Se lo advertí, le dije que dejara a mi novio en paz.
Al acabar la mañana, espero sentada al lado de las puertas principales de la universidad a que Fiorella se vaya.
La veo salir, con una sonrisa en la cara, ¿Por qué está tan feliz, acaso no sabe el daño que me causa?
Me pongo en pie y la sigo, vive a unos cuantos bloques de la universidad en un pequeño cuarto que alquila.
Entra y cierra la puerta detrás de ella. Bien, es el momento. Debo defender lo que es mío, meto la mano a mi mochila para asegurarme que el cuchillo que traje sigue ahí.
Toco la puerta tres veces, toc, toc, toc.
Escucho unos pasos acercarse y el cerrojo abriéndose. Poco a poco la puerta se abre y me deja ver su cara a través de la rendija.
Antes de que me cierre la puerta en la cara logro meter la parte delantera de mi zapato entre la puerta y el marco de esta. Empujo con todas mis fuerzas y una vez dentro cierro la puerta de un golpe y me pongo frente a ella.
- ¿Qué haces aquí? Vete de mi casa ahora mismo - Parece asustada, su boca entreabierta. Con esa misma boca seguramente estuvo besando los hermosos labios de mi novio. - Llamaré a la policía.
Saco el cuchillo de mi mochila y me abalanzo sobre ella. Caemos al suelo y ella trata de agarrarme las muñecas para que no le aseste una puñalada. La rabia me puede y logro zafarme de su agarre, propinándole así la primera puñalada cerca de la clavícula. Grita.
-¡Estás loca! ¡No conozco a tu novio, jamás lo he visto en mi vida! - Miente - !Ayuda! ¡Ayuda!
Su mentira solo hace que me enfurezca más y trato de clavar mi cuchillo cerca de su corazón. Vaya, que dura está esa parte. Supongo que tiene sentido por todos los huesos qué protegen la cavidad torácica.
Como mi plan inicial no da frutos empiezo a asestarle puñaladas en la garganta. Una tras otra. Sus gritos se convierten en unos gorjeos y la sangre empieza a desbordarse por todos lados.
Mi mirada fija en sus pupilas, veo como la vida desaparece de su cara poco a poco. Ya no eres tan bonita, ¿eh?
