Kazutora Hanemiya

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[Lo siento sí Kazutora parece estar muy fuera de su personalidad original

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[Lo siento sí Kazutora parece estar muy fuera de su personalidad original.]


You're growing tired of me

Era algo común de pensar para el muchacho de ojos que compartían la misma tonalidad que la piedra preciosa, Ágata, quién cuyos orbes se encontraban contemplando los toques oscuros semejantes a unos manchados en el cielo estrellado mientras sentía una corriente de aire pasando entre sus mechones de cabello meneandolos.

Utilizando esa pobre vista cómo vía de escape a las discusiones que lo acechaban sin detenerse, lo aborrecía. Llevó una de sus extremidades cubiertas de un líquido tono escarlata concentrado, sin prestarle la mínima atención a estos, sus dígitos toquetearon suavemente sus hebras, cómo sí la mano de una madre amorosa estuviera ofreciéndole un cariño a su pequeño descendiente. De cierta forma, él quería un poco de afecto para él mismo, ¿Era egoísta por desear fervientemente en aquello?

Dejo escapar un suspiro quejumbroso, con la idea de abandonar el lugar sin rastro. Partió su camino hacía su morada, el lugar que más detestaba llegar, pero que solo podía ofrecerle un techo y una pequeña cama llena de manchas de humedad, casi sin relleno para descansar. Claro, sí se le podía poner de significado al "descansar" que poseeía. No era noticia para nadie que sus ojeras se marcarán más al pasar los días en dónde su persona no caía en los brazos de Morfeo. Todas las noches, oír los quejidos, gritos, golpes que probablemente serían mortales si se estamparan contra el cuerpo de un débil, mujeres que lloraban junto a sus hijos, implorando que no les dañen. Las posibilidades eran infinitas con las paredes tan delgadas de su casa. Sin exceptuar que una que otra vez, escuchaba la melodiosa voz de alguien traspasar la horma con papel desgarrado por sus ataques de ira.

Esa voz que parecía que le presentaba una tranquilidad a su perturbado ser también cómo si le estuviera dando un contenedor de cariño y aprecio a su persona. Sin duda alguna, sí Kazutora conociera al propietario de aquel habla, estaría agradecido por todas esas noches en dónde la canción sonaba hasta dejarlo dormido con una pequeña mueca de felicidad extrema.

Emana una carencia

Recién llegado a su hogar, sin saludar a sus progenitores que se hallaban discutiendo cómo sí no hubiera un mañana, insultos de acá para allá. Estos ni siquiera se voltearon a verlo sí es que llegaba con un moretón, raspadura, cortada o sí estaba intacto. Con un paso apresurado, él se dirigía a su habitación. Pero previamente a agarrar la manija de la habitación escuchó por parte de su progenitor.

— ¿Por qué lo concebiste?

Esas palabras que creía que no tendrían peso alguno a su débil corazón, fue cómo un veneno haciendo efecto hasta asesinarlo. Con un trago pesado de saliva, sus ojos reteniendo lágrimas, ceño fruncido y su mano aferrándose al tirador cómo sí su poca estabilidad emocional dependiera de aquel objeto, abrió la puerta de madera dejando ver su lúgubre habitación desordenada, dió unos cuantos pasos hasta estar en el interior. Y sin dar un último vistazo a lo que él nunca podría ni quisiera decirles padres, cerró la habitación lentamente sin provocar algún sonido.

Dejo caer su cuerpo hacia su cama, sin importarle sí alguna parte de su cuerpo se impactará contra algo. Intentando cubrir su cuerpo con alguna manta para apaciguar el frío que entraba por su ventana dañada que no tendría solución en un corto o largo plazo. Cubrió su cabeza con la almohada, deseando dormir después de todas las emociones a flor de piel que contuvo ese día. La muerte que pudo ser evitada de Baji, le impacto de muchas maneras. Aunque, Kazutora no tenía ninguna forma de expresar su extremo dolor por la partida del azabache, y a pesar que no pareciera que le apreciaba, él lo hacía de cierta manera, quizás no tan notable cómo los demás, pero lo hacía.

Pronto, la voz empezó a cantar, haciendo que Kazutora se relajara y comienze a hacer que sus párpados titubearan en estar abiertos. Esa voz, que nunca conoció le dió una paz y cómo si fuera una puerta del más allá, en dónde todo sería un paraíso de cariño y afecto solamente para él, sin que nadie le dijera que no lo merecía. Se dejó caer sin más.

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Bailando al compás de la dulce melodía que salía del celular del muchacho, mientras que su torpe movimiento estuvo al margen de hacerlo tropezar contra la añeja madera del suelo, las pequeñas risas de su acompañante con un rostro sacado de alguien, sus mejillas teñidas de un carmín notable, hacían que esa escena sea cálida, cuya escena pueda derretir el  desgarrado corazón del pobre, hizo que él apartará su orbes. A pesar de no saber del dueño de esa voz, él imaginaba a esa persona cómo un personaje sacado de su imaginación.

Sus movimientos se fueron coordinando entre tanto pasaban los minutos, sus cuerpos más cercanos. El rostro de la persona que lo acompañaba se contemplaba más bello que de costumbre, con esos luceros que encandilaban a quién ser se pusiera en frente, esas pestañas que marcaban aún más éstos, sin olvidar el exquisito aroma a vainilla de su perfume. Era un acto digno del paraíso en dónde él nunca llegaría. Tan irreal, que se preguntaba sí de verdad estaba vivo. De cierta manera, le aterraba que estuviese viviendo aquello en su espeluznante forma de vida tan agitada con pandillas de por medio, y algún que otro desceso de alguien.

Dando la última vuelta del contrario, observando cuanto más se desplazaba, la escena se iba distorsionando dando paso a un escenario tétrico; líquido carmesí que se alojaba en las paredes y suelos del lugar, un olor putrefacto llenando sus fosas nasales, volviéndose más intenso mientras la escena se asentaba. Cuerpos en estado de descomposición, con marcas de zapatos en sus espaldas y manos, quizás fueron semanas o días por el estado de las figuras. Lámparas rotas, dejadas en la mesa, cucarachas pasando por los cuerpos cómo si fueran una simple decoración, platos de comida sin terminar. Y su persona parada en el centro del lugar entre tanto la melodiosa y dulce música que se originaba a partir de su celular, sonaba. Dirigió su vista a sus partes interiores; rasguños en ambos brazos, manchas de sangre en sus manos, atavios desgarrados y una marca de mordida en su brazo cómo intento de supervivencia que fue en vano.

Con una patada hacía uno de los cuerpos, movió a aquella persona. Revelando que era su padre, sí es que él podía considerarlo así.

— Acaso, ¿esto no es suficiente para ti? ¿No crees que esto fue por parte de un error de un hijo no deseado?

La voz nunca existió realmente, la salud mental de él solo la había creado para mantenerlo a raya, era cómo una luz calmante con respecto a su miserable vida. Algo que impedía que su horrible persona dañará a alguien o atentara contra el mismo. Esa voz, era una la última parte de su humanidad, compasión, amabilidad  que nunca podría recuperar de nuevo.

꒰ ۪۫❁ཻུ۪۪ ꒱ ‣ Tokyo Revengers;; One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora