Iris, una joven pelirroja, corría por las calles del pueblo. Horas atrás había sentido que la seguían, y lo había confirmado cuando, al aligerar el paso, la persona también lo hizo. Ahora completamente segura se dirigía al bosque donde podría perder fácilmente al desconocido. El bosque, creyó, era su opción más segura: había crecido toda su vida en éste, y creía conocerlo a la perfección.
Al adentrarse y recorrer varios metros notó que el desconocido, lejos de despistarse, estaba cada vez más cerca. A esa distancia no podría esconderse y maldijo no haber entrado a la casa de algún aldeano cuando tuvo la oportunidad. Trató de formar un plan y pensó que, si frenaba en seco, causaría un efecto sorpresa y podría atacar primero. Pero, cuando estaba a punto de hacerlo, cayó en un lago muy profundo. Desconcertada, trataba de salir: era como si el agua la hubiera tragado y por más que nadara no llegaba a la superficie, poco a poco fue perdiendo la fuerza y con ella la conciencia.
—·—
Asustada, miraba para todos lados tratando de averiguar qué camino debía seguir dentro del complejo laberinto, ambos lucían exactamente iguales, sin embargo, sabía que no lo eran; uno la llevaría a la salida, el otro la terminaría perdiendo aún más. De repente, y como si su madre se hubiera dado cuenta de la discordia que la niña presentaba, se escuchó su voz desde el final del recinto. —Pequeña, ¿logras escucharme? Ven aquí. —Sólo ese comentario bastó para que la niña girara su cuerpo y caminara directo por el pasadizo de la izquierda y luego de unos minutos corriera a los brazos de la mujer que, muy alegre, la felicitaba.
Mientras volvían a casa, la mayor dijo algo que quedaría marcado en la mente de Iris: ¬
—Si un día no sabes qué camino tomar, piensa qué haría mamá.—·—
Se despertó en un lugar cálido, notando que ya no estaba mojada, y aún sin abrir los ojos, trató de percibir algún olor o ruido que le diera indicio de dónde estaba. Escuchó unos pasos, una puerta abrirse y seguido a eso alguien, del otro lado del lugar, pararse. Había tenido compañía todo este tiempo.
—Ya llegué Ivalu, Aladdia dijo que me necesitabas urgentemente, que habías encontrado a una joven y un gato, asumo que hablaba de ellas. Estoy en lo correcto, ¿verdad? —La persona de la puerta hizo presencia: por su voz notaba a una mujer adulta, tal vez unos 50 años, pero no podía estar segura. Se alegró al escuchar que su gata estaba con ella, aunque no entendía cómo había llegado, ya que la había dejado en su casa antes de la persecución con el desconocido.
—Sí, Madame Marcel, fui a un retiro en el bosque y Fuego me guió hacia un claro donde se encontraba inconsciente. Cuando me acerqué a ella, éste mismo me guió de nuevo hacia nuestra familia. El gato me siguió siempre atento a lo que hacía, asumo que es su familiar. —La otra voz denotaba a una mujer más joven, muy respetuosa. Trató de analizar las palabras que había escuchado, cada vez todo parecía más raro.
Ambas quedaron en silencio por un momento, luego intercambiaron un par de oraciones que Iris trató de entender. La mujer le había preguntado a la tal Ivalu si sólo Fuego la había guiado; esta apenada negó y dijo que Luna también, mientras pedía disculpas.
Madame Marcel la interrumpió. —No sucede nada, puedes agradecer a Luna de mi parte. ¿Podrías ser tan amable de buscar a Clara y pedirle que se acerque?—Iris asumió que Ivalu asintió ya que escuchó unos pasos rodear la habitación, abrir la puerta y alejarse sin antes cerrarla. Estaba muy concentrada tratando de unir todos los cabos cuando la mujer habló.
—Sé que estás despierta querida, ¿puedes decirme cómo te sientes? Luego te explicaré todo. —Por un segundo todas las opciones que tenía pasaron por su cabeza: sabía que no serviría de nada fingir por más tiempo estar inconsciente, debía enfrentar a estas personas y tratar de salir de este lugar sana y salva. Poco a poco abrió los ojos y se fue incorporando, quedando sentada contra el respaldo de la cama. La habitación era muy acogedora, contaba con una pequeña mesa, una chimenea, y decoraciones hermosas. Parecía el cuarto de una cabaña en alguna película familiar, era simplemente perfecta.
ESTÁS LEYENDO
La orden del cuervo blanco: círculo de brujas
FantasyCada cambio significativo en la vida es precedido por una decisión que dirigió el rumbo hacia tal camino. Iris no sabe cuál fue la suya, pero no le importa demasiado. Ahora tenía mayores cosas de las que preocuparse. "Cada bruja venera a un Espíritu...