Capitulo 2

4 0 0
                                    

La mañana siguiente fue extrañamente veloz. Daiane parecía estar desanimada también, así que la caminata a la escuela tanto en ida como la de vuelta fue en silencio. De vez en cuando haciendo un comentario sobre el clima y nada más.

Tuve miedo.

—Por cierto, ¿no has visto mi osito de peluche? Ha desaparecido, junto con varias cosas, ahora que lo pienso…—pregunté.

— ¿Charlie? No, no lo he visto. Creo que deberíamos hablar con papá, que tus cosas se marchen solas no es una explicación racional. Lo que más me preocupa es que solo te atacan a ti, porque ni a mí ni a papá nos ha sucedido lo mismo. Podría ser algún psicópata obsesionado contigo—comentó con preocupación.

Ella tenía razón, aunque no me caía mucho la idea de la obsesión, sino la de algún vecino que quisiese burlarse de mí.

—Buscaré mejor, y si no lo hallo, hablaré con papá.

—Buena decisión—acotó desde la cocina.

Dejando las preocupaciones de lado me dispuse a continuar, sintiendo de a poco crecer un mal presentimiento que ignoré para no preocupar más a Daiane.

La alegría se pintó en nuestros rostros cuando él entró por la puerta. Nuestro querido padre alivianó la tensión que había en el aire con solo entrar a casa con su gran sonrisa.

—   ¡Buenas noches mis hermosas niñas! —gritó al cerrar la puerta.

Como una nena pequeña me abalancé a sus brazos con fuerza, apretándome contra su pecho.

—Te ves muy feliz—dijo Daiane desde la cocina.

—Lo sé, lo sé. ¡Y todo por una sorpresa genial que les tengo preparada!—respondió con un tono de misterio.

La sonrisa en su rostro era bastante extraña. Estaba feliz. Era muy raro verlo así, hacía tiempo que no sonreía de esa manera y que no veía la alegría en sus ojos, que en ese momento brillaban como luces. Por mi lado, no quería soltarme de su cálido abrazo, pero la comida estaba hecha y debía soltarlo para que se acomodase en la sala. A pesar de hacerlo, no me separé demasiado de él. No sabía a ciencias cierta que me sucedía, pero tenía una extraña necesidad de estar a su lado.

Daiane entró a la sala con los platos con comida y los colocó en la mesa, haciéndome un gesto para que la ayudase. Las ganas de obedecer faltaban, pero no quería molestar a papá así que como una buena hija y hermana, me dispuse a completar el proceso de servir la comida.

— ¡Filete con arroz!—comentó papá mirando con apetito.

—Mi favorita—agregué sentándome junto a ellos para dar inicio a la cena.

El ambiente había cambiado totalmente a la noche anterior, esta vez mi padre comía con tranquilidad, descansando entre cucharada y cucharada y observándonos entre sonrisas. No sentía mucha curiosidad por la sorpresa, me bastaba con la alegría que emanaba él.

—Anda papá, dinos cuál es esa sorpresa—curioseó Daiane de repente, mientras cortaba la carne.

—Luego de cenar, así la disfrutamos con el postre—dijo él con comida en la boca—, es algo muy emocionante.

— ¡Papá! Es de mala educación hablar con la boca llena—lo reté, mientras los tres reíamos.

Era una de nuestras cenas en las que reinaban las bromas, los cuentos, el regocijo. No parecía que nada pudiese alterar el ritmo que tomaba la noche. Aún tenía el presentimiento extraño, pero trataba de hacerle caso omiso.

La cena siguió su transcurso, lentamente.

— ¿Cómo fue tu día? —preguntó Daiane otra vez.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 18, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi preciosa sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora