Capítulo XI

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Ese mismo día, se quedó. Se encargó de los quehaceres que más podía realizar mientras que los demás estaban en sus mundos. La vivienda estaba casi en un silencio total, si no fuera por los llantos de los pequeños y a _____ intentando calmarlos, bastante cansada.

A veces se asomaba por el umbral de alguna habitación a verlo trabajar, como si fuera a confirmar que aún seguía allí. Y así era.

O lo veía lavar la ropa, tenderla, doblarla, limpiar el suelo o tomarse un pequeño descanso. Del almuerzo se había encargado ella junto a Yoichi, Hiro y Akina, el cual no mucho llegaron a comer. Ni siquiera los animó demasiado los comentarios del apellidado Rengoku acerca de que estaba demasiado bueno.

Durante la tarde, Kyojuro se había sentado en el jardín acompañado de los más pequeños, haciendo lo mejor posible para no hablar alto como de costumbre, así no molestarlos en aquel duelo. Incluso jugó un poco con ellos.

Y con ella, desde ese abrazo, no tuvo la oportunidad de acercarse a hablarle. Pero de todos modos, sabía que de vez en cuando lo veía en sus caminatas como fantasma por toda la vivienda, para así regresar a su cuarto.

 Pero de todos modos, sabía que de vez en cuando lo veía en sus caminatas como fantasma por toda la vivienda, para así regresar a su cuarto

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Se soltó el cabello, lista para dormir, aunque no se sentía lo suficientemente cansada como para dormir. O mejor dicho, tranquila.

Recostándose en su futón, dejó escapar un pesado suspiro, sintiendo su cuerpo haciendo lo que podía para poder relajarse. Al cerrar un momento los ojos, logró destensar sus músculos.

Ahora la situación era intentar descansar de la manera debida. Llevaba mucho tiempo sin descansar bien y a lo que estaba acostumbrada.

Sintió como la puerta de su habitación se corría lentamente, sin darle demasiada importancia. Debía ser Nomi que no quería estar sola.

Abrió nuevamente sus ojos, pero en vez de encontrarse la pequeña figura de la niña, se halló la del de cabellos rubios con puntas rojas. Tenía un semblante calmado, cosa que le extrañaba por verlo siempre con una sonrisa plasmada.

—¿Qué sucede, Kyojuro?— interrogó, sentándose lentamente.

—Nada, recuestate de nuevo.

Hacia su mejor intento para evitar alzar el volumen de su voz. No quería despertar a nadie.

Todos los demás se habían retirado hacía un buen rato, mientras que _____ lo había hecho hacia pocos minutos, siendo él el último que quedaba levantado.

Se aproximó a ella, agachándose por su lado derecho, aún ganándose su mirada.

—¿Me permites?

Fue recostando su cuerpo sobre la manta de la muchacha, apoyándose de costado para poder verla bien. Ella, por su parte, se encontraba nerviosa. Olvidaba por esos momentos lo que había pasado, y aquello priorizaba sus pensamientos. ¿Cómo podía hacer eso?

—Quiero contarte lo que me dijo tu padre esa vez.

Sus palabras hicieron que volviera a recordarlo. Con cuidado, se volteó a él, quedando en una posición parecida.

—Me preguntó si yo podía cuidarte durante el resto de mi vida.

Los ojos de la Okumura se humedecieron. ¿Tan pronto había previsto aquello su padre?

—¿Y qué le respondiste?— intentó hacer que continuara luego de estar segundos en silencio, sintiendo un pequeño nudo que se iba formando en su garganta.

—Que no hacía falta que me lo dijera, ya estaba protegiéndote desde el instante en que te vi por primera vez.

Pasó un mechón de cabello por detrás de una de sus orejas, evitando que le molestara mientras oía lo que quería contarle. Además, quería verle bien el rostro. No quería perderle detalle.

Y se percató del cambio de color que comenzaba a aparecer, al igual que los ligeros movimientos que hacía para evitar hacer alguna mueca y retener sus lágrimas.

—¿De eso estuvieron hablando durante una hora?— llevó una mano por su cara, haciendo el intento de seguir así.

—Más o menos. Pero me pidió que te cuidara siendo tu esposo.

Sus cejas se fruncieron un poco, intensificando más el color.

—Y le dije que no tenía problema.

Al ver como Rengoku pintaba una pequeña sonrisa en sus labios, ocasionó que sus nervios aumentaran y se expresaran en una risita, ocultando su rostro unos instantes en su plana almohada.

—No debes de hacerlo, y menos si te sientes obligado a ello— respondió, volviendo a verlo de nuevo.

—Me casaré contigo, tu padre hubiese querido eso.

Ya sintiendo más tranquilo el ambiente allí, se movió un poco en su sitio mientras que la muchacha se sentaba. Le indicó que se hiciera a un costado así sacar la manta de debajo de él y taparlo, sorprendiéndolo aunque no lo demostrara en lo más mínimo.

—Tambien hablamos sobre el Cuerpo de Exterminio de Demonios. Me repitió la historia de cómo quedó en ese estado culpa de un demonio, y demás aventuras. Tenía una gran llama de emoción en sus ojos cuando hablaba.

_____ intentó ahogar un sollozo que por poco se le escapaba, pero fue obvio por el movimiento de su pecho y el fuerte pestañear.

—Y de que quería que pensaras más en ti.

—Si yo pienso en mí-...

—No si siempre estás ocupada en algo. Él quiere que seas feliz, te tomes tu tiempo y disfrutes de tu vida.

Quedaron en silencio, mientras que la muchacha ahora sentía como sus lágrimas brotaban sin el mínimo esfuerzo. Escuchar eso de su padre y viniendo de Kyojuro, le golpeaban demasiado fuerte y hacia que se replanteara las cosas.

Rengoku acarició ligeramente una de sus mejillas, secando esa zona. Notó como _____ se acercaba más a él, a tal punto de sorprenderlo. Pero cuando sintió como hacia el mejor intento para abrazarlo a pesar de estar de costado ambos, correspondió de inmediato.

La apellidada Okumura se largó a llorar, evitando hacer mucho ruido al tiempo en que escondía su cara en el pecho del rubio con puntas rojas.

Así permanecieron un buen rato, hasta que finalmente pudo quedarse dormida, un poco más tranquila.

Así permanecieron un buen rato, hasta que finalmente pudo quedarse dormida, un poco más tranquila

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23 ABRAZOS |Kyojuro Rengoku y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora