo que el moreno le ofrecía.

—Lo dices como si ahora fuéramos ancianos.

—Lo seremos pronto —aseguró con una risa —. Ah, ¿ves? Me estás pegando tus palabras aburridas —se quejó el moreno.

Minghao no pudo evitar sonreír. —En realidad también recuerdo que ahí nos conocimos —dijo —; fuera del viejo almacén.

—Lo sé. —La mano libre de Mingyu viajó hasta los cabellos rojizos del contrario y acarició con cuidado su cabeza, con una media sonrisa formándose en sus labios cuando Minghao cerró sus ojos con agrado. —Sé también que recuerdas cuando te dije que me casaría contigo.

—Ni lo menciones —suplicó en un tono de pesar, pero juguetón.

—Lo dije porque me gustaste —dijo, y Minghao pensó que quizá mentía —. Desde el momento en el que me ayudaste sin que te lo pidiera. ¿Siempre fuiste tan bueno con todos?

Minghao suspiró. —Supongo que lo hice porque eras —«tú», quiso decir —patético, ¿quién en la faz de la tierra no sabe rebobinar un VHS? —se terminó burlando.

 —Supongo que lo hice porque eras —«tú», quiso decir —patético, ¿quién en la faz de la tierra no sabe rebobinar un VHS? —se terminó burlando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
videoclub / gyuhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora