Primavera

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1998

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1998

Mingyu acarició las florecitas blancas que sobresalían entre la maleza y su mano terminó desviándose hasta un diente de león.

Lo apresó entre sus dedos y le dio un par de vueltas al tallo antes de extendérselo a Minghao, que estaba recargado en el tronco de uno de los árboles.

El pelirrojo sonrió. Tomó el diente de león, que ahora no era nada más que una semilla gracias a la brisa.

—Tendrías que haber pedido un deseo —le reprochó Mingyu.

—Hubiera deseado no decepcionar a mis padres.

El mayor hizo una mueca, quedándose sin palabras. —Lo siento.

Minghao se alzó de hombros, restándole algo de importancia; aunque Mingyu sabía que mentía.

El chino le había asegurado que lo deseaba elegir a él por sobre los demás, por eso mismo cuando la familia de Minghao estaba a punto de volver a China, el pelirrojo había hecho lo imposible por atrasar el regreso.

Porque Minghao creía que, eventualmente, sus padres lo dejarían elegir al amor. Y quizá lo entenderían por primera vez.

Y aunque Mingyu lo agradecería por siempre, sabía que aquellos momentos estaban siendo de los más difíciles que Minghao tuvo que afrontar en su vida.

Porque, ¿cómo decides entre la familia y el amor?

—Está bien —le aseguró entonces con una sonrisa —Te amo a ti, tanto. Pero aún así...

—¿Aún así...?

Minghao vaciló.

No hizo falta que Mingyu indagara una palabra más, porque Minghao le dio un beso tan doloroso que lo dejó mudo.

Cuando llegó la tarde Mingyu por fin se levantó, se sacudió el pasto que se le había pegado a sus pantalones y le ofreció una mano al pelirrojo.

Caminaron hasta el video club, pasando por la bonita veterinaria que Soonyoung, uno de los vecinos, había logrado inaugurar hace poco.

—Tardaron una eternidad —los reprendió Jihoon cuando llegaron.

Minghao se limitó a señalar con su pulgar al chico a su lado de manera acusatoria y Mingyu lo miró con reproche.

El mayor rodó los ojos, sin embargo, una media sonrisa se asomó entre sus labios.

—¡Menos mal que ya llegaron! —Jeonghan apareció repentinamente, guiando a ambos hasta el mostrador. El video club seguía estando tan tranquilo como siempre. Ahora los dos chicos trabajaban a tiempo completo y tanto Jihoon como Jeonghan se habían convertido en una parte importante de sus vidas. —Jihoonie y yo saldremos esta noche, así que por hoy ustedes dos están a cargo. ¿Está bien?

videoclub / gyuhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora