Segundo intento de Suicidio.

258 10 1
                                    

Después de ese intento de suicidio y de haberme topado con tan singular personaje que fue mi anterior psiquiatra, siguió mi peregrinar por consultorios de psicólogos y psiquiatras. Muchos de ellos no lograban hacerme hablar más del cortés saludo de bienvenida. Otros sólo lograban que les relatara a manera de interrogatorio policial lo más básico de mi como mi nombre y mi edad. Pasé también por consultorios de psicólogas amigas de mi madre que menos lograban hacerme hablar por temor que todo lo que les contara se lo fueran a decir a ella, claro que con ellas si que hablaba, pero sólo les decía lo que quería que le dijeran a mi mamá y siempre comprobaba que se lo decían tal cual.

No era que no quisiera recibir ayuda era que simplemente dejé de confiar en los médicos, a mi punto de vista todos eran unos farsantes o en el mejor de los casos unos tontos que terminaban recetándome lo que yo les pedía desde la primer consulta.

Mientras tanto seguí lastimándome, de tanto en tanto lo hacía, de una u otra forma. Para no hacerlo llegué a recurrir a la PNL (programación neuro-lingüística) en donde según me hipnotizaron y me hicieron jurarme que nunca más me volvería hacer daño. Funcionó por un breve periodo de tiempo, aunque desde un inicio supe que ni siquiera me habían hipnotizado.

Comencé a estudiar preparatoria y después la carrera universitaria. Durante todo ese tiempo fui un sube y baja de emociones, pasaba de la estabilidad a la depresión con suma facilidad. Mis padres no sabían cuando iba a volver a caer al abismo. Creo que todos lo esperaban pero nadie sabía cuando volvería a pasar. Constantemente pensaba en la muerte, creo que ese pensamiento era el que me permitía mantenerme viva día tras día. Constantemente iniciaba planes para terminar con mi vida que por alguna razón postergaba por alguna tontería como un evento, un examen, o algo por hacer, después pasaba ese dolor y decidía seguir adelante.

Creo que desde ahí empecé a convencerme a mi misma que el problema que tenía yo realmente era que era incompatible con la vida misma. Constantemente analizaba mi vida y me daba cuenta que todo era perfecto, o cuan perfecto podía ser y no había razón para la infelicidad o dolor que sentía. Pero simplemente el dolor no se iba, el dolor ahí estaba y no me dejaba vivir. Incompatibilidad con la vida, eso debía ser.

Terminé mi carrera universitaria e inmediatamente comencé a trabajar, conseguí un muy buen empleo, estaba a cargo de la administración de una empresa, era un puesto de mucha responsabilidad y lo llevé a cabo bastante bien. Me mudé a vivir sola a la semana de conseguir el empleo. Compré mis muebles y a pesar de la reticencia de mis padres me independicé. En ese entonces no tenía novio, justo había terminado una relación de un año y medio pero que realmente no me había afectado mucho. Él no había estado de acuerdo con mi trabajo y con mi actual independencia, así que me decepcionó mucho y ayudó a que no me doliera la separación.

Al año de vivir sola comenzaron de nuevo los problemas. De nuevo comencé a sentirme mal, cada vez peor. Y esta vez se acentuó con la soledad. Vivía sola y bastante alejada de casa de mis padres. Para ir a visitarlos tenía que hacer una hora en coche para verlos lo que suponía que sólo los podía ver cada fin de semana. En la semana prácticamente no veía a nadie, iba de la casa al trabajo y del trabajo a casa. Mis únicas amistades eran un compañero de trabajo que era a la vez mi vecino que tenía una novia extremadamente celosa y una perrita que recién me había comprado para mitigar la soledad.

La perrita no resultó ser de gran ayuda, ladraba demasiado y los vecinos comenzaron a quejarse casi desde el momento en que llegó, también le dio por destrozar la casa, los muebles y la alfombra. Eso no era lo peor, total, lo podía pagar, el punto era que varias veces me hicieron salir del trabajo los de seguridad del edificio para ir a callar a la perra por las quejas de los vecinos. Como la perra dormía por el día, por la noche se dedicaba a ladrar y no dejarme dormir o simplemente se asustaba por cualquier ruido extraño que escuchara poniéndome los pelos de punta.

Historia de un Suicidio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora