El pan

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Las horas pasaban y los civiles se empezaron a concentrar más en las tabernas y bares para comer y disfrutar de un buen vino.

Aunque no tenía mucho dinero, el joven bardo se ganaba la vida de forma honrada. No era el más popular ni mucho menos, pero hacía sus mejores esfuerzos.

Sacudió su monedero sobre su mano y unas cuantas moras cayeron. Suficiente para comprar un sándwich y algo de beber.

Y tras buscar por cada calle, encontró el sitio más económico al que podía acceder.
Unas tostadas del pescador y un poco de jugo de manzana serían más que suficiente.

Y justo cuando ya había pagado todo y se disponía a buscar un banco en el que sentarse, notó un pequeño movimiento y el sonido de ropa moviéndose.

"¡Cosita!" Emocionado, abrió un poco el cuello de la capucha para ver como el espíritu se estiraba, emitiendo un sonido bastante agudo y en su opinión, tierno.

"¿Dormiste bien? ¡Ni siquiera me terminaste de oír y ya estabas roncando! Que público mas maleducado~" el espíritu solo emitió un par de sonidos más.

"Ummm...¿Eres un tipo de seelie? Suenas justo como esos que venden en el mercado. Pobres criaturas, los venden en botellas de cristal solo para tenerlos de mascota. ¡Los seelies son seres de la naturaleza, no perros...!"

Dirigió su mirada al pequeño ser, que se había asustado por la subida de tono y el cambio de emociones en el bardo.

"Perdón...no quería asustarte. Solo me da mucha rabia que le prohiban la libertad a cualquier tipo de criatura, incluso a los humanos..." Dijo mientras se sentaba en un banco, seguido por la figura blanca flotante.

"Estamos confinados en ésta maldita ciudad desde hace ya tiempo. Esa barrera de viento...no somos idiotas, la colocó nuestro "gobernante". No he visto el cielo azul desde que nací, solo en fotografías. No se acercan los pájaros porque salen volando. De hecho no se cómo llegaste aquí sin...uh..." Un escalofrío recorrió su espalda.

Los ojos blancos de lo que parecía un seelie lo miraban atento. Se fijaba en como movía los labios, como fruncía las cejas o como parpadeaba, en un inútil intento de descifrar el lenguaje humano.

"Siento que no me entiendes...¿Sabes hablar? Cualquier idioma que hables puedo intentar aprenderlo"

Y la mirada seguía, rodeada de un silencio infernal.

"Levanta una pata si sabes qué estoy diciendo"

Obviamente no recibió respuesta alguna. Lo que el bardo no sabía es que la criatura sí podía recordar todo lo que había dicho...solo no sabía interpretarlo.

"Bueno...igual gracias por la compañía. Es gracioso, te sigo hablando aunque sé que no me entiendes...la gente va a pensar que estoy falto de tornillos jeje..." Abrió la cajita en la que tres rebanadas de pan con el tomate y la cebolla descansaban.
Agarró una de las rebanadas y se las llevó a la boca. El primer mordisco lo hizo sonrojarse y casi babear.

En cambio, el pequeño espíritu se sentó en la tapa de la caja, observando el alimento.

"¿Tienes hambre? ¿Puedes...comer?" Agarró una de las esquinas del pan y la arrancó. Se aseguró que llevase algo de cebolla. "Come..."

Nuevamente recibió silencio.

"Oye Cosita, me agrada estar contigo pero veo falta de comunicación entre nosotros" empezó a reír por no llorar. Aunque tenía contactos en la ciudad, sí es cierto que se centró tanto en aprender a ganarse la vida que perdió a varios amigos que podían considerarse cercanos. Esa cosa era su única compañía desde hacía quién sabe cuanto.

"Umm...creo que no puedes ni comer" dijo con pan inflando sus mofletes. "No tienes boca"

El espíritu agarró el trozo de pan que antes le había ofrecido y en un intento de imitar al humano, estampó el alimento en su rostro, quedándose pegado por el tomate.

"¡Pero qué...! ¡No así no!" El bardo agarró el pan y se lo quitó del rostro. Estaba cubierto de tomate con especias y algunos pedazos de cebolla adornaron su rostro. Parecían cejas. El chico empezó a reír muy fuerte.

"¡Jajajaja tendrías que verte!"

Y por primera vez sintió comunicación con el bardo. Ese sonido le transmitía...paz...felicidad... y todo eso era por el pan y su ridícula imitación humana, ¿Cierto?
Entonces lo haría otra vez.

Agarró nuevamente el pan y lo volvió a apretar con su rostro, haciendo un agujero y encajandolo en su cabeza.

"¡Jajajaja maldita sea para! ¡Me ahogo aaah!" El humano se recostó en la banca mientras tosía pedazos de pan.

Una vez ganó su compostura, retiró el pan de la cabeza del pequeño ser.

"Voy a guardar un poco más para la cena. Asumiré que no necesitas comer...umm..."

El bardo sacó su lira.

"Vamos a ir a un bar a entretener a un par de borrachos, ¡Las moras no se ganan solas!"

Felizmente el espíritu lo siguió. El de cabellos oscuros no pudo evitar sonreír... sentía que el destino quería que la cosita y él fuesen amigos. Y así sería.

Only the two of usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora