amor a primera cortada de pierna

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Todo comenzó por Dazai. Porque, por supuesto, todo debe comenzar por Dazai.

"¡Tenemos una nueva misión!" Dijo un entusiasmado castaño a un agotado Atsushi.

Acababa de pelear contra su padre en una ballena voladora junto a un (guapo) mafioso para salvar una ciudad que apenas conocía y ¿su nuevo mentor quería que hiciera algo más, a parte de dormir por 10 años?

Si las miradas pudieran matar, Dazai sería hombre muerto.

Pero no por Atsushi. El sólo puso aquellos ojos de cachorro pateado a los que su cruel mentor era inmune y fue arrastrado a alguna loca idea que el moreno tuviera en mente.

Resignandose a su destino, el albino solo podía esperar que no fuera una misión tan peligrosa esta vez.

Y ese fue el comienzo del fin.

...

Después de media hora de viaje en auto, no conducido por Dazai gracias a Díos, llegaron a Tokio, Shibuya la región más increíble de Japón para el mundo.

"Y, ¡Aquí estamos!" Comentó un emocionado moreno mientras el albino se mareaba ante tanta excentricidad y modernidad. Yokohama era bastante moderno pero, en serio ¿Tres pantallas gigantes para un cruce? Era el lugar más Estadounidense de Japón y eso no era un cumplido, precisamente.

"Uh, Dazai-san ¿Qué estamos haciendo aquí?" Era su primera misión saliendo de la ciudad y Nakajima estaba un poco nervioso. La sonrisa malvada de su superior no ayudó a clamar sus nervios.

"Atsushi." Su loco mentor dejo una pausa dramática y el joven temió por su vida.

"¡Casate con Akutagawa!"

Si. De ninguna puta manera.

"¡Atsushi-kun, vocabulario!" Lo reprendió el castaño sorprendido y, ah ¿lo dijo en voz alta? Igualmente, lo decía en serio ¿Casarse con el tipo que lo corto, empalo y pincho con su tela mágica? No, gracias.

"Con todo respeto, Dazai-san, pero ni aunque me dieran un cupón de chazuke ilimitado me casaría con Akutagawa." Sentenció el albino para gran decepción de su maestro.

Pobre ingenuo, creía que podía negarse. Nadie ni nada se interpone en los planes del gran Osamu Dazai.

"Pero, pero At~su~shi-kun~ " El hombre vendado paso un brazo por los hombros del más joven como una jaula. "Me contó un pajarito que Akutagawa-kun era como 'El chico emo de tus sueños' cuando eras adolescente ¿Verdad?" Maldición, no debería haberle dicho eso a Kyouka.

"Aún sigo siendo adolescente, Dazai-san." Y ahí supo que había clavado su ataúd.

Con una sonrisa complacida Dazai respondió: "Maravilloso, entonces, eso significa que todavía es tu tipo ¿no? Y antes de que te aferres a tu última esperanza, a partir de los 18 es legal casarse en Japón ¡Yey!" Ahora Atsushi sabía que no tenía escapatoria.

Sólo podía esperar que Akutagawa no estuviera de acuerdo. El mafioso no querría casarse con el ¿verdad?

¿Verdad...?

...

Al escuchar unas toses dolorosamente familiares, el ex Nakajima supo que había subestimado el odio que Akutagawa le tenía contra su obediencia absoluta a las órdenes de Dazai (quien se había ido al momento de encontrar al pelinegro gritando un "¡Suerte, y no se olviden del condón!").

"Jinko."

"Akutagawa." Contesto por costumbre. Aún así..." Si vamos a casarnos al menos llamame por mi nombre."

La sonrisa tortuosa del azabache le helo la sangre. "Hazme." Y tal vez aquel perro rabioso no había venido solamente por las órdenes de su antiguo superior.

"Ent..- ¿¡Huh!?" Antes de que pudiera decir ni media palabra, un brazo rodeó su cintura.

"Tonto Jinko, comportate como un novio agradable." Y, para consternación del albino, el mafioso parecía muy cómodo con la cercanía del agente. "No quieres que nos echen del lugar ¿Verdad amor?" Le sonrió su futuro esposo, y si ese era el juego que iban a jugar, entonces Atsushi no iba a perder.

"Por supuesto, cariño." Apenas rozó los labios contrarios con los suyos, sólo para molestarle un poco pero no para que lo apuñalen en frente del registro civil. La mirada consternada en el rostro del azabache no tenía precio, pero lamentablemente duro muy poco.

"No seas tan amoroso en público, mi vida, se pondrán celosos de nuestra bella relación." Dijo acercándose a su oído sólo para morderle dolorosamente. Atsushi le devolvió la sonrisa tensa, apretando con sus uñas de tigre la mano en su cintura.

"Es que no puedo evitarlo, mi cielo. Te amo tanto que no puedo esperar a que estemos juntos para siempre." Ronroneo las palabras como su amigo Mark le había enseñado para "seducir a los incautos, tigre" y funcionó perfectamente. El azabache se sonrojo y Atsushi contó su victoria. "¿Vamos querido?" Se soltó del abrazo doloroso de su futuro esposo y tomo su mano llevándolos a dentro.

Si se iba a casar, entonces lo haría con todo el estilo.

...

"Entonces, Agua ¿Agugawa, verdad?" Francis Scott Key Fitzgerald se sentó cómodamente en la oficina de Ryuunoske en la sede de la Port Mafia y el pelinegro no quería saber como había llegado allí.

"Akutagawa." Corrigió, de nuevo, al hombre sonriente.

"Eso." Chasqueo los dedos e invitó al azabache a sentarse en su propia oficina. "Entonces, Agugawa-kun." Continuó sin importarle la corrección del ojigris. "Según tengo entendido, hace unas semanas te casaste con mi pequeño ¿Cierto?" Y eso no era una pregunta. La sonrisa en el rostro del rubio era oscura ahora y el mafioso empezó a sudar.

"Huh." Locuaz, Ryuunosuke.

"Esta bien, todavía se puede arreglar. Little boy." El rubio se paró y se acercó a Akutagawa como un tiburón oliendo la sangre de su cena."Sólo debes responderme una pequeña pregunta y podremos anular este casamiento, dime jovencito ¿Consumaron matrimonio?" La silla de cuero empezó a romperse donde el americano había puesto su mano y el azabache vio su hora llegar.

"...¿Puedo despedirme de mi hermana?"

Al final, Francis no era tan desalmado.

"Claro, le dejaré tu mensaje."

¡Que vivan los novios!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora