Takemichi estacionaba el auto al costado del cordón. Llevaba mucho tiempo insistiéndome para que los visitase un verano. Considere hacerlo ni bien terminara la secundaria.
No habían dado las nueve de la noche, al salir del auto Takemichi notó con aprobación las luces que decoraban la bahía.
Al igual que yo, él también se había recibido. Motivo por el cual los lugareños anualmente visten de fiesta la bahía.
Bajamos por las escalinatas hasta la costa, la música medianamente suave nos permitía hablar sin gritar, los jóvenes se agrupaban alrededor de las hieleras repletas de bebidas. Caminamos solo algunos minutos hasta encontrar a sus compañeros. Allí unas chicas nos daban una cálida bienvenida junto con unas latas de cerveza, que acepte sin objeción.
Takemichi me presentó uno por uno al agradable grupo, solo puedo recordar algunos nombres ahora.
– Hola soy Chifuyu, por favor cuiden de mi –dije un tanto avergonzado.
Todos rieron ante mi tono inmaduro. Era un hecho que siempre fui bastante inmaduro e inocente podría agregar. Durante toda la secundaria mi único amigo fue Mitsuya y jamás salí con nadie. Un poco patético cuando lo pienso. Pero estaba decidido a cambiar durante esas largas vacaciones.
El grupo de hecho, me integró como si fuera una extensión más de Takemichi. Noté que cerca nuestro se encontraba otro grupo, a simple vista se percibían más serios. Era eso, o nuestro grupo era realmente muy escandaloso. En el medio de todos ellos un muchacho que parecía ser el líder o al menos ser alguien importante. Era como si todos giraran en base a sus órdenes.
Me vi de pronto perdido en sus cabellos largos, castaños y cenizas que parecían pelear contra el viento. Recorrí su delicado rostro y justo cuando pretendía grabarme el lunar debajo de su ojo, nuestras miradas se encontraban. Quise rehuir al ver su sorpresa reflejada, pero inmediatamente me regalaba una sonrisa. Sentí pánico y simplemente giré en dirección a Takemichi que bailaba con sus amigas.
Un par de horas más tarde me sentía un poco más relajado, el cielo comenzaba a teñirse de gris y el bullicio era menor. Camine hasta poder sentarme en el borde de la rampa.
– Podría acostumbrarme a esto –dije en voz alta, acomodándome en el lugar.
– Podría acostumbrarme a tus ojos por aquí –una suave voz resonó detrás mío. Me giré para ver quién era, y ahí estaba el mismo chico de antes. Parado junto a mí, viéndome desde arriba. Intenté ponerme de pie, pero sacudió las manos y se sentó a mi lado.
– Eres lindo cuando te sonrojas –dijo mirando la bahía.
– Yo... lo siento –musité. Lo cierto es que estaba sufriendo un colapso en ese momento. Jamás había pasado tanta vergüenza.
– Hey, ¿dónde está la seguridad? No hay que avergonzarse por la belleza natural –luego sacó un cigarrillo del paquete –¿quieres?
Negué con la cabeza y continuó hablando –Primer error, toma inténtalo –colocó el pequeño cilindro de tabaco en mis labios y luego lo encendió. –ahora inhala y traga el humo, verás que solo vuelve a salir.
Mentiría si dijera que es así de fácil, porque lo único que logré fue ahogarme.
– Tiene su proceso –dijo mientras palmeaba mi espalda –entonces, primo de Takemichi ¿Cómo te llamas?
– ¿Cómo sabes que soy?
– Recuerda que es un pueblo chico, aquí todo se sabe. Por ejemplo, todos saben que soy Kazutora, el hijo del alcalde. Del mismo modo que todos saben que Takemichi es hijo del almacenero y que sale con mi prima.
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Atardecer en la bahia [one shot] [kazufuyu]
RomanceDicen que el primer amor nunca se olvida. A pesar de que creías entender lo que significaba la palabra amor, la primera vez que lo experimentas descubres infinitas posibilidades de romance y emoción, acompañado del miedo eterno.