Cap 12

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Los siete días siguientes fueron eternos para Natasha. Cada minuto. No podía sacar a Wanda de su mente. Todas la cosas que habían ocurrido. Debía estar preparada para lo que sea que fuese a ocurrir. Acomodó su uniforme azul marino, colocó el beanie gris que Wanda le había obsequiado sobre su lacio cabello, y se dirigió al centro comercial.

-Llegaste temprano - dijo el encargado con las llaves en sus manos, comenzando abrir el local para la jornada del día.

-Si, desperté temprano y no pude volver a dormir - dijo con una risita. En realidad apenas si había podido conciliar el sueño durante la noche.

La jornada laboral empezó. Y Natasha trataba de mantener su cabeza en cualquier otra cosa, la ansiedad la estaba carcomiendo por dentro. Para su suerte solo tuvo que soportar un par de largas horas antes de ver esa silueta atravesar la puerta de entrada al lugar. Suspiró de alivio, porque después de todo Wanda cumplió su promesa y se presentó, pero ella aún seguía paranoicamente nerviosa.

Wanda caminó hacia ella como si nada. Natasha la observaba expectante. Cuando estuvieron frente a frente se quedaron mudas mirándose fijamente. La menor no comprendía el porqué Natasha no la saludó efusivamente y comentado alegremente lo primero que se le venía a la cabeza como acostumbraba. Decidió ser ella quien rompiera el silencio, antes de que este se tornara más incómodo.

-¿Hola? - dijo algo tímida.

Natasha escuchó su voz y se dió cuenta de que se había quedado congelada. Sacudió ligeramente la cabeza y le dedicó una bonita sonrisa.

-Hola, Wanda - respondió.

La menor frunció apenas el ceño. No estaba actuando como de costumbre. Le entregó el CD que había tomado al ingresar al lugar. La mayor lo tomó en silencio y efectuó el cobro. Todo de manera muy silenciosa. Wanda se preguntó si había hecho algo malo para que Natasha se mostrara tan distante.

-¿Quieres... almorzar conmigo?- preguntó mostrándose algo indecisa.

¿Que clase de pregunta era esa? Por supuesto que quería.

-Claro -dijo seria, pero con determinación.

Se dirigieron al pequeño cuarto. Se sentaron frente a frente en la pequeña mesa del lugar, Natasha trajo su almuerzo y comenzó a degustarlo, aunque ese día en particular no tenía mucho apetito. El aire de la habitación era muy tenso, casi palpable. Natasha apenas le dirigía la mirada, eso la hería de sobremanera. Hace tan solo una semana estaban tan cercanas y ahora era como si apenas se conocieran.

-Estas muy callada -dijo nerviosa, jugando con sus dedos. La castaña desvió su mirada.

-¿No hay nada que quieras decirme?- ahora encontrando forzosamente sus ojos con los suyos.

Wanda la miró atónita. No había nada que quisiera decirle. Ella tenía su pequeño secreto, sí. Pero no era algo que quisiera que ella supiera. A menos que Natasha lo hubiera descubierto. Y si ese era el caso, estaba perdida. Tal vez había notado como escogía sus discos al azar. Pero en ese caso, ella era quien debería decirle algo sobre eso. Tal vez era que había estado tensa desde que entró al local, debido a lo que pudo haber sido una tragedia.

-Pude haber muerto - dijo temblando.

-¿Qué? - preguntó desconcertada.

-Un auto frenó a causa del clima.

-¡Wanda, por todos los cielos! - alzó la voz histérica - ¡Dime qué no viniste hasta aquí caminando con el clima que hay afuera! - la menor hizo una mueca, apenada - ¡¿Por qué?! gritó preocupada.

-Porque te hice una promesa.

La miró fijamente. Natasha sintió como se formaba un gran nudo en su garganta. El silencio invadió la sala. Cada pequeña parte del cuerpo de Natasha estaba llena de culpa.

La chica de los cds; ScarletWidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora