Prólogo

4 2 0
                                    


El día de su nacimiento, el azabache se encontraba caminando sin rumbo fijo, cuando el grito desesperado de una mujer le llamó la atención. No solía hacer buenas acciones, mucho menos para desconocidos, pero esa tarde que advertía lluvia se sentía un poco menos cruel y más humano.

Se dirigió al lugar donde se encontraba la mujer embarazada, agarrando su vientre y llorando del dolor. No sentía compasión, ni empatía, pero algo más fuerte que él le obligó a ayudarla, llevándola al hospital.

Ese día nació Maddison.

Y ese mismo día, antiguos rivales se encontraron observando desde la distancia como la pequeña era entregada a su familia.

-No sé que intentas hacer, pero no resultará.-le espetó el rubio más amenazante de lo usual. Le designaron a la recién nacida, y se aseguraría de mantener al mal lejos de ella. Algo le decía que esa pequeña era especial, y su intuición nunca fallaba. Sabía que no sería el único en notarlo.

El azabache lo sabía, aquella pequeña estaba marcada. Hacía años que no se topaba con alguien igual, y todo se volvía de pronto un tortuoso recuerdo.

-Sabes que no me interesa-le respondió igual de desinteresado que siempre.-¿Lo sabes, no? Es como hace años.

-Sí.

-Pues mantenla a salvo esta vez.

Y se perdió a gran velocidad dentro del bosque, confiando en que esta vez sería diferente. En su lugar, el rubio recordaba con dolor el pasado, uno con un final trágico. Esta vez sería diferente para la pequeña, después de todo, sería su ángel custodio y la historia no volvería a repetirse.

MarcadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora