Nuestro primer encuentro

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Las notas de un arpa bailaban en el viento, atrayendo la atención de una pequeña y patética criatura del tamaño de la palma de una mano.

Con su pequeño cuerpo, agitándose al son del susurro del aire, se acercó al joven humano, que con orgullo acariciaba las cuerdas del arpa de madera con un cariño que pocos músicos podían presumir.

Cerró sus ojos blancos a la par que se sentaba frente al niño, que con entusiasmo siguió tocando la canción.

Sus pestañas negras estaban presionadas suavemente una contra otra, mientras sus labios se movían, cantando una historia.

Tristemente el pequeño ser elemental no podía entender, pero aún así disfrutaba de los tonos vocales del bardo de ropas humildes.

Al terminar, abrió los ojos y suspiró...hasta que oyó pequeños aplausos que parecían simples aleteos de una paloma.

Y ahí estaba la pequeña criatura, aplaudiendo con energía tanto como sus diminutos brazos podían.

"Vaya vaya...¡tengo público!"

El bardo desconocido le sonrió tiernamente a la criatura, la cual se había quedado mirando fijamente el arpa de madera.

"Gracias por escuchar pequeñín..."

El joven de cabello negro se arrodilló frente al extraño ser y con el dedo índice dió unas pequeñas y suaves palmadas en su cabeza, tratando de no aplastar los dos pliegues azulados que salía de su capucha blanca.

"Jeje...que tierno. Me pusiste de buen humor, voy a tocar otra canción y solo para tí"

No sabía bien que estaba diciendo, pero cuando vio que carraspeó y se sentó en el suelo mientras miraba las cuerdas del arpa, supo que iba a seguir.

Una pequeña nube de polvo se levantó cuando el único público del bardo se sentó bruscamente en el suelo, con sus pequeñas patas abiertas y su capa ondeando con la suave brisa.

El niño le dió una última sonrisa y comenzó.

"Un pozo pintado vio una paloma sedienta:
Tiróse a él tan violenta, que contra la tabla dio.
Del golpe, al suelo cayó, y allí muere de contado.

De su apetito guiado, por no consultar al juicio,
así vuela al precipicio el hombre desenfrenado."

Abrió sus ojos azules y miró a la criatura que tenía en frente, la cual apenas se había movido y no aplaudía como antes.

"¿Te gustó? Preguntó el bardo, viendo como los ojos de su único espectador se empezaban a cerrar. "¿Cosita, estás?

Con su dedo índice picó un par de veces su cuerpo. Parecía haberse dormido.
Una risa escapó de sus labios y con cuidado recogió a la criatura durmiente y la metió dentro del calor de su capa.

Volvió a tomar asiento, recostándose en uno de los muros de la ciudad confinada por la tormenta y nuevamente comenzó a tocar.

Only the two of usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora