Assesination School

No se donde estoy.

Narrador omnisciente

Un dia, todo se volvio oscuro, como si el sol nunca volviera a salir detras de las nubes, siempre escondiéndose, las nubes tan negras que tapaba todo el azulado cielo.

Changkyun, miraba todo el inexpresivo cielo, tan decaído, que ya no sentia nada ahora con mirarlo.
Caminaba silenciosamente un pasillo despejado de ventanas, su pasos eran tan lentos y cuidadosos, su respiración era tan baja pero a la vez tan rápida, como si en medio de un enorme pasillo su respiración llegara a escucharse. No tenia nada para defenderse, por lo tanto seria un enorme problema si llegaba encontrarse con algún estudiante armado. Su pulso era tan acelerado a tal punto de que su pecho comenzaba a dolerle. No sabia que hacer, debía buscar algo que lo ayudara mantenerse protegido, sus pasos se detuvieron tan pronto como leyó un pequeño letrero pegado a la pared, entro en aquella biblioteca, soltó todo su aire finalmente, el lugar era grande y así sentía que si daba algún paso se alejaría fácilmente de la puerta, como un laberinto.

Lentamente recorrió el lugar, analizando cuidadosamente con la vista, estaba llenos de libros, muebles hasta mas de 10m.
Tenían algo de polvo, por su poco uso en este lugar y la falta de limpieza. Estuvo aquel momento de tranquilidad hasta que escucho unos pasos, el corazón de Changkyun volvió a acelerarse de los nervios, con cuidado, trato de mirar de donde provenía el ruido. Tragó duro, no veía a nadie, escondido.
Pero hasta ese momento escucho un metal arrastrarse en el piso de madera.
Justo detras de el.

Por su suerte, logró esquivar el ataque del machete, pero el estudiante volvio atacar.
Changkyun supo que no podria estar ahi parado esquivando ataques, se echo a correr sin opciones. No sabia a donde se dirigía, solo corría sin parar, sus pies lo llevaban a direcciones sin sentidos pero todo era dentro del lugar.
Un rato, perdió de vista al tipo loco del machete, soltó una enorme bocanada de aire, por fin podía respirar en paz.
Desde ese momento supo, que aun que no entendía la situación, debía buscar algo con que protegerse, tal vez su mala suerte no le permita seguir esquivando ataques y tendrá que defenderse usando el combate de cuerpo a cuerpo. No era bueno en eso, y lo admitía, ahora era una situación diferente y no quedaba otra opción mas.

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Esta vez, era la primera vez que el cielo oscurecía tan rápido, todo el lugar se volvía oscuro, que pronto sería iluminado con la luz de la enorme luna blanca, saliendo de otra horizonte para iluminar el planeta en su bajas horas.
Las temperaturas cambian cuando el sol desaparece, los animes deben ir a dormir, los insectos nocturnos comienzan con su aventura por la noche, los grillos cantando su melodía para animar la noche. Pues claro, el rugido del estómago de Changkyun también acompaño al sonido del grillo.
No sabia que hacer, se mantenía escondido en la biblioteca, casi no había iluminación debido a que la electricidad en este lugar fue cortado hace años atrás.
No solo se trataba de sobrevivir al los estudiantes, sino del hambre. Tenia que salir y buscar por su propia cuenta algo de comida, tal vez haya en la cafetería, no estaba seguro, el lugar era enorme, demasiado como para sufrir de un ataque de crisis buscando la cafetería. Su hambre era tan grande, que de un impulso ya estaba parado para buscar la salida de la biblioteca.
Agarro su celular para encender la linterna, bajando su intensidad para que nadie lo viera.

¿Así que de esto trataba este lugar? Pensaba changkyun a medida que avanzaba buscando la gran puerta.

Hace años, este lugar solía ser una hermosa escuela, buena educación, respecto desde estudiantes hasta profesores, el lugar era maravilloso, cuidado, limpio. Los estudiantes disfrutaban cada parte de la Academia, un lugar abierto, grande para disfrutar en las horas de receso.
Hasta ese día, las vida de todos cambio.
Un profesor fue visto apuñalando un estudiante. Los testigos, fueron asesinados por el mismo profesor para evitar rastro de un asesino dentro de la academia.
Enterrados en alguna parte de la academia.
Las pobres almas, triste por nunca ser escuchados, maldijeron el lugar. Que ya no seria un lugar normal para estudiar, que esto seria un lugar de desesperación, que todos sintieran el dolor que los asesinados sintieron al ser apuñalados.
Fue aquellos momentos que todos se volvieron locos, matarse uno al otro, desmembrar a sus compañeros, de sentir angustia, como si se tratara de una película de terror.

Pobres almas en busca de venganza, maldiciendo aquellos que todos quieran la vida en paz donde el mal aun rodea.
El amargo sabor de la sangre era tan claro para sentirse, las heridas tan abiertas que causaban un horrible arte en la piel del ser humano.
Un hermoso brillante rojizo que pintaban flores y paredes, pronto pudriéndose y dejar una maravillosa obra de arte en cada pared del maldito lugar.
Tan poco, un hermoso lugar, tan poco fue una desgracia.
Cicatrices tatuados en el corazón, sin sanar, sin poder curarse de alguna forma.

Entre lo mas hermoso, se vuelve la mayor víctima de la horrible desgracia de lo que nunca fueron perdonados.
Pobres almas, pidiendo su justicia y perdón.
Queriendo descansar en paz, en un lugar lleno de desastres.

Los largos y grandes pasillos, causaban tantos escalofríos, parecía tan infinito, un largo recorrido.
¿Donde pasara la larga y oscura noche de miedo?.
Un lugar enorme, sin salidas.
La escuela, en su época epidémica.

Difícil, encontrar lo normal entre locos.
Ayuda, necesitaba ayuda, un apoyó en este temeroso lugar.
No podía perderse a si mismo, quería explotar el exterior, sentía tanta curiosidad por el mundo, que perderse no estaba en su lista.
Tenia metas por adelante, conocer el amor, la verdadera amistad.

Nunca existe un brillo de felicidad, donde lo mas oscuro lo oculta, una pizca de fuego necesitaba en lo mas profundo de su corazón.
Mantenerse vivo hasta el final, no existe aquel final feliz. Escribir un propio final, debía continuar caminando hacia el.

Nada lograba mantenerse en equilibrio.
Todo era una completa locura.
Apoyo emocional, necesitaba aquello, en quien apoyarse y ayudarse tanto físicamente como mentalmente.