ANGEL

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Los dedos no le alcanzaban para contar las veces que había visto aquella cabellera negra pasearse al frente del refugio de animales en el que trabajaba. Le gustaba tener todo en orden, incluso dentro de su propia cabeza. Por lo tanto, se había permitido enumerar por semanas los acontecimientos ocurridos durante su turno de trabajo:

1. En la primera semana le había visto pasear en su motocicleta y además bajarse para echarle un vistazo a los gatos que recién llegaban al refugio.
2. La segunda semana un tipo rubio le acompañaba, fue la misma rutina de la semana anterior.
3. La tercera semana se acompañó de tres tipos rubios: uno alto con un tatuaje en la cabeza, uno bajo con una mirada relativamente tranquila y el mismo que había visto anteriormente.

Conforme pasaban aquellas semanas la concurrencia de aquel grupo comenzaba a colmarle la paciencia. La realidad era que le temblaban hasta los huesos cuando los veía pasar. ¿Quién no temblaría de miedo por ver a un grupo de pandilleros frente al local donde trabaja?. Apresurada, Kirumi _______ pensaba que en cualquier momento sería asaltada y que lo único que podrían llevarse de allí serían croquetas de cachorro y de gato, además de las jaulas donadas por los extranjeros. Colocando un poco de contexto, _______ recién cursaba la escuela secundaria. El trabajo en el refugio era solo para ayudar a solventar los gastos de su hogar (y los propios, porque tenía un apetito enorme y gustos "caros"). Y además era algo que llenaba su corazón de amor, la paga no era la mejor y prefería decir que era voluntaria de aquel lugar tan poco concurrido por el pueblo japonés.

Cuando llegó el tiempo de cerrar, tomó su teléfono móvil y tecleó el número de su mejor amiga, Tachibana Hinata. Uno, dos, tres, cuatro pitidos... y al fin contestó.

—¡Hina-chaaaaan!—Gritó _______ a través del teléfono móvil que mantenía en su mano derecha pegado a su oreja.

—_______-chan, estoy con Takemichi en este momento... ¿Sucedió algo? —Susurró.

—¿Por qué susurras, Hina-chan? ¿Interrumpí algo? —Susurró también. —Solo era para actualizarte sobre los vagos que se pasean por la tienda, aún no me asaltan, he sobrevivido al día 20. —Musitó con alegría. A su vez, daba brinquitos mientras se encaminaba al autobús que la llevaría a casa.

—Deberías preguntarle a Yamagishi. Él sabe mucho sobre pandillas, quizá los conozca. E interrumpiste mi casi-beso, tarada. —Volvió a susurrar. —Te hablo más tarde. —Colgó.

_________ suspiró a la par que seguía caminando. Se sentó en la parada, a la espera del bus. Sintió una presencia a su lado pero no le tomó importancia: su cabeza estaba divagando en los sucesos ocurridos hasta ese momento. Aprovechó para mensajearle a Yamagishi: "S.O.S. Solicito información sobre las pandillas cercanas a mi trabajo. Cambio. !!"

—Oi, tú. La de lentes.

Al escuchar aquella voz gruesa dirigirse hacia ella no pudo evitar sobresaltarse. Claramente estaban hablándole, no había otra persona con lentes en la parada del bus. Su mirada viajó a su derecha y se topó con aquella cabellera negra tan característica que había visto diariamente desde hace tres semanas. Si examinaba mejor el rostro del chico... éste contaba con colmillos prominentes y unas cejas muy marcadas y gruesas, además del cabello largo. Su boca se quedó seca por algunos segundos antes de contestarle de regreso.

—¿S-sí? —Tartamudeó. ¿Desde cuándo ella era tartamuda? Sí, a partir de ese mismo instante. El uniforme color negro que portaba el muchacho era muy peculiar, brincaba a la vista. Y obviamente le hacía parecer más rudo de lo que era.

—Te he visto. —Mencionó. —Trabajas en el refugio, ¿no es así? ¿O solo estás de paso?

—Y-yo... trabajo ahí. —Confesó. Internamente deseaba golpearse ya que estaba dándole información a un extraño. Bueno, a un extraño que le transmitía miedo, pero era atractivo. Esa era su defensa.

stand by you | keisuke baji x readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora