𝟏. noche de tormenta

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O1. NOCHE DE TORMENTA

La muchacha salió temprano de casa, pues aunque no tuviese que ir a la universidad ese día, podía ir a la biblioteca

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La muchacha salió temprano de casa, pues aunque no tuviese que ir a la universidad ese día, podía ir a la biblioteca. Leerse un buen libro después de haberse tomado un buen café era algo maravilloso.

Vistiendo con unas medias translúcidas negras, una falda negra, unas botas negras que le llegaban hasta abajo de las rodillas, una camisa blanca con una corbata a rayas grises y negras, varios accesorios –como collares, pendientes y anillos–, cargando al hombro una bolsa de tela blanca y protegiéndose del frío con una chaqueta de cuero negra y larga; salió de su casa, poniendo rumbo a la deseada biblioteca.

Aunque fuese temprano habían bastantes personas en la calle, por lo que no logró evitar el chocarse con las que caminaban a contracorriente suya.

Pero fué el encuentro con aquella chica el que la hizo salir de sus pensamientos.

Una muchacha hermosa, de cabellos negros, largos y brillantes; que llevaba un vestido blanco y largo, con unos tacones también blancos de no mucho tacón y un colgante con un pequeño cristal rojo.

Al parecer utilizaba un perfume caro, pues era fuerte y tenía un aroma agradable y fresco. Era una fragancia perfecta para su imagen.

Tenía la piel pálida y rasgos orientales, más destacados en su mirada, la cual atrapó a la rubia nada más se entrelazaron. Sus ojos eran oscuros y profundos, que a su vez eran brillantes y tranquilos.

Esa misma chica caminaba distraída mientras observaba a su alrededor, hasta que un pequeño choque la sacó también de sus pensamientos.

—Oh, lo siento mucho.—Se disculpó mientras se separaba rápidamente de la contraria, sonrojada y con algo de vergüenza.—Iba distraída.

—Tranquila, no es tu culpa. Yo también iba distraída.—Justificó Haruka mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

La pelinegra respondió con otra sonrisa, cosa que hizo que el corazón de la contraria se saltase un latido.

«Es realmente linda.»

Pensó mientras miraba a la pelinegra. Sacudiendo su cabeza para abandonar ese pensamiento, sonrió e hizo una reverencia para continuar con su camino hacia la biblioteca.

Al llegar, fué a la sección de libros clásicos y tomó uno cualquiera, para después sentarse en una silla y comenzar a leer.

Y así pasaron las horas, hasta que llegó el momento de comer. Realmente no tenía demasiada hambre, así que al salir de la biblioteca, fue directamente a por un café.

Al entrar al pequeño y acogedor negocio, se dirigió a la cola y esperó a su turno. Pero había un aroma que le resultaba familiar. Una muchacha había entrado en el mismo café que ella y se había puesto justo detrás suya para hacer la cola también.

𝐑𝐎𝐌𝐀𝐍𝐓𝐈𝐂 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑, gin akutagawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora