"Por eso no me gustan las películas de terror"

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Los dos pasaban demasiado tiempo dentro de la casa de Vladimir. Demasiado tiempo para el gusto de Dimitri.

Sus encierros estaban lejos de ser por encuentros pasionales, no, el búlgaro no se sentiría tan agobiado si ese fuera el caso. Sino porque, por distintas circunstancias, sus citas terminaban siendo en aquel departamento del barrio de Vitan.

Sus citas podrían ser espontaneas hasta planeadas meticulosamente, esto dependiendo de los tiempos libres de cada uno. Frecuentaban Lipscani, explorando distintos bares cuyo ambiente pudiera recibirlos bien, pero para dos jóvenes adultos con trabajos y horarios fijos el salir a embriagarse seguido no era realmente una buena idea.

Sus citas en casa empezaron después de una función de cine, la cual despertó en Vlad una obsesión que antes tenía moderada: el cine de terror. Fueron a la función de medianoche del cine Elvire Popesco, el cual ofrecía proyecciones de las películas clásicas de aquel género. Vladimir estuvo dispuesto a sacrificar valiosas horas de descanso, y del descaso de Dimitri, para ver El gabinete del Doctor Caligari.

Aun cuando el búlgaro no era fan del cine mudo, pudo disfrutar de la película, escuchando de vez en cuando pequeños datos que le soltaba Vlad sobre la historia y su producción. Salieron de la sala con cierta emoción y con ganas de más historias.

Dimitri no esperaba cansarse tan pronto de las películas de terror. Las noches que pasaban solos en el departamento de Vladimir se convirtieron en funciones privadas y maratones de todos los subgéneros del terror. Al parecer el rumano tenía una colección envidiable de dichas películas y compró aún más en el trascurso de las semanas, las cuales le fueron llegando por paquetería.

El problema no eran las historias, para nada, él podía apreciar su narrativa, sus momentos tensos y a veces las náuseas que le provocaban; el conflicto se situaba en su novio, Vladimir al ser tan fan de aquel género, las veía de una forma diferente, con un ojo crítico, erudito en el tema... y llegaba a ser molesto.

Era difícil asustar a Vladimir, ni siquiera las escenas viscerales de algunas películas parecían tener efecto en él. Sin embargo, en ciertas partes se emocionaba de más, interrumpía a Dimitri en su degustación de palomitas o yogurt obligándolo a admirar la escena que se reproducía en el televisor. Otra de sus inquietudes era que Vlad era muy selectivo, por algo prefería recurrir a los DVDs y Blu-rays en lugar de los filmes que estaban en las plataformas de streaming. Él no se iba a conformar con las producciones americanas con sustos predecibles, historias repetitivas y reacciones exageradas, no, el rumano buscaba entre los clásicos y joyas escondidas, en un punto sólo siguió las recomendaciones de su amigo de Noruega, ¿o era su exnovio?, a Dimitri no le importaban esos detalles realmente.

Pero lo que en verdad lo hacía casi despreciar las películas de terror era una frustración casi inmadura y que no sería capaz de decir en voz alta: no podía tener ningún acercamiento romántico con Vlad cuando miraban una película de terror. Mentiría si dijera que no fantaseó un par de veces en replicar aquel cliché donde rodeas el hombro de tu pareja y le atraes, ya sea por el impulso de tocar algo más que la mano o para calmar el miedo que pudiera tener. Pero Vlad no sentía miedo, era como un niño pequeño mirando su caricatura favorita y no se quedaba quieto.

A pesar de eso, Dimitri no pronunciaría ninguna de sus quejas, ya que comprendía que esto era algo que su pareja amaba y la estaba compartiendo con cariño con él. Sabía que después podría persuadirlo a preparar la cena y jugar un poco en la cocina, o incluso cambiar de película a una de suspenso o de fantasía (que les gustaban a ambos). Tenía aun varias opciones en sus manos y era consciente de que no siempre tendrían al cine como su forma de entretenimiento, así que lo disfrutaría lo más que pudiera.

Veían M, El Vampiro De Düsseldorf por segunda vez, el búlgaro se había concentrado tanto en las escenas de desaparición que no se dio cuenta cuando Vladimir se había recargado en su hombro y tomado su mano.

...

*Lipscani: distrito histórico donde se concentra la mayoría de la vida nocturna de Bucarest y también sitios históricos como Palacio Curtea Veche, donde alguna vez gobernó el Príncipe Vlad III.

*Barrio de Vitan: forma parte del sector 3, al sureste de Bucarest. Se extiende junto al río Dâmboviţa

*El Cine Elvire Popesco, es una de las mejores salas según la población local. Se encuentra en el Boulevard Dacia.

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