No, no estoy satisfecho con lo que viví, todo lo contrario, me siento realmente decepcionado de todo lo que hice. Nací, crecí, estudié, combatí, morí.
Ese fue mi ciclo, y puedo decir con toda certeza, que no lo disfruté para nada. Veo atrás y solo veo los deseos de otras personas sobre los míos, aplastando y masacrando lo que pude haber sido.
Aquellos pensamientos iban inundando mi mente mientras empezaba a ver borroso. Sentía mi pecho triturado, si es que pudiera describirlo de algún modo, por aquella espada ahora manchada en mi sangre.
Ya no supe en que me momento fue, pero mi cuerpo estaba derrumbado en el suelo, siendo pateado repetidamente por los soldados en el lugar. Dolía, más bien, me ardía el alma por el simple hecho de irme arrepintiendo toda mi vida, odiando todo y sin poder guardar algún buen recuerdo...
Entonces fue cuando desperté en aquel lugar, que me dí cuenta que aquellas leyendas sobre un mundo donde los muertos van, eran completamente verdaderas, pero se quedarían como un secreto de las almas que duermen ya para toda la eternidad.
Pude darme cuenta que en mi rostro se encontraba una máscara, con el tacto pude descifrar que era una máscara simulando el rostro de algún demonio. Frente a mí se encontraba un pequeño kitsune, lo seguí en el rumbo que indicaba, cada lugar que apreciaba era hermoso, era un paraíso total. Seguimos avanzando hasta cierto punto, el camino se dividía en dos, el primer camino continuaba por aquel sendero paradisíaco, el otro, iniciaba por un arco Torii morado oscuro, el camino estaba en total penumbra.
Note como el pequeño kitsune temblaba y se alejaba lentamente del arco, supuse que ahí sería el camino hacia el recolector de aquellas leyendas que escuche cuando era un niño. No lo dude, y entre en ese camino misterioso, mi caminata era recta, así no perdería el rumbo, aunque después de un tiempo, me sentí algo mareado, ya no se veía el lugar por donde ingrese. Suspire para calmarme, yo tome esa decisión, no tenia el porque irme para atrás ya.
Llegue a un templo gigantesco, curiosos adornos decoraban la entrada a aquel palacio, no iba a entrar, no sin un permiso, estaré decepcionado de mi mismo siempre, pero no quisiera ser atormentado eternamente.
Aunque eso no lo pensé antes de adentrarme en ese sitio.
