Cap 3

43 4 6
                                    

Aome apretó el pelaje que cubría sus hombros protegiéndose del frío, cerró sus ojos unos momentos aclarando su mente para luego proseguir en la infinidad de aquel bosque oscuro que se asemejaba más a la boca de un lobo, el silencio de este mismo la ponía nerviosa ni siquiera el canto de un grillo llegaba hasta ella era como si toda la naturaleza supiera que había peligro.
Había pasado una semana desde que se alejaron de su hogar y se encaminaba hasta algún punto de encuentro desde entonces han tenido que moverse con rapidez y cuidado en todas las direcciones posibles, los humanos se estaban organizando más rápido de lo que creyeron, ahora patrullaban pueblos y caminos concurridos.

Le era difícil a Sesshomaru conseguir comida para satisfacer a su compañera, el clima se hacía cada vez más gélido, los animales emigran o se ocultaban, las siembras se marchitan y la comida que resguardaba los pueblos no era una opción viable desde su último encuentro en uno de los pueblos cercanos al palacio, miro de reojo la silueta de su compañera que se enrollan cada vez más entre la estola, no decía u se quejaba pero sabía lo mucho que se estaba sacrificando para no retrasar a ambos, apretó su puño con ira contenida y se enfocó en mirar a su alrededor, el silencio lo estaba alertando de sobremanera, hacia siglos que no se sentía como un cachorro desprotegido que escapó de las murallas junto a su amiga para aventurarse al bosque jugando a lo que sea, explorando y riendo con inocencia hasta que toda diversión se veía interrumpida por la presencia de algún ogro u humano que deseaba matarlos, un cálido toque en su mejilla lo atrajo a la realidad, Aome había apoyado su mano contra su mejilla interrumpiendo cualquier línea de pensamientos, ella le sonrió.

— estabas gruñendo — murmuró con cariño y compresión — nada sucederá mientras estemos juntos.

— claro que no, yo los protegere a ambos.

Aome rió en voz baja asintiendo, busco entre sus mangas una pequeña bolsa que desprendía un olor dulce, rebusco en su interior extrayendo lo último de comida, una miserable golosina casi eran migajas, Su hembra no tendría que soportar estos martirios, no debería pasar hambre o frío en un bosque, claro que no.

— ten, di 'ah".

— no, deberías guardarlo para ti misma, lo necesitas más que yo — declino sujetando su mano para alejar aquel bocadillo.

— pero yo quiero compartirlo contigo y sabes como terminará esto.

Miro la pobre golosina y luego a su mujer, suspiro tendiendo atrayendo la pequeña mano para inclinarse y morder de forma superficial el bocadillo, esbozo una pequeña sonrisa por su pequeña Victoria-engaño. Desvió su atención a la ahora vacía bolsa que colgaba en la otra mano de su mano ese pequeño objeto se convertiría en un recordatorio de su fracaso.

— Aquel hombre fue amable pese a las advertencias que le hicieron.

— ese pueblo está en deuda con el palacio de la Luna y le dieron la espalda a sus señores.

— estaban bajo amenazas.

— nosotros también lo estuvimos alguna vez cuando decidimos acoger a esos humanos bajo nuestra jurisdicción y no les dimos la espalda.

— pero...

— pero nada, son humanos es lo que son, es su naturaleza después de todo — gruño irritado y estresado por los últimos acontecimientos.

Después de que habían decidido alejarse del río recurrieron a los pueblos cercanos al palacio de la Luna tanto en busca de refugio como de suministros para el viaje, no esperaba un recibimiento alegre pero si respetuoso, esperaba ver a los aldeanos alejarse e inclinar su cabeza con temor, hacer algún trato para conseguir un caballo para Aome e irse al día siguiente sin embargo a penas su presencia se hizo notar, le lanzaron piedras, insultos y restos de basura, tuvo que cubrir a su mujer y cachorro con su cuerpo para luego rugir furioso aferrando a los aldeanos que huyeron despavoridos hacia sus casas, los más valientes cogieron lo que fuese y le intentaron hacer frente, aquel día ese pueblo ardió junto a un baño de sangre, luego sucedió lo mismo en los demás pueblos, algunos eran agresivos otros se apartaban u se escondían pero era evidente que no los querían allí,  el rumor de lo que sucedió en esa Aldea se esparció como incendio.
Habían desistido de acercarse a cualquier Aldea optando por la mejor opción de irse y ver lo que se encontraban en el camino cuando un anciano los detuvo, este se inclinó mostrando sus respetos y extendió la misma bolsa que sostenía su mujer.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 12, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

" Diadema "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora