Para él

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—¡Sen-Senku!

—Leona ruidosa...

Ella hunde la cabeza en la almohada mientras siente que él aumenta la fuerza de las estocadas. Las manos de Senku estrujan sus caderas, sus ojos recorren su espalda sensual hasta llegar a sus piernas. Su respiración se volvió más profunda.

—No me llames a-así...

—¿Y cómo debería llamarte entonces?— En un movimiento brusco tiró de sus cabellos rubios, bajando hasta que el aliento chocará en sus oídos. El movimiento de sus caderas ganaron fuerza para ir más profundo y con más regularidad— Leona ruidosa y sucia... ¿Tú querías esto, no?—Un largo gemido salió de la boca de ella, la mano libre de él bajó a estimular su clítoris.

Solo podía verla con una sonrisa orgullosa.

Y todo por su estúpida ropa.

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Senku y Kohaku llevaban dos años de casados luego que la humanidad se restableciera, para impresión de muchos. Llevaban una vida tranquila y relativamente normal para ser ellos.

Hace un tiempo cuando salieron a comprar, la atención de Kohaku cayó por un segundo en una de las vitrinas de una tienda verdaderamente elegante, en él se mostraba un conjunto muy parecido al que recordó usar cuando jugaron póker en la primera versión del Perseo.

—¿Qué pasó?— Senku se detuvo cuando notó que ella dejó de prestarle atención.

—No es nada, ¿Qué decías?— Retomaron el camino, tenía algo mente ahora, pero sería sorpresa.

—Que Xeno nos invitó a ir a EE.UU. para...

Luego de unos días, regresó a misma tienda con una sola idea realmente emocionante en la cabeza.

Y claro que la cumpliría.

Esa misma noche, cuando Senku volvía luego de pasar la tarde en su laboratorio, ella lo recibió con una sonrisa.

—Estoy en casa...— Cerró la puerta, cuando giró para buscar a su esposa con la mirada no pudo con la sorpresa— ¡¿Kohaku?!

Y es que la vista era realmente maravillosa. Un vestido largo escotado que dejaba ver sus preciosos y suaves pechos, con una abertura en la pierna derecha mostrando unas medias oscuras hasta el muslo, sostenidas por un liguero a juego. El vestido se moldeaba perfectamente a la figura de su esposa, destacando sus caderas. Mierda ¿Si quiera estaba usando ropa interior?

Tuvo que obligarse a regresar a la realidad, aunque sería muy difícil, en ese momento solo existía su Leona.

Rio ligeramente— ¿A qué se debe está sorpresa?—Alzó una ceja mientras sonreía, sus ojos la recorrían de pies a cabeza sin mucho disimulo— ¿Acaso me olvidé de alguna fecha especial?

Fue avanzando hacia él contorneado las caderas. Lo tomó de los hombros y acercó sus labios a los masculinos, siendo completamente correspondida en un corto beso.

—No es nada de eso, solo me trajo recuerdo de cuando jugamos en el Perseo hace años.

—¿Ah, sí...?—Dijo sin poder escucharla bien. Sus frías manos bajaron por la espalda desnuda hasta quedarse en su trasero, preguntándose si debería entrar por esa bella abertura de la prenda.

Por qué, mierda, su esposa era verdaderamente sensual. La caída de la falda dejando ver una de sus piernas esbeltas y con esas medias no era más que una invitación que claramente aceptaría.

Kohaku no se quedó atrás y fue quitándole la bata que aún llevaba de su trabajo, acercándose hasta que los pechos de ambos se encontraron.

Entre besos que subían de nivel, Senku estrujaba las caderas de ella con el fin de que sintiera su erección por encima de la ropa, estremeciéndola.

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