Capítulo 2 Farid Claus

6 1 0
                                    

Llegamos a la escuela y el ambiente se volvió más pesado y tenso, aunque estuviera en compañía de ellos tres me sentía como si estuviera nadando hacia el fondo de un océano obscuro en medio de una poderosa tormenta, mis sentimientos se mezclaban con mis pensamientos hasta tal punto en que no lograba diferenciarlos, cosa que empeoró cuando vi a todas esas personas paseando por los pasillos y el patio principal dirigiéndose hacia sus salones, sentía que todos me miraban, en ese momento me sentí como no me había sentido en mucho tiempo... Desprotegida, débil y vulnerable, esa mezcla de sentimientos me hacían sentir tan impotente que me daban ganas de llorar de coraje, pero todo se detuvo abruptamente cuando al ir sumida por completo en mis pensamientos choqué con alguien, en ese instante desperté del pequeño trance en el que me encontraba y pregunté con una voz delicada y entrecortada.

-¿Estás bien? Lo siento mucho no vi por dónde iba

Un chico alto, delgado, con un rostro lindo y amigable, y unos ojos de color marrón claro que brillaban al hacer contacto con la luz del sol que apenas comenzaba a salir respondió...

- Si, estoy bien no te preocupes yo tampoco me fijé por dónde caminaba lo siento, tu ¿Estás bien?

- Si estoy bien gracias

Le respondí con una tenue sonrisa en mis labios, el con el mismo gesto y una amabilidad que parecía salida de un príncipe de algún cuento de hadas o de alguna novela romántica me dijo...

- ¿Donde están mis modales? Me presento, mí nombre es Farid Claus mucho gusto

- Idara Sorní el gusto es mío

- ¿Eres nueva?

- ¡Si! Mis amigos y yo acabamos de entrar, es nuestro primer día aquí

- ¿De verdad? Bueno entonces déjame acompañarte hasta tu salón

- ¡Claro! grac...

- ¡No! gracias estamos bien

La extraña respuesta de Marcos me dejó extrañada, el nunca se había comportado así, y mucho menos había rechazado la invitación de alguien dispuesto a ayudar, solía interrumpirme muy seguido cuando hablaba de cualquier cosa con alguien pero solo si la conversación se volvía incomoda, su contestación fue algo bastante inusual en el, seguido de eso solo me tomó del brazo y me llevó lejos de ahí mientras Gina y Edgar iban apresurando su paso para no perdernos de vista, después de unos cuantos jalones e intentos de hacer que Marcos me dijera finalmente el motivo de su comportamiento finalmente llegamos a nuestro salón, logré hacer que Marcos me soltara y le pregunté con un tono de enojo por sus acciones...

- ¿Qué demonios sucede contigo?

- ¿Qué? ¿Conmigo? Nada ¿Por qué la pregunta?

- No te hagas el tonto ¿Qué rayos fue eso? ¿Por qué le respondiste de esa manera cuando solo quería ser amable? Y ¿Por qué me jaloneaste como muñeca de trapo todo el camino?

- Porque no me gustó para nada la manera en la que te miró

- ¡Ay por dios! A ver, según tu ¿Cómo me miró?

- ¿Qué acaso no notaste que te miró con unos ojitos de borrego a medio morir?

- ¿Y qué tiene de malo? ¿Por qué te molesta? Ni siquiera eres mí novio como para que me trates así

- ... Es cierto no lo soy... pero sabes que es lo que más deseo en este mundo

- ...

Entró al salón con una expresión tan triste que creo que cualquiera que lo viera podría sentir lo mismo, no supe que decir, volteé a mirar a mis otros dos amigos quienes estaban detrás de mí y que lo habían visto todo, Gina me miró con preocupación y con una seña me dijo que entraramos, yo solo asentí con la cabeza y entramos, nos acomodamos en nuestros asientos y cuando estába dispuesta a acercarme a Marcos para pedirle una disculpa entró el profesor, quien como cualquier maestro haría, nos dijo que al ser nuevos debíamos presentarnos con el grupo, y así lo hicimos, comenzando por los dos chicos...

- ¡Hola, buen día! Mí nombre es Edgar Martínez y tengo 16 años

- Mucho gusto, mí nombre es Gina González y tengo 17 años

- ¡Buenos días! Mí nombre es Marcos Armenta y tengo 17 años

- ¡Buen día! Un gusto mí nombre es Idara Sorní y tengo 16 años

Todos los presentes en ese salón de clase se encontraban un poco sorprendidos por nuestras edades, ya que al estar en primer grado de secundaria nuestras edades no eran muy normales en ese nivel académico, las clases transcurrieron con normalidad, en el descanso Marcos no me habló, ni siquiera me miró, llegó la hora de salida y todos se iban a casa, nosotros íbamos hacia la puerta de salida cuando unos chicos pasaron a nuestro lado corriendo y uno de ellos me empujó el hombro levemente, al mirar a detalle noté que con ellos venía aquel chico con quién había chocado unas horas antes, el también me notó y sin pensarlo dos veces se acercó a mí diciendo...

- ¡Hola de nuevo! Idara ¿Cierto?

- Si ¡Hola! ¿Farid?

- ¡Si! ¿Que tal tu primer día?

- Bastante bien gracias

- Me alegra ¿Que te parece si mañana te doy un recorrido por la escuela?

- ¡Claro me encantaría! muchas gracias

- No me agradezcas linda es un placer

No pude evitar que un ligero sonrojo se notara en mis mejillas, y levemente le sonreí, sus amigos le hicieron una seña para que se diera prisa, pero antes de irse se despidió de mí de una manera muy linda por lo cual no pude evitar ponerme nerviosa...

- Bueno ya me están esperando, tengo que irme linda nos vemos mañana

Después de esas palabras tomo mí mano y le dió un beso como lo haría un príncipe con el que toda niña sueña tener de esposo a los cinco años, no pude evitar sonrojarme por completo y comenzar a temblar, las palabras no lograban salir de mí boca así que solo asentí, lo vi marcharse y sentía como mí corazón se aceleraba con cada paso que daba, tanto que creí que en cualquier momento se saldría de mí pecho, me olvidé por completo que mis tres amigos estaban ahí justo a lado mío, hasta que Edgar posó su mano en mí hombro y con una sonrisa pícara me dijo...

- Así que... Te gustó ¿No es cierto? Yo creo que tú también le gustas

- ¿Q-qué? C-claro que no como crees s-solo fue amable conmigo eso es todo

- Ajá si, repitelo hasta que te lo creas

- ¡Cállate! Gina calma a tu animal

- No lo creo ¡Lo siento! Pero esta vez estoy de su lado

- No puede ser

Comenzaron a reír, excepto Marcos el seguía con una expresión de tristeza, solo que esta vez combinada con disgusto y algo de enojo, si, sin duda estaba celoso, pero ¿Que podía hacer? No puedo obligarme a sentir algo que no me nace del corazón, me dolía verlo así pero no iba a darle un sentimiento falso solo por no verlo triste porque a fin de cuentas lo notaría y solo empeoraría las cosas, mejor que se quedara como está aunque nos duela, dolores diferentes claro, nadie obliga al corazón a amar a alguien, ni tampoco elegimos de quién nos enamoramos, simplemente ese sentimiento surge de manera repentina y es lo que hace especial al amor, esa emoción de sentir cosas nuevas, por desgracia ese no era el caso entre mí mejor amigo y yo.

Un secreto de... ¿Cuatro? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora