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Thor tomó un leve trago del vaso de cristal que contenia alcohol de alto porcentaje y lo agitó con parsimonia de forma distraída. De reojo vió como una hermosa omega se sentaba a unos cuantos metros de su asiento, en la barra de aquel popular bar de cinco estrellas en Liverpool, al que visitaba con frecuencia cuando sus noches eran solitarias y sin trabajo por terminar. La joven omega mostraba un hermoso cabello castaño, ondulado y largo llegando casi a su cintura. Le tiraba miradas coquetas y sugestivas al notar su presencia, que le brindaban una invitación muda a conocerse. Él contestaba las mismas sonriendo complacido y tomando seductoramente de la bebida entre sus manos. Le estaba gustando bastante el juego entre ambos.

—Una margarita para la señorita, por favor—ofreció unos cuantos billetes al bartender, con discreción señaló en dirección a la omega que se encontraba distraída buscando algo entre su bolso.

La mujer se vió sorprendida al recibir la bebida y escuchar al beta mencionar que iba a cuenta de su parte, Thor le sonrió al momento de encontrarse con su mirada. Pasaron unos minutos más entre más sonrisas cautelosas y un par de tragos a sus respectivos vasos, hasta que la omega se levantó y se acercó con disimulo llevando consigo la bebida.

—¿Puedo sentarme?— sugirió con una voz dulce y un toque de timidez que contrastaba con su sonrisa sensual mientras señalaba el asiento a su lado.

—Por supuesto— replicó Thor comiendo con la mirada las piernas ajenas, era muy fan del cutis con tez bronceada. La joven parecía disfrutar de la atención del alfa, de tal modo se sentó lentamente disfrutando de la curiosa mirada.

—¿Se puede saber qué hace un...? ¿Alfa?— entre viendo a Thor y oliendo su alrededor, preguntó confundida. Y ahí estaba de nuevo, otra omega más...

—¿Por qué hueles a rosas? ¿Eres un omega? ¡Pero si luces como un alfa!

Y es que lo era. Thor era un alfa. Lucía exactamente como uno y era porque claramente era uno.

Cuando llegó su primer celo toda su familia creyó que sería un omega por su sutil olor a rosas, particularmente dulce y suave como la misma flor, a pesar que fuera algo muy poco probable aunque nunca imposible por la genética (sus dos padres eran alfas y la probabilidad de ser un alfa puro era muy alta). Pero curiosamente al ver que en ninguno de sus celos siguientes tuvo la necesidad de meter algo entre sus piernas para satisfacer sus necesidades más primitivas y recibir atención en su culo, al contrario, quería meter su polla en un lugar caliente y apretado, Thor supo que algo andaba mal. No quería llamar a un alfa, su lobo interior se movía cuando sentía el olor de un omega cerca, no tenía duda de ello. Confiaba en su instinto al igual que en su lobo. Siempre lo hacía.

Tuvo que hacer pruebas de sangre y revisión para saber que su sentido común estaba en lo correcto y era un simple alfa con un inexplicable olor propio de un omega. Vaya que estuvo en lo correcto. En efecto era un alfa, y no cualquiera, un alfa puro gracias a sus padres. Pero, eso no era el mayor problema de todos, hacer el intento de ligar a otros omegas era un martirio, pensaban de él como una especie engaño por su fuerte aroma a omega. Un alfa enlazado tal vez, o más que nada un falso alfa. Un omega que se disfrazaba de uno, para conquistarlos. Y eso lo irritaba en gran medida.

—Soy un alfa, y si te refieres a mi olor, sí, huelo a rosas, pero eso no quita el hecho que sea un alfa, preciosa— directo y claro como siempre. Él hablaba con la verdad, no debía avergonzarse.

Lástima que el aroma era un símbolo de identificación personal muy importante en la sociedad. Un alfa con olor a omega era despreciable.

—Uhg, lo siento, creo que es tarde, debo irme— la chica corrió despavorida y ni siquiera le dejó un misero gracias por la bebida que le había invitado. Thor se encogió de hombros con desinterés que en su mente era más como frustración, tomó la margarita que había pagado para su conquista fallida y sido olvidada sin terminar. Ya estaba acostumbrado, conocía excusas peores que esas para dejarlo plantado. Agradecía no tener orgullo de alfa. Su lobo hacía nulo caso a cualquier omega y esa chica no era la excepción. Esa era la única forma que tenía para desconfiar en su canino. En el amor. Nunca reaccionaba a ningún omega.

Smell | thorkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora