El despertar de la reina de los mares

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En el seno de una ciudad perdida en el mundo, una ciudad que se cree extinta, la maravillosa Atlantis. Es aquí dónde habitaba nuestra heroína, una joven normal de pelo negro y ojos verdes, como todos los habitantes de la ciudad. Ella vivía su vida tranquila junto a sus padres y disfrutaba salir cada día a nadar junto a Bloop, su mascota. Era una divertida y pacífica vida. Toda la Atlantis conocía a la pequeña, puesto que su padre era el rey de aquellas tierras perdidas, y por supuesto, ella heredaría el poder. Todos los atlanticenses apoyaban a la familia.

Pero claro, esta historia no sería contada si fuese solo color rosa. En realidad, así es como la pequeña Gawr Gura veía a su hermosa ciudad, como un lugar pacífico y tranquilo, pero no podría estar más equivocada. Aquella supuesta tierra pacífica, en realidad estaba en guerra constantemente con el reino humano, criaturas bípedas como los atlanticenses, pero que habitaban la superficie. Ellos no podían respirar bajo el agua como los habitantes de la Atlantis, a pesar de que estos últimos pueden respirar tanto bajo el agua como en la superficie. Debido a esto, los humanos decidieron construir máquinas que les permitían estar dentro del agua: los submarinos, o como los conocen los atlanticenses, monstruos de mar. Estas máquinas eran tan duras que ninguna de las armas de Atlantis podían atravesarlas, y disparaban unos proyectiles capaz de acabar con un escuadrón completo de un solo golpe. Eran verdaderamente aterradores, y el rey estaba bastante preocupado por esto. Hasta ahora habían podido mantener los combates lejos de la ciudad, pero sabía que tarde o temprano los humanos la hallarían, y no quería imaginar que sucedería entonces. Era una situación desesperante, puesto que las familias de las víctimas seguían sufriendo, el no poder alejarse de la ciudad provocaba escasez de alimentos, era todo un caos. 

Una fatídica noche, cuando el rey estaba contando un hermoso cuento de cuna a su pequeña Gura, una explosión interrumpió el hermoso momento seguido de la alarma de emergencia de la ciudad. El rey tomó a su pequeña y la llevó con él hacia una de las habitaciones sagradas del castillo, aquellas dónde ella tenía prohibido jugar. Ella rápidamente tomó a Bloop en sus brazos y siguió de cerca a su padre. La llevó por un pasillo oscuro, descendiendo en una escalera en forma de caracol. Al acabarse los escalones, el rey y la princesa se encontraban frente a una enorme puerta dorada, decorada con piedras al rededor. Gura todavía era joven, pero entendía a la perfección que esa puerta era muy importante. El rey se puso adelante de la majestuosa entrada y, tras decir unas palabras en una lengua extraña, esta se abrió. La princesa, a pesar de las dudas en su cabeza sobre qué estaba sucediendo, siguió a su padre al interior de la habitación. Allí, en el medio de un cuarto gigante, se encontraba gloriosamente incrustado en una roca, un magnífico tridente.

- Gura - dijo su padre-, princesa de Atlantis, nuestro reino está en grave peligro.
- ¿Qué? - respondió la pequeña, con incredulidad en su cara-. El reino siempre estuvo en paz, no entiendo a qué te refieres.
- Mi niña, tu inocencia no te permite ver la realidad. Escucha bien Gura - dijo el rey en un tono serio-, tomarás el tridente del antiguo rey Poseidón. Con él, serás capaz de escapar de aquí y ponerte a salvo.
- Papá - dijo Gura-, no entiendo nada. ¿Por qué debo dejar la ciudad?
- Me temo que corres un grave peligro aquí, no quiero arriesgarme a perderte. No tengo tiempo de darte los detalles, pero desde ahora deberás viajar a donde tu quieras, no importa donde sea, siempre y cuando te alejes lo suficiente de Atlantis - ordenó su padre.
- ¡Pero no quiero irme! - exclamó la hija, a punto de llorar.
- Es necesario, por el bien de nuestro pueblo y el tuyo.
- ¡No quiero! ¡Quiero estar contigo, con mamá y con Bloop! - gritó llorando, mientras extendía sus brazos sosteniendo a Bloop- ¡Quiero seguir nadando y reír junto a todos en la ciudad!

Su padre, en vista de las lágrimas de su hija, la abrazó fuertemente, intentando contener las suyas también.

- Hija... Esto no es un adiós, yo estaré bien. Mamá también lo estará y si quieres, puedes llevar a Bloop contigo, pero necesito que hagas esto. Eres fuerte, más que cualquiera en el mundo. Solo confía en mi.
- Papi...

Una explosión interrumpió el momento entre padre e hija. Los monstruos de mar humanos estaban invadiendo el castillo, y el rey sabía que era cuestión de tiempo antes de que los encontraran. Apartó un poco a su hija y se acercó al tridente. Haciendo uso de su increíble fuerza física, logró sacarlo de la roca sin hacer mucho esfuerzo. Lo extendió hacia su hija. Ella dudó sobre tomarlo, miró a Bloop el cual tenía una expresión preocupada en su rostro, y luego decidió tomarlo. Al hacerlo, una luz inmensamente brillante salió del tridente, envolviendo a Gura en ella. El poder que recorría su cuerpo era inimaginable, y ella podía sentirlo. Incluso Bloop se alejó de ella, temiendo que algo malo sucediera. Entonces, en el momento en que la luz se fue, frente al rey de Atlantis se encontraba parada una joven de pelo plateado y mechones azulados, tan claros como sus ojos que ahora eran azules. 

- Yo soy Gawr Gura, descendiente y heredera de Atlantis, y estoy destinada a volverme reina de los océanos - como si el tridente hablara a través de ella, pronunció esas palabras de grandeza.

Acto seguido, tomó a Bloop y apuntó su tridente al cielo.

- Adiós, papá - dijo con una cálida y nostálgica sonrisa.
- Adiós, hija - respondió su padre, devolviendo la sonrisa.

Envuelta en un rayo de luz, desapareció en un abrir y cerrar de ojos. El rey se había quedado maravillado con el potencial de su hija y repetía para sus adentros que si ella portaba el poderoso tridente, quizás pudiera ser quien salve a Atlantis. Pero su admiración duró poco, ya que segundos después una explosión provocada por un submarino humano derrumbó la increíble puerta que tanto poder emanaba. Ahora, se encontraba atrapado frente a más de veinte submarinos, pero simplemente decidió sonreír y aceptar su destino, pues su misión había sido completada.

Gawr Gura apareció en una playa humana junto a una burbuja de agua flotante, donde se encontraba Bloop, y un tridente en su mano derecha. No sabía dónde estaba, lo único que podía ver era el mar a sus espaldas y a humanos a lo lejos. Con cuidado, se acercó a una choza dónde parecían tener artículos varios. Tomó un traje azul, similar al de un tiburón, e intentó escabullirse sin que el dependiente la viera. Sin embargo, mientras iba saliendo a hurtadillas, chocó con una joven. 

- Supongo que no planeas robar eso - dijo la rubia.
- Eh... Yo... No estaba...
- Tranquila - interrumpió la desconocida -, yo pagaré por ti. Solo espera.

Gura le entregó el traje y la chica se dirigió al dependiente para pagarlo. Al cabo de unos segundos volvió y le entregó el traje. 

- Uh, gracias - dijo la atlanticense, tímidamente.
- No hay de qué, pero no vuelvas a robar, eso está mal - la regañó la desconocida- ¿Cómo te llamas?
- Soy Gura...
- Un placer haberte ayudado, Gura - sonrió y, acto seguido, se alejó hasta dónde la vista ya no alcanza. 
- Tenía unos lindos ojos azules - dijo Gura, casi susurrando. Luego puso rumbo tierra adentro, dejando atrás aquel encuentro y deseando saber quien era la joven que la había ayudado.

Se dice que desde entonces, se ha dedicado a vagar por la tierra, en busca de un lugar donde pueda disfrutar tanto como en su ciudad, pero siempre extrañando a su familia y a los habitantes de Atlantis. 

Holomyth - The BeginningDonde viven las historias. Descúbrelo ahora