sana mí dolor.

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todos dentro de aquella casa le habían temido a la muerte alguna vez en su vida, pero aquel momento era la excepción. no me equivocaria al decir que cada integrante del grupo preferiría morir antes que seguir escuchando aquello.

bueno, tal vez no todos. claro, solo los que estaban lo suficientemente intoxicados de alcohol eran capaces de soportar el infierno inerte frente a sus ojos. y tal vez era exagerado, pero sentían la sangre bajar de por sus oídos.

ni siquiera con los gritos rubio cenizo habían llegado a ese punto.

eso que estaban experimentado, esto que presenciaban... realmente debía ser una pesadilla. no lograban ni ver lo tierno en aquel acto, en esa "declaración".

y todo esto había sido causado por una sola persona, este sufrimiento tenía nombre y apellido. no, no era culpa de aquella cotorra que simulaba cantar sobre la mesa, ni los idiotas que le hacían coro por detrás. o no, claro que no eran ellos, todo fue causado, ni más ni menos, que por el dueño de la casa; hitoshi shinso.

sí, aquel ojerozo que parecía volverse un tierno viejito cada vez que veía un felino, no era más que un sucio demonio disfrazado de ángel. pero es que ¿cómo se atrevió a combinar un karaoke con alcohol, en una fiesta donde asistiría monoma neito?

tanto clase A, como la clase B, juró venganza en nombre de sus pobres oídos.

y probablemente se pregunten ¿qué sucede? ¿cómo es que casi treinta chicos quieren cometer homicidio y hacerlo pasar como accidente?

sencillo; un lindo rubio de iris grises, totalmente bajo los efectos del vodka y ron, agarró un micrófono, se subió a una mesa y, con la ayuda de cinco idiotas en el mismo estado haciéndole coros, comenzó su serenata de amor, o tal vez desamor, hacia el dueño de dicho hogar.

plena y llanamente, monoma había comenzado a "cantar" llamada de emergencia a todo pulmón, al grito de "esto es para ti, mí amor". tambaleándose de un lado al otro, y milagrosamente sin romper la mesa, paso de cantar desafinado a gritar a los cuatro vientos, mientras de coro; amigos y compañeros de ambos hacían de barrabrava.

por otro lado, shinso realmente estaba ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor, no notaba a sus compañeros queriendo asesinarlo ni sentía sus tímpanos arder. él solamente estaba perdido en los raros y lindos movimientos que hacía su amor platónico, aunque ya no tan platónico.

su estúpida sonrisa solamente hacia ver que no le interesaba saber que pasaba a su alrededor, ni como se encontraban sus invitados, no le interesaba nada ni nadie que no fuera rubio, de ojos grises, tez blanca, y se llamase monoma.

aunque claro, su burbuja se vio totalmente destrozada en cuanto una lata vacía de cerveza golpeó su cabeza, cortesía de su compañero de raíces ceniza. río de manera nerviosa, rascando su nuca.

se levantó del lugar en el que se encontraba, dirigiéndose al de menor estatura sobre la mesa. no esperaba que su lindo amigo se abalanzara sobre él, enredando sus brazos en su cuello, ni que juntara sus rostros, quedando a centímetros el uno del otro.

— ven y sana mí dolor, tienes la cura de este amo-or oh-ooh~. —susurro el menor entre risas neito, totalmente ido de sí mismo.

la cara del pelimorado se enrojecio a tal punto que se podía comparar con un tomate totalmente maduro.

— control, necesitamos asistencia en el área. lo estamos perdiendo. ¡control! se nos va, se nos va. —y como cereza del postre, el coro que anteriormente acompañaba al rubio, ahora recitaba las últimas oraciones de la canción, para luego estallar en risas.

los demás no tardaron en unirse y festejar de paso. ciertamente no celebraban la extraña declaración de amor, les daba lo mismo que sucedía ahí. ellos por fin eran libres, sus tímpanos parecían querer bailar de la emoción y satisfacción que provocaba aquel no tan ruidoso espacio.

pero es que ¡monoma se había callado! eso era digno de volver a la fiesta.

y en cuanto a la futura pareja, o no, se encontraba de camino a la habitación con una cama más alejada de aquel barullo. probablemente shinso se sentiría pésimo luego, pero le agradaba tener al ojigris tan cariñoso con él.

no lo malentiendan, no es de aquellos que hacen las cosas sin consentimiento previo. es solo que, al llegar a la habitación, no resistió... ¡ÉL NO QUERÍA! o sea, sí quería, pero no así.

al momento de acostar al rubio, simplemente no resistió y dejo pequeños besos sobre el rostro ajeno, para luego salir rápidamente, completamente rojo, de pies a cabeza.

lo que no sabía el mayor, era que su lindo compañero no estaba tan mal como aparentaba. la realidad era que, aunque no estuviera completamente en sus cinco sentidos, sí estaba consciente. y tal vez su pequeño llamado de atención habría sido demasiado escandaloso, pero ¡hey! sirvió frutos.

su amado no solo se le había quedado viendo fijamente, sin importarle el resto, sino que también lo había casi cargado a una habitación y ¡lleno su rostro de besos!

ese recuerdo solamente hizo que chillara en voz baja cual colegiala enamorada de alguna novela cliché, lo cual no negaba que era, tapando su rostro con las sabanas, y dando pequeñas patadas.

estaba feliz, sí, sí. esa llamada de emergencia había valido la pena.

llamada de emergencia - shinmonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora