Capítulo 4

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Tabito se sentía algo mal por haber dejado a Yukimiya plantado, se sentía horrible por eso, y pensaría que era un patán sin duda pero realmente se había ido despavorido por una pequeña frase que uso Eita haciendo que saltaran alarmas y que no tenga más remedio que buscarle.

« Estoy destrozado... »

Antes que la persona que le gustaba era su amigo, no podía simplemente rodar sus ojos y seguir con su vida sabiendo que el pobre estaba de lo peor, sabía como se sentía que la persona que te gustaba te haga daño de esa forma, el lo sabía, Kenyu lo sabía... Luego podría disculparse por irse, el entendería, Kenyu es una persona fuerte ¿Está bien, no? Una vez llegó a la plaza solo pudo ver a un Eita con las manos en la cabeza, mordiendo su labio para evitar llorar... Se veía muy mal y eso le dolía a Tabito como no tenía idea.

- Estoy aquí.
- ¿Seguro que Yukimiya no se molestará por dejarlo de repente?
- Después me disculparé, tu me importas ahora. -dijo Tabito, odiaba dejar en claro que Eita era más importante que Yukki... No era así... O eso creía.
- Siempre te importo, deja de preocuparte tanto por mi. -dijo Eita entre pequeñas risas, descuidando una pequeña lágrima que caía por su mejilla- Que horror...
- ¿Puedes decirme qué pasó?
- Es lesbiana.
- Oh mierda... -murmuró algo atónito Tabito, tapándose la boca.
- Si, me dijo que me apreciaba mucho... Pero no podía seguir usandome como fachada ya que sabía que no le gustaban los hombres. -comentó Eita arreglándose el pelo para luego suspirar- Bien por ella.
- ¿Y que pasa contigo?
- Ella me gustaba mucho...
- Lo sé pero... -decidió callar antes que seguir presionando a su amigo.

Sin embargo este no tardó en agarrar a Tabito como un pequeño saco de boxeo, solía hacer eso cuando estaba frustrado, golpear su pecho sin intención de hacerle daño, tan mal estará que los golpes que daba si dolían.

- Cambiando de tema... Me puse a pensar ¿Que pasa si me gustan los chicos?
- Vaya forma de cambiar el tema, huh. -murmuró Tabito agarrando las muñecas de Eita para evitar que lo golpee aun más- Es lo mismo que gustar de una chica... Creo que es cuestión de probar... O que se yo.
- ¿Probar dices? No es como si las personas fueran comida.
- Si eres caníbal pues si.
- Lo pensaré. -jugueteó el de mechones verdes antes de reir suavemente- Probar... ¿Te refieres a acostarte con un chico?
- Puede ser simplemente un beso, con cualquiera bastará si es que quieres hacerlo.
- Ah...
- Si...
- ¿Y si te beso a ti?
- ¿Perdón?

Hubo un silencio algo incómodo, ambos chicos mirándose a los ojos, uno bastante tranquilo como para ser verdad y el otro que se puso nervioso con solo la mención de la palabra con B ¿Que demonios estaba pasando?

- Bebiste ¿Verdad?
- Un poquito. -rió Eita antes de suspirar- ¿Entonces?
- No lo sé... -claro que quería recibir un beso de Eita Otoya... Sin embargo era incómodo por el simple hecho de que no podía parar de pensar en Yukimiya.
- Es para probar... Aunque no te obligo. -trató de convencer Eita haciendo que Karasu soltara un suspiro algo derrotado.
- Solo uno...
- Solo uno.

Eita se apresuró a tomar la mejilla de su amigo acercándose de forma estrepitosa a el, Karasu solo se alejó por instinto, haciendo que se repitiera 20 veces que no hiciera nada tonto, una vez estuvieron lo suficientemente cerca, pudo escuchar la risita de Eita a milímetros cerca de sus labios... Era algo cruel reír en un momento así... Cruel... Probar... ¿Así se sentiría Yukimiya?

- Entonces escapas de una cita... Para besarte con alguien más, eres una mala influencia para Ryusei. -dijo una voz conocida haciendo que ambos chicos se separaran para ver a dos jóvenes en frente de ellos. Sae Itoshi junto a Rin Itoshi.
- Es muy bajo eso, Karasu. -dijo Rin como si buscara echarle más leña al fuego que creó su hermano.
- Pobre Yukimiya... Entiendo porque se fue llorando... -susurró Sae, siendo Tabito el único quien lo escuchó haciendo que se alarmara.
- ¿Eeeeh? -soltó Eita algo confundido ante los reclamos del pelirrojo. Tabito solo pudo tomar a Sae del brazo llevándolo a otro lugar.

Entre Dos HilosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora