La reina del inframundo

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Nos encontramos parados sobre tierras profundas, dónde las altas temperaturas, el suelo árido y el característico color rojizo nos deleitan. El infierno, hogar de Dioses como Hades, Anubis o Hela. Las almas cosechadas por las parcas hacen fila para entrar y vivir en este reino. Algunas acabarán siendo usadas por Necromantes para invocar no-muertos. Otras, podrían ser usadas para invocaciones espirituales en el reino de los vivos. El destino será el encargado de decidir que camino tomarán. Pero no estamos aquí para centrarnos en ellas, sino en quienes las cosechan. 

Mori Calliope, apodada Calli, es una parca famosa en el reino. Pasó su entrenamiento con la mejor de las notas y al momento de recibir su Oz, ella ya era una experta usándola. Tan así que decidió llamarla Ricky. Junto a ella, mostraban un desempeño increíble del cual los Dioses principales estaban al tanto. Era elogiada, temida y respetada. La parte que le tocaba era sencilla, solo salir al reino de los vivos atravesando uno de los portales que creaba con Ricky, buscar a su objetivo, tomar su alma y regresar al inframundo. Verdaderamente fácil, o al menos lo era en el caso de un humano. El principal problema siempre viene cuando la criatura tiene poderes, fuerza física o se resiste. Es en estos casos donde Calliope buscaba ayuda de su equipo. Fotia era una criatura que habitaba el inframundo desde hacía eones. Su cuerpo femenino iba casi al desnudo, dejando ver su hermosa piel color carmesí. Las curvas que se dibujaban en ella podrían ser apreciadas en cualquier lugar. Su cabeza, sin embargo, solo era un cráneo blanquecino, encendido en una llama eterna. Según ella, alguna vez fue una belleza tan grande que causaba envidia y, producto de eso, le lanzaron una maldición para que su rostro ya no fuese el mismo. Fotia utilizaba magia de fuego, por lo que tener la cabeza en llamas realmente no era un problema para ella, sino más bien para aquellos a quienes hipnotizaba con su profunda mirada, una que podía ver más allá del cuerpo y la carne, una que penetraba en tu alma, haciéndola salir e ir directamente al inframundo. Gracias a eso, Fotia se ganó el apodo de "la belleza mortal". Ella formaba parte del escuadrón dirigido bajo el mando de Calliope y, junto a estas dos, también estaba Ecio, un hombre envuelto en una túnica negra. Su rostro no era apreciable y sus brazos tampoco. Lo que caracterizaba a este personaje, eran sus dos cuervos. Cuando salía a cosechar almas, liberaba dos cuervos feroces que devoraban el alma de quien atacaban. Hay muchos rumores sobre quien es Ecio, o el porqué alguien así existe. Unos dicen que en realidad, Ecio son esos dos cuervos que se hacen pasar por un hombre. Otros, dicen que en realidad Ecio existe, pero ambos cuervos habitan dentro de él, alimentándose de su hígado día tras día. Lo único que se sabe con certeza, es que Ecio es una de las mejores parcas de todo el infierno, tan así que hasta La Muerte lo elogió más de una vez. 

Un día, La Muerte solicitó ver al escuadrón de Calli en persona. Por supuesto, un gran honor para ella, pero eso significaba una cosa: debían encargarse de algo muy peligroso. Y efectivamente, ese fue el caso. Enviaron al escuadrón a un lugar aislado, una zona del planeta a la que pocos podían llegar y, aquellos que lo hacían, no volvían. Ese lugar era llamado "La Montaña del Edén". Como su nombre indicaba, era una montaña que en el principio se encontraba en el Jardín del Edén, protegiendo a este. Pero con el paso de los años, se volvió un lugar oscuro y sombrío, dónde criaturas maléficas habitaban sus inmensas cuevas y cazaban a las que vagaban por los vastos llanos al pie de la montaña. Calliope, sin una pizca de duda, luego de pisar esas tierras remotas, decidió buscar a su objetivo. Seguida de Fotia y Ecio, caminó inequívoca hacia una de las muchas cuevas que se encontraban en el lugar. Se detuvo en la entrada de la misma, apreciando la diferencia de tamaño entre esta y las demás. Era unas seis veces más grande, y emanaba un aura aterradora. 

- ¡Atrás! - gritó, luego de unos momentos de silencio.

Por acto reflejo, las tres parcas del lugar saltaron hacia el aire, alejándose de la cueva. De ella, brotó un fuego abrasador que destruiría todo a su paso. Era una llamarada tan grande como la cueva misma. Al cabo de unos segundos, cesó, y de la cueva, con el rugir del aire, salió violentamente un dragón milenario, que se rehusaba a ver su hora llegar. Un gigante anaranjado, con alas inmensas, cuernos en su cabeza y unos profundos ojos rojos. En su pecho, llevaba lo que parecía ser una gema de color morado rojizo, incrustada en un collar. Era una vista majestuosa, si es que se podría definir así. Frente a este ser, Calliope sabía que tendría una batalla complicada.

- ¡Toma esto! - gritó Fotia, lanzando un hechizo de fuego sobre la cabeza del dragón. Lo que no esperaba, era que este simplemente se tragara su hechizo, sin inmutarse ni siquiera un poco. 

Tras unos minutos, el equipo de tres se encontraba evadiendo el fuego y las zarpas del gran dragón. Los cuervos de Ecio, volaban hasta lo alto y se lanzaban en picada, intentando golpear los ojos de la bestia, pero sin conseguir éxito alguno. Fotia lanzaba hechizos a diestra y siniestra contra las alas, para evitar que azote con arremolinados vientos. Calliope, junto a su guadaña, intentaban acercarse, esquivando zarpas y tratando de causar daño, pero parecía inútil.

- ¡Calli, nada funciona! - gritó Fotia, luego de evadir por muy poco una de las llamaradas del dragón.
- ¡Es el collar! - respondió la joven de pelo rosa - ¡Si se lo quitamos, se debilitará!

Calliope se había dado cuenta que el dragón no estaba defendiéndose a si mismo, sino que estaba intentando defender su collar. Supuso que esa era la fuente de todo su poder, y decidió atacar allí. 

- ¡Ecio, que los cuervos sigan atacando la cabeza! - ordenó - ¡Fotia, tu ayúdame a llegar al cuello!
- ¡Sí!

Calliope y Fotia se reunieron mirando de frente al dragón, el cual no dudó ni un segundo en intentar atacar con su potente fuego. Entonces, la chica con cabeza de fuego conjuró un hechizo sobre Calli, una armadura de fuego que le permitía resistir la llamarada. Fotia lo esquivó saltando a la izquierda, y Calliope se lanzó atravesando aquel bosque de fuego. Gritando, empuñó a Ricky y apuntó hacia el cuello de la bestia, en busca de ese collar.

- ¡Vete a la mierda! - gritó, antes de golpear el collar.

Un ruido sordo, seguido de un fuerte alarido del dragón. La gema incrustada en el collar, se rompió, y el dragón sufría un dolor que jamás experimentó. Una luz blanca cegadora embulló a la majestuosa bestia, y luego de unos segundos, en el suelo donde antes había un monstruo de casi 100 metros de alto, yacía un pequeño dragón rosado, con un moño en uno de sus cuernos. Era del tamaño de un humano y tenía el collar a su lado. Calliope, agotada tras la batalla, tomó el collar y lo examinó más de cerca. En realidad, ese collar era una maldición antigua, de un dragón milenario que vivió hacía siglos y que, en el momento de su muerte, decidió encerrarse en una gema para poseer a los siguientes dragones que intentaran conseguir el poder eterno. 

- La Muerte no quería al dragón - dijo Calli -, sino a esta gema.
- ¿Y qué hacemos con él? - preguntó Fotia.
- Veamos - pensó Calli -. Tú, pequeño dragón. Vive libre de ahora en adelante, viaja a cualquier lugar del mundo si lo deseas, porque yo, Calliope Mori, futura reina del inframundo, te he liberado de la maldición a la que estabas sometido.

El dragón miró a Calli, y luego de unos segundos, sonrió, para luego partir volando lejos de la montaña. 

Luego de entregar la gema a La Muerte, Calliope Mori fue proclamada la mejor parca del inframundo. La Muerte la escogió como heredera al trono, y luego de unos meses, finalmente fue coronada. Pero claro, su personalidad no podía permitirle estar sentada por siempre en un trono. Es así como decidió nombrar a Fotia como su mano derecha, y a Ecio como guardaespaldas de Fotia. Entonces, se dedicó a viajar por el mundo, cosechado almas personalmente, mientras Fotia y Ecio se quedaban a cargo del inframundo. 

Los años pasaron y, un día, La Muerte, Calliope Mori, reina del inframundo, se encontró con algo con lo que jamás pensó que debería lidiar. Debía quitarle la vida a un ave majestuosa envuelta en llamas, que renacería de sus cenizas al finalizar el trabajo. Pero eso, es otra historia.  

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2021 ⏰

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