La nueva

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Era temprano, un día en mi nueva vida, o como yo lo diría, en un nuevo desastre, vivía en Nueva York, era feliz con mis amigos, mi escuela y mi casa, pero mi madre pensó que sería bueno hacer un cambio, claramente lo pensó por sí sola, me arrastro con mi padre a California, mi padre tampoco estaba tan entusiasmado con la idea de venir aquí, pero el hace lo que dice mi madre, y pues, no tenía opción.
tan sólo pensar en la nueva escuela me hacia dar ganas de vomitar: chicas guapas y populares, los chicos nerds, los estúpidos, y bueno, todos lo que hay en la preparatoria, pero, no podía hacer nada al respecto, trato de pensar que esto es sólo una pesadilla y no me mude de casa, ni de escuela, ni de vida, pero mi madre no me lo hace tan fácil, escucho su voz por el pasillo, trato de hacerme la dormida pero mis intento fallan
-vamos, levántate ya es tarde.- dice mi madre entrando a mi habitación, la cual lo único que tiene es la cama y todo esta dentro de cajas a una esquina de la habitación. Lo único que la hace parecer agradable es el color azul cielo de la pared
-mama, sinceramente, ¿por que me odias?. - miro a mi mamá con cara de tragedia pero no me puedo aguantar un segundo más su cara enfadada.- ya, ok, ya me visto.
Me coloco unos jeans con una camiseta negra con el nombre de una banda la cual ya no me gustaba y unos zapatos un poco gastados, agarre mi mochila y baje las escaleras corriendo y, tratando de olvidar lo malo, voy a donde esta mi madre y vi que mi padre ya se había ido a su nuevo trabajo, el único que consiguió, como empleado de un negocio de autos.
-tu desayuno está en la mesa, come, el autobús no tardará en llegar.
Fui a la cocina y vi que mi desayuno estaba sobre la mesa, era mi favorito: huevos revueltos, tocineta, tostadas con mermelada y jugo de naranja. Comía mientras ignoraba todo lo que estaba pasando, todo esto es nuevo para mi. No había terminado mi desayuno para cuando llego el autobús, mi madre estaba en la puerta, esperándome, deje la mitad del desayuno en el plato, agarre mi mochila y salí, mi madre se quedo en la puerta hasta que el autobús pasó la esquina. Era un autobús común y corriente, tan horripilantes como todos. Llegamos a las escuela, era prácticamente el doble de grande que la anterior a la que estaba, y mas nueva, mi anterior escuela era vieja y gastada con falta de una nueva capa de pintura.
Entré y había gente en la cafetería, los corredores, los patios, creo que no había un lugar que estuviera vacío, había una chica pelirroja mirándome fijamente desde el único comedor que estaba vacío, estaba leyendo un libro de portada amarilla, se levanta y se acerca a mi
-hola, eres nueva ¿no? -me pregunto.
-¿tanto se nota?
-pues, no andas con algún chico, no andas con un grupo de chicas, tienes un horario en la mano y cara de confundida.- me responde mientras mira mi horario, vacila un momento y luego dice- biología, conmigo, vamos queda en el tercer piso y al profesor no le gusta que lleguen tarde, es muy delicado con su hora. Por cierto, soy kiley.
Subimos las escaleras con dificultad de tener tantas personas empujandonos, no se podía caminar por los pasillos sin chocar.
Kiley tocó a la puerta y abrió un señor De cabello blanco y delgado, vestía una camisa azul con una corbata negra y unos pantalones negros.
-10 minutos tarde señorita monroe, y ud debe ser la nueva, - dice mientas me ve fijamente.- señor taylor por favor salga al pasillo y le enseña. a la señorita las reglas de mi clase.
Un chico detrás de el se levanta y camina hacia nosotras, trae una chaqueta de cuero negra, jeans y una camiseta negra, tiene el cabello castaño claro y unos ojos verdes tan claros como el césped.
-señorita monroe por favor pase y siéntese - interrumpe el profesor mientras le hace paso a kiley y ella pasa.- en cuanto a ud por favor explíquele todas las reglas de mi clase, por favor.
El profesor se voltea y cierra la puerta, el chico de ojos verdes y yo nos quedamos solos ya que todos habían entrado a sus clases.
-soy Harry, y tu eres... - me dice en un tono neutro.
-kendall.
- bueno, la verdad el profesor puede parecer muy estricto pero sólo es su apariencia, pero sus reglas son simples:
no usar teléfonos,
no hablar,
no llegar tarde
-gracias por explicarme lo obvio.- le suelto con sarcasmo.
El soltó una sonrisa mientras miraba la pared, yo no pude evitar mostrar una leve sonrisa, esos ojos verdes me miraban fijamente, me miraba con una mirada que muy pocos chicos lograban tener en mi, Una mirada que vale más que mil palabras.
-creo que ya deberíamos entrar.- me susurra.
Asiento.
Entramos en la sala y todos voltean a la puerta, el profesor nos mira a ambos.
-bueno, supongo que ya tiene las reglas claras señorita black.
-así es señor.- le dije
-bueno, pase a sentarse.
Me siento y a mi lado hay un puesto vacío, Daniel busca su mochila y se sienta a mi lado, estaban en expocisiones, una chica rubia con un chico de cabello negro ondulado estaban hablando sobre "la electricidad electromagnética".
-¿por qué te sentaste aquí?.- le susurre a Daniel sin voltear la mirada hacia el.
-creo que necesitas amigos.- me dice- es difícil ser nuevo.
-ahora te preocupas por alguien a quién no conoces ¿algo más que necesite saber de ti?.- le digo mirándolo.- no me digas que eres gay.
Vacila.
-no, pero mi hermano si.- esboza una sonrisa torcida mirando a la chica rubia.-bueno, no tengo hermanos pero si tuviera uno seria gay.
Me imagino a un Harry más pequeño, su cara más redonda, sus ojos igual de verdes, su cabello con menos volumen y, aún así, sigue siendo guapo que es lo peor.
Suena el timbre y todos agarran sus cuadernos, el profesor mira a Harry y dice:
-señor Taylor por favor enséñele a la señorita black la escuela.
El asiente con la cabeza, recoge sus libros y me mira
-vamos, es muy grande para tan poco tiempo.- me dice con una sonrisa en la cara.

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