Los gritos desgarradores sonaban dentro de su cabeza cada vez que intentaba conciliar el sueño. Sus noches eran así desde hace un mes, cuando la ciudad se vio envuelta en el caos, el terror y la desesperación.
Él lo había visto; el cómo aquellas criaturas atacaban sin piedad a toda persona que se cruzase en su camino. Les arrancaban la piel con sus dientes de un solo tirón. Atacaban por el cuello, el rostro, brazos y piernas. No eran humanos, de eso estaba seguro.
Erik los llamaba mordedores, porque eso era lo que hacían al arremeter contra sus presas.
Se despertó sobresaltado, con la respiración agitada y el sudor invadiéndole desde la raíz del cabello hasta las mejillas.
Aún era de noche, puesto que dentro del establo en el cual se resguardaban se encontraba cubierto en la negrura. Probablemente faltaban todavía unas horas antes de que amaneciera, pero el pequeño de tan solo once años no creyó poder volver a dormir luego de tener aquella repetitiva pesadilla que tanto le atormentaba.
—¿Has tenido una pesadilla?
Escuchó susurrar a su madre, adormilada. La mujer se incorporó hasta quedar sentada sobre el bulto de paja y miró a su hijo.
Erik intentó regular su respiración, aunque no tuvo ni un poco de éxito.
Las manos de su madre lo tomaron por el rostro. Al instante las sintió cálidas y reconfortantes, no comprendía cómo es que siempre las mantenía de esa manera a pesar del frío que podía sentirse al andar por el bosque.
—Aquí estoy, Erik — susurró con delicadeza, su voz siempre era suave al habla —. Mientras tu padre y yo estemos aquí nada malo va a pasarte. Nunca dejaría que lastimaran a mi pequeño.
Sintió los pulgares de su madre acariciarle las mejillas, limpiando el sudor en ellas.
—Tengo miedo — finalmente pudo pronunciarlo.
—Todos algunas veces sentimos miedo. No dejes que te afecte. Tienes que ser muy valiente de ahora en adelante, ¿de acuerdo?
Erik asintió no muy convencido de poder hacerlo, pero trataría.
Su madre sonrió, un dulce gesto que lo hizo sentir en paz. Sabía que teniéndola a ella su corazón siempre estaría en tranquilidad. Sintió la necesidad de proteger esa sonrisa por siempre, de otra forma jamás se lo perdonaría y viviría con la culpa.
—Te quiero, mamá — soltó.
—¿A qué viene eso? — cuestionó, acariciándole el cabello.
—Solo quería decírtelo.
Su sonrisa se amplió más. Lo atrajo hacia ella y lo envolvió en sus brazos.
—También te quiero, mi pequeño ángel.
Erik cerró los ojos. Ese abrazo lo hizo entrar en la serenidad. Experimentó la protección y seguridad que ella le proporcionaba al estar a su lado. Y entonces supo que todo iba a estar bien, esperaba que así fuera.
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Qué tal queridos lectores, un gustazo saludarles.
Si vienes de leer "No me abandones" (NMA) qué lindo es tenerte de vuelta. Ya sabrás de quién trata esta historia.
Si no has leído mi anterior obra te doy la bienvenida.
Esta es una precuela de "No me abandones", aunque no es necesario haberla leído con anterioridad, así que no te preocupes por eso. En caso de que quieras leerla puedes encontrarla en mi perfil, consta de tres partes.
Para los que ya me conocen, debo decir que no quería quedarme con las ganas de contar la historia de Erik que, sinceramente, es mi personaje favorito de "NMA".
Espero tanto que sea de su agrado.
-Mery 🍂
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SALVADOR - [La marca de Erik]
FanfictionCuando el apocalipsis le arrebató a Erik lo que tenía él llegó para darle un hogar, comida y sobre todo protección; sin embargo, ¿a costa de cuántos inocentes? Negan fue su apoyo, un mentor y casi un padre. Pero a veces quien nos muestra un camino d...