F I R E

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Ni el cielo profundamente azul, casi indistinguible por la oscuridad, ni los interminables puntos parpadeantes en el cielo eran suficiente para Uriel, era una escena bonita, sí, era una experiencia de la que se estaba perdiendo, sin duda, pero Pablo lo estaba poniendo nervioso, no podía simplemente redirigir su mirada hacia un lugar que no fuera él.

Uri estaba preocupado, llevaba preocupado días, sin duda se encontraba bastante cansado, apenas había dormido un par de horas. Por otro lado, sabía que Pablo había dormido incluso menos que él. Días antes lo había intentado arrastrar a dormir, solo para quedarse dormido él y despertar dándose cuenta de que el susodicho estaba viendo su celular sin haber dormido nada.

Es por eso que se vió en la responsabilidad de persuadir a Pablo para llevarlo a un lugar relajante, habían invitado a Mauri también, pero estaba bastante ocupado y simplemente no podía darse ese tiempo libre.

Realmente parecía estar funcionando, Pablo se dejaba guiar por aquella profundidad perdida frente a sus ojos. La marea del mar, la madera quemándose y la música lejana eran sedantes.

A pesar de la baja temperatura, el pecho de Uriel se había calentado viendo a Pablo recargado contra su hombro, sus ojos brillaban por el reflejo del fuego adormilado.

Se sentía en paz con Pablo tan calmado.

"¿Qué sientes?", preguntó Uriel en voz baja.

"Me siento bien", miró su techo de estrellas melancólicas, "creo que es lo que necesitaba", sonrió.

Uriel se acomodó para darle un beso en la cabeza, se sentía preocupado y feliz. Pablo se sintió cálido por un momento, hasta que recordó qué los llevó ahí... extendió su mano y el fuego abrasador de fondo lo desanimó lo suficiente como para suspirar, últimamente sentía que todo, los directos, YouTube, tener que fingir estar bien para mantenerse, todo eso lo consumía, como el fuego a la madera.

Uriel extendió su mano junto a la suya sin decir nada, Pablo lo miró confundido, buscando respuesta a si había adivinado lo que pensaba, y lo único que recibió fue una sonrisa agobiada.

"Oye, estoy-", Uriel lo interrumpió metiendo rápidamente sus brazos por los costados de Pablo en un abrazo, ahogó su cabeza en su cuello y aferró sus manos a su espalda. Pablo inconscientemente le devolvió el abrazo.

"Me da pena decir estas cosas", habló con su voz sofocada por el suéter de Pablo, "lo siento si es así, pero me importas más que nada", se ahogó en sus palabras y hundió más su cara avergonzada, "y quiero que estés bien... pero sé que no lo estás", se aferró más a sus brazos.

Pablo rió suavemente y con un pequeño empujón para tomar su mano, logró que Uriel volviera a su posición anterior. Aunque ahora ambos se recargaban entre ellos.

Pablo extendió sus manos entrelazadas, "justo ahora estoy bien", y por fin, después de tanto tiempo, se sintió en paz.

Fire | Puvlo/UrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora