¿Para qué me prometiste la tierra, si después me dejaste plantada en el aire?
¿Para qué me ofreciste la llave de la salida si no había puerta?
¿Para qué me tendiste la mano, si después me dejaste caer?
Para qué me sacaste del pozo, si después me arrojaste a él?
Fuiste tan cruel, mi amante infiel y a la vez tan delicado; mi dulce y amargo pecado...