I GOT YOU UNDER MY SKIN

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"Te refrescaré un poco la memoria, pues seguramente solo existen en ti recuerdos vagos de los días veinticinco del año 1956: fue un día veinticinco de aquel año que me topé con tus ojos color almendra en la entrada de la panadería que seguiríamos frecuentando años más tarde. Quizá aquel día mis mejores ropas se habían quedado en el armario. Con dieciséis, el cabello enmarañado y las esperanzas rotas, me topé contigo. Recuerdo tu barba en pleno crecimiento, tus ropas oscuras, tus zapatos negros y el carisma con el que me ofreciste una pieza de pan. Era tu trabajo y llegabas tarde.

Fueron tus ojos brillantes y tu sonrisa encantadora las cosas que me atraparon aquel día, pues no dejaba de soñarte. Poco me podía permitir, mi familia era pobre. Una pieza de pan a la semana debía ser suficiente para mis tres hermanos y mis padres. Siempre creí que era un error cuando aparecían dos piezas de pan sobre mis manos, insistías en que el pan había bajado de precio y que por lo tanto me alcanzaba para más. Qué ingenua fui.

Poco después me enteré que la panadería era el negocio de tu familia. Tal vez me sentí un poco pequeña, la mía se dedicaba al campo y no podíamos darnos muchos lujos. Cada noche no faltaban las canciones en la radio y los pasos de baile de papá. Inconscientemente desde aquel veinticinco imaginaba que bailábamos juntos, que reíamos y nuestros corazones latían al unísono. Fue otro veinticinco que te encontré sin querer en el mercado, comenzaba a ser nuestro número, pensé en aquel entonces. Recuerdo con claridad las palabras que dijiste para mí:

"Tus ojos me recuerdan al océano que deseo conocer. Eres encantadora, pequeña sirena. Déjame explorar el océano junto a ti. "

Fue una declaración de amor espontánea, tal como lo eras todo el tiempo. Con palabras que jamás creí escuchar y una emoción desconocida decidí que quería explorar también tus ojos color avellana. Los claveles se convirtieron en mis flores favoritas desde que cada día me obsequiaste uno. "Eres el son de mi canción favorita" "Pierdo la razón cuando tus manos acarician mi cabello. Tuyo, siempre tuyo." Tal vez las notas eran la mejor parte de tus regalos. Eras un poeta.

También eras el son de mi canción favorita. Tu mayor secreto que descubrí con el tiempo es que además de poeta, eras un bailarín excelente. Mis dos pies izquierdos y tu talento no encajaban y, sin embargo, me enseñaste a bailar. Bailábamos porque la vida se llenaba de melodías y tú eras por quién mi corazón latía. ¿Recuerdas los días donde nos acobijaba el sol y tomábamos una taza de café? Te gustaba con dos de azúcar, reías porque detestaba de vez en cuando lo dulce que resultaba al gusto.

Quizá nuestras risas estaban destinadas a entrelazarse entre el viento y cada veinticinco sabíamos que nuestro hilo rojo se había unido. También deberías recordar las telas que me obsequiabas para que pudiera confeccionar algunos vestidos. No era mi propia persona favorita frente al espejo pero cada día me recalcabas que los ángeles habían bajado a la tierra y yo era uno de ellos, tanto te amé...

El día que pediste mi mano nos encontrábamos haciendo pan con tus padres. Llovía, el cielo oscuro y el sonido de las gotas cayendo se convertía en otra melodía que con el tiempo sería de mis favoritas. Ahí estabas tú, con las piernas flaqueando, las mejillas blanquecinas de harina y un pequeño artefacto brillante entre tus dedos: "Cásate conmigo", tartamudeaste. Caímos al frío suelo después de abalanzarme sobre ti y decir que seria la mujer más dichosa del mundo por tenerte. Y no mentía. Entre mis ropajes blancos caminé al altar. Y fuimos uno solo.

Éramos el arcoíris después de la tormenta y un dulce clamor. Cuando consumimos nuestro amor en ese beso y fui tuya, dibujé una rosa en el prado que representaría nuestra vida futura. Poco a poco se llenó de claveles, girasoles y tulipanes, cada que mi corazón explotaba de felicidad añadía una flor más. Dibujé un árbol cuando nos enteramos que tendríamos un bebé. La panadería pasó a ser nuestra y el negocio familiar se expandió gracias a ti y a tus compañeros de trabajo. Durante aquellos años resultaba difícil crecer en un ambiente donde la demanda de empleo y las grandes empresas comenzaban a crecer, fuiste inteligente.

1956 | jean kirschtein x readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora