CAPITULO 9.

15 0 0
                                    


(Nicole).


Y bien aquí estamos en el pequeño condado donde vive el señor Scott, Derek y Dylan están ansiosos por conocer el lugar, al llegar aquí preguntamos y hay muchos lugares para visitar, hay un lago muy cerca del bosque, un centro comercial para turistas y una iglesia pequeña pero muy acogedora. Pronto encontramos un pequeño hotel donde hospedarnos; estamos ya más calmados y relajados.

-Bebe hay una exposición de carros de carrera, Derek y yo iremos, ¿Quieres venir?

-No gracias Dylan iremos con Adriana a ver qué tiene de bueno este lugar, diviértanse y vuelvan pronto.

Adriana se ha quedado dormida por el viaje, ella me cae muy bien, y aunque soy muy celosa me gustaría que ella y Derek mantengan una bonita relación.

-Adri despierta, vamos a dar una vuelta en lo que viene los muchachos.

Ella se levanta casi dormida, es tan gracioso verla así. Anduvimos varias horas recorriendo y visitando cada sitio, nos detuvimos por un buen tiempo en el Moll del lugar, pequeño pero acogedor a la vez, a los lejos vimos que una parte del lago del que nos habían contado los lugareños y decidimos ir hacia ese lugar, así que volvimos al hotel por los muchachos, pero aun no llegaban, así que decidimos ir nosotras, mala elección.

El lugar estaba tan extravagante, había arboles de varios metros de altura, mucha vegetación alrededor.

Caminamos mucho sin tomar importancia al tiempo, recolectábamos cualquier cosa que nos pareciera diferente solo por curiosidad y para llevar de recuerdos, la luz se tornaba más tenue y aunque al principio pensé que era por las plantas pronto nos dimos cuenta que estaba anocheciendo y nosotras ya nos habíamos alejado mucho del condado, quisimos regresar y ya no podíamos, nos perdimos; a lo lejos sonaba música así que decidimos ir hacia allá, pronto vimos una cabaña era muy rustica, en ella había una pareja de ancianos que parecían buenas personas. Nos estábamos acercando hasta que Adriana tropezó y se fracturo el tobillo, grito muy fuerte, creí que con el grito los ancianos se iban a acercar pero no fue así, ellos habían entrado al parecer a la casa ya que afuera ya no estaban, lo más extraño es que apagaron las luces, deben pensar que somos ladrones y los vamos a robar pensé. Pero no había nada que hacer tenía que ir hacia allí con Adri para que me puedan ayudar, ella no puede caminar y la llevo en hombros, "cielos pesa mucho".

Al llegar a la cabaña llame a la puerta, no salió nadie, así lo hice exactamente siete veces, pero era en vano esas personas no pretendían salir para nada.

Rayos ahora no sé qué hacer ya es de noche, cerca nuestro está el lago y a nuestro alrededor el bosque y en la noche parece más escalofriante que a la luz del día, el frio comienza a recorrer nuestra piel y Adriana llora aún más por el dolor.

Tanta es mi mala suerte que el celular mío y de ella están apagados, se acabaron la batería y nosotras perdidas, tenía la esperanza de que los ancianos al vernos allí afuera con este frio con invitaran a pasar y prestarnos su ayuda, pero no fue así pasaron las horas y nadie salió de esa casa, ni el más mínimo sonido.

-Tumba la maldita puerta.

-No, Adriana solo son ancianos asustados, no podemos obligarlos a ayudarnos.

-Claro como no eres tú la que está aguantando este dolor infernal.

-Rayos mujer, lo sé ya sé que no soy yo la que esta fracturada la rodilla, pero tampoco tengo la culpa de que ellos no nos quieran ayudar, ni mucho menos de que los celulares se apagaran, es tu culpa por querer adentrarte más en el bosque a pesar que ya era muy tarde, culpa tuya y mía 'por seguirte hasta aquí cuando hace mucho rato teníamos que haber vuelto al hotel con los muchachos. Culpa tuya por querer ir hasta esta cabaña y haberte caído y culpa mía por ser demasiado buena para no tumbar esta inútil puerta para entrar y poder comunicarnos y curarte esa herida. Todo es mi culpa por no cuidarte y por involucrarlos en esto.

-Las lágrimas rodaron por mis mejillas, simplemente esto es demasiado.

-Nicole tranquila, no te pongas así, estas cosas pasan, tú no tienes la culpa de nada, ni yo, simplemente queríamos conocer eso es todo, esto no estaba planeado ni mi accidente ni que haya gente en el mundo tan inconsciente de dejar a unas adolescentes en peligro sin ayuda, tan solo es el destino y ya, así que seca esas lágrimas y vamos a buscar un refugio donde pasar la noche porque es obvio que no nos van a dejar pasar y nos vamos a congelar aquí sin protección. Anda ayúdame a levantarme y vamos hacia la parte de atrás deben tener un lugar donde guarden algo, ahí podremos estar un poco más protegidas.

-Fuimos hacia atrás de la cabaña y en efecto había un rincón donde guardaban leña y un poco de paja y heno, nos acomodamos ahí, rasgue un poco de mi blusa para hacer de tener firme el tobillo de Adriana y que no le doliera mucho, aunque el frio que hacia actuaba como anestesia natural. Nos abrazamos para mantener el calor entre ambas, charlamos por un buen rato hasta quedar profundamente dormidas.

Un ruido estruendoso nos despertó a la madrugada, la luna brillaba mucho aunque en el lugar que estamos no llegaba esa luz. Nos quedamos calladas para escuchar que fue lo que sonó y volvió a pasar, creo que eran platos cayendo al piso, no pasaron ni cinco minutos y se hoyo gritos dentro de la casa, y más platos caer. Lo primero que se nos pasó por la mente es que estaban asaltando a esa pareja de ancianos, pero nosotras no podíamos hacer nada. Así pasó cerca de unos quince minutos, teníamos mucho miedo y trabábamos de hacer el menor ruido posible por el temor de que vengan por nosotras también.

Se escuchó que todo dejo de sonar y de pronto cerraron la puerta principal muy fuerte y dos personas vestidas todo de negro pasaron cerca de donde estábamos escondidas nosotras, a Adriana se le escapo un sollozo y ellos se alertaron y comenzaron a mirar por todo lado; el miedo me paralizo y rogaba a Dios que no nos encuentren. Murmuraban entre ellos y con su linterna comenzaron a buscar entre los lugares más oscuros, estábamos paralizadas y de pronto apagaron las linternas y se hizo un silencio enorme, no sabía si se habían ido o si estaban buscando sin luz, el miedo nos paralizo completamente, no nos permitía pensar que hacer. Fueron los minutos más largos que hemos vivido, hasta que decidimos que teníamos que irnos de ahí sin importar nada. Sujete a Adriana bien de mi hombro y me cerciore de que su tobillo este bien amarrado con la tela para que no se moviera mucho y salimos de ahí lo más rápido que pudimos, tratamos de seguir el camino que nos llevó ahí aunque era difícil eso ya que aún estaba oscuro. No miramos hacia atrás pero teníamos la sensación de que alguien nos estaba observando, pero aun así seguimos, caímos varias veces por caminar rápido en ese sendero, estábamos muy lastimadas y rasgada la ropa, no sé cuánto tiempo estuvimos así, ya que pronto empezó a amanecer y a aparecer los primeros rayos de luz, era lo mejor que nos pasaba en ese momento, solo queríamos volver a la ciudad; En este preciso momento estaba odiando con mi vida ese lugar tan horrible. No sé cómo Adriana soporto el dolor y camino conmigo muy rápido, debe de ser por la adrenalina que sentimos en ese instante, y cuando vimos el comienzo del sendero y a un lado la carretera; nos salió lágrimas de la emoción de que de alguna manera estamos a salvo.


VIVIR O MORIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora