Nos levantamos y salimos en dirección al bote.
Podíamos haber ido por el puente, pero no quise. debía perderle mi miedo al agua, e ir y venir en bote de una casa a otra no era una mala manera de intentarlo. Lo primero que llamó mi atención fue la cara de Rose, parecía cansada y tenía los ojos cristalinos. Nim y yo nos miramos pensando seguramente lo mismo.
-Querida, Nimellia te acompañará a casa.- dijo Rose con la misma mirada que hace unos segundos, sólo que ahora intentando cubrirla con una sonrisa.
-¿Ha hablado con mi abuela?- pero debería haberme callado la boca, porque la reacción de Rose me dejó perpleja.
-Sí, he hablado con Dolores.- respondió más seca y fría que antes.- Ahora debes irte Julie.- y dicho esto emprendió el camino hacia su casa, no sin antes dedicarle una mirada a Nim ordenándole que me acompañara.
-¿Nimellia?- pregunté a Nim burlonamente- ¿Enserio?-
-Lo sé, catastrófico.- respondió Nim entre risas.- Mis padres son algo hippies, les gusta ir en contra de la corriente, y créeme, no creo que conozcas muchas Nimellias en el mundo, así que aprovecha el ejemplar que tienes en tus narices, querida.- dijo finalizando la frase como su abuela.
-Lo haré.- respondí riendo.
-Seguro.-
-Oye, Nim, no debes acompañarme si no quieres, puedo ir sola, además tengo mi bicicleta, no tendría sentido que vinieras tú a pie hasta mi casa.-
-Quiero hacerlo. Además, ¿quién dijo que iría a pie?-
Fue al garaje y al volver trajo consigo una hermosa bicicleta violeta.
-No dejas de sorprenderme.- dije riendo.
-Jajaja, lo sé, soy cool.-
Y emprendimos camino hacia mi casa. Como no quedaba demasiado lejos, en 5 minutos estábamos en la entrada de la casa de mi abuela.
-Gracias por acompañarme, no era necesario, pero fue bueno contar con tu compañía.-
-No hay de qué. ¡Espero verte pronto, Jules! Adiós.- dijo retornando camino a su hogar. Me caía bien esa chica, podríamos ser buenas amigas si volviéramos a vernos, cosa que veo muy difícil.
Al entrar en casa me encontré con una imagen algo extraña. El delicioso olor que siempre había en la casa de mi abuela, penetró mi nariz y me tocó el corazón. Había olor a lasaña de verdura y queso, cosa que me encantaba y a mi abuela también. Lo único diferente era la energía del lugar, como triste, decaída.
-Abuela, llegué.- grité dejando mi abrigo y mis zapatos en la entrada.
-Pasa querida, ya casi está la cena.-
Recorrí el comedor, hasta llegar a la cocina y encontrarme a mi abuela terminando la salsa que cubriría la lasaña más tarde.
-Mmmmm! Qué rico huele abue.-
-Lo sé, estuve preparándola especialmente para ti.-
-Abuela, estuve observando a la señora Rose, y al volver a la casa tenía una mirada cansada, extraña. Lo más raro fue que cuando le pregunté por ti, me respondió fríamente y evitó tocar demasiado el tema. ¿Ocurrió algo entre ustedes?-
-No, cielo, no ocurrió nada.- dijo mi abuela volteándose y dejando así al descubierto sus tristes y empañados ojos azules. Algo ocurría aquí, y ninguna de las dos se atrevía a tocar el tema.
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Las cartas que jamás te envíe.
RomanceJules: "No hay encanto que iguale la ternura del corazón."-Jane Austen Nim: "Ninguno de nosotros quiere estar en aguas tranquilas toda su vida."-Jane Austen. Rose: "Estaba tan molesta, o mejor dicho tan triste, y lo peor de todo era que no tenía a q...