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Corría, corría lo más rápido que sus pies se lo permitían con una expresión de seriedad, bastante conocida en él. Sin embargo estaba preocupado.
Preocupado? Eso era poco decir, su corazón estaba acelerado y sentía un nudo en su estómago de sólo pensar que ___, su ___, estaba en peligro por la misión a la que había sido mandada. El cuervo de la chica había llegado a su finca pidiendo refuerzos, ya que era un demonio que ella sola no podría derrotar. En cuanto escuchó aquello tomó su Katana y salió a toda prisa siguiendo a aquel cuervo en absoluto silencio.
Los segundos se volvían minutos y con ello la desesperación del azabache aumentaba cada vez más. Media hora tardó para que ya estuviese por llegar, había usado una velocidad casi inhumana producto de la adrenalina causada por la preocupación de que algo le sucediera a su adorada ___.
Estaba ya por llegar, el aroma del demonio al igual que aquel metálico aroma de la sangre eran cada vez más fuertes. Era la sangre de ___, y eso el lo sabía.
Atravesó unos árboles más y en cuanto estuvo por desenfundar su Nichirinto, pudo divisar a un chico de cabellos cortos azabaches, cargando a SU ___. Los examinó unos momentos, no había rastro alguno del demonio, por lo que supo que éste ya había sido eliminado. Su atención se centró en la chica, tenía una herida no tan profunda en su abdomen, y otra un poco más grave en su hombro. Todas las demás eran pequeños rasguños o cortes pequeños, nada de qué preocuparse.
Manteniendo la poca cordura que tenía en aquel momento, se acercó y aún inexpresivo, quitó de los brazos del chico a la de cabellos ___ para sostenerla de los suyos con sumo cuidado al estilo nupcial. La chica con gran cansancio miró al otro chico, que estaba un tanto confundido por la acción del Hashira, y le sonrió.
—Muchas gracias por la ayuda, Murata-san. Por poco y no la cuento —. Tras mencionar aquello el chico negó con un sonrojo, haciendo varias reverencias mientras agradecía él ahora al Hashira por presentarse y ayudar a llevar a ___ para que trataran sus heridas.
Él no tuvo más que asentir con la cabeza ocultando sus celos e ira. Por ahora se salvó, pero no dejaría a nadie tocar a SU ___ como si nada.
Tomioka no era idiota, había llamado a varios Kakushi temiendo lo peor, ellos apenas estaban llegando. En cuanto los divisó les encargó tratar las heridas de su querida cazadora, tras mirarlos mal y asegurarse de que no se propasarían, él se retiró con la excusa de que rondaría el perímetro para asegurarse de que no hubiesen más demonios en el lugar.
Su plan era obvio, el otro cazador de menor rango apenas se estaba retirando al no tener heridas graves para poder cumplir con más misiones. Por supuesto que no lo dejaría irse, no después de haber cargado a ___ y de ver el sonrojo que le provocaron las palabras de su linda chica, palabras tan amables sólo deberían ser para él mismo, sólo el y nadie más.
