Té amargo.

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"Nunca me ah gustado ponerle azúcar al té, me gusta apreciar su amargura, apreciarlo sin pretensiones superficiales y vagas.
Tenerlo a el era beber cientos de tazas de te amargo; cuando me besaba no era dulce, no era lento, no era cuidadoso, no lo hacia debajo de un arco de rosas, no, el apretaba, mordía, lo hacia sin cuidado a lastimarme, lo hacia en cualquier lugar, me besaba con todas sus fuerzas, no me decía cuanto me amaba, lo gritaba.
Me tomaba con sus manos, me presionaba a su pecho, me sentía sin piedad, no pasaba sus dedos lentos, lo hacia fuerte.
El hacia que me quedara claro que era suya, y yo no quería que fuera de otra forma."

ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora