La parábola del tiempo

La parábola del tiempo

Se dice que el tiempo al igual que un río solo corre en una dirección, que no hay marcha atrás. Que lo que esta hecho, hecho esta. Que toda palabra dada se convierte en promesa y que todo acto vivido se vuelve recuerdo.

Pero ella... tiene ese poder, es un don. No estoy seguro si es plenamente consciente de lo que es capaz, de los milagros que puede obrar. Hacer de intangible tangente, de lo imposible cotidiano, de lo quimérico hacedero.

Cuando te mira... 

Cuando te mira...

Es como si el tiempo y el espacio entraran en conflicto entre si. Como si no entendieran que hay alguien capaz de manipularlos a tal escala que toda hipótesis y regla que los define carecen de significado. Que el tejido del tiempo es dulce pero quebradizo y las partículas del espacio, frágiles como una brisa.

Lo que captará tu atención son esos ojos color azabache negro, labrados por los mejores lapidarios del olimpo. Capaces de abrazar tu alma, capaces de desnudar las vergüenzas y los deseos más profundos de los que dicen ser inamovibles.

Y esa sonrisa, esa gravedad curvada que esconde la felicidad de los que alcanzan cielos y estrellas, de la que una vez se entra en su órbita solo es posible salir por voluntad de su dueña.

Labios de sirena, miel que brota de su interior, hoyuelos que crean lagos rosados...

Pues bien, cuando te mira... 

Cuando te mira...

Tu ser transciende hacia un tiempo en el que la inocencia era el denominador común, donde uno no sabía nada acerca del amor y prácticamente sobre nada. Te retrotrae a ese momento en que uno descubre que es estar enamorado, porqué las mariposas hacen cosquillas y porqué podemos volar aún sin alas.

Es un momento, como cada primer momento, que se graba fuego en nuestro corazón. Y lo hace porque sabe que ese instante ya no se va a repetir, que la experiencia solo tiene una oportunidad de existir.

Ahí es donde te lleva cuando te mira... 

Cuando te mira...

Sin darte cuenta viajas a las entrañas del tiempo, a las primeras oportunidades, a los primeros instantes de cada instante. No para hacértelos recordar no, si no para que la mente y el corazón tengan otra oportunidad de experimentar aquello: tu primer beso, tu primer amor, tu primer placer prohibido, tu primer vuelo.

Ella es capaz de crear líneas temporales imposibles, laberintos sin salida, enigmas que los físicos necesitarán eternidades para descifrar.

Y estoy aquí para explicaros que a pesar de todas las teorías, hipótesis e imposibles, es verdad. Ella es capaz de crear parábolas temporales. Me he enamorado por primera vez tantas veces que me he vuelto un viajero inesperado, un astronauta del amor, un viajero del tiempo.

Y eso esta bien, porque cuando te mira... 

Cuando te mira...