Sentí claramente como algo bajó entre mis piernas, como me sentaba al final de la fila pude meter mi mano por debajo de mi falda sin que nadie se diera cuenta para ver si era lo que pensaba y, efectivamente, era sangre. ¡¿Por qué carajo me llegaba la regla una semana antes?¡, no estaba preparada, no tenía pastillas ni toallas higiénicas ni ropa de repuesto - ¡Hola Dios, soy yo de nuevo!
- ¿Eh? – dijo mi compañero de al lado, Kevin.
- Perdón jeje, creí que estaba hablando en voz baja – le respondí con vergüenza.
Mierda, mierda, mierda... Y ahora qué hago, ¿Será que si espero a que acaben clases puedo salir más...? – una fuerte punzada se sintió en el vientre – ok, ok, no esperaré nada – tomé una bocanada de aire en mi intento por tranquilizarme.
Lo bueno: la profesora está sentada calificando trabajos.
Lo malo: voy a tener que pararme con el riesgo de mancharme y que todos me vean PEEEEROOO están distraídos así que tengo otro chance.
- Disculpe, profe – dije con más pena aún
- Dime– contestó sin apartar la mirada de lo que sea que estuviera leyendo.
- ¿Puedo ir a la farmacia primero y al baño después? Lo que pas...
- Justo a tiempo – me miró con cierto entusiasmo (?) sin dejarme terminar – toma, esto tienes que entregar al último curso del segundo piso. El que queda cerca de la farmacia – y me dio un paquete pesado de tareas calificadas.
- Si, claro, pero...
- Sí te escuche, vas a la farmacia y al baño, solo no te demores demasiado porque voy a explicar unas cosas más.
- Gracias, profe – en mi mente no dejaba de pasar una imagen de mi falda manchada de sangre – por favor que no sea nada, que no sea nada, que no sea nada – decía para mí mientras salía de mi salón.
Lo bueno es que el curso quedaba cerca de la farmacia, por lo que quedaba dentro de mi recorrido para evitar una tragedia sangrienta. Lo malo... - ¡LO MALO! – grité sin darme cuenta (de nuevo), dejé las hojas en una mesa del pasillo y corrí porque estaban cerrando la farmacia - ¡NO, ESPERE POR FAVOOOR!
- Justo a tiempo, señorita – dijo Carmen, la señora que atiende la farmacia – ¿en qué le puedo ayudar?
- Una pastilla – tomé aire – por favor – vuelvo a tomar aire
- JA, JA, JA, sabe que aquí vendemos muchas pastillas, ¿verdad? – me dijo Carmen, burlándose de mi oración incompleta.
- Sí – me paré recta – perdón, jeje, una pastilla para los cólicos menstruales y dos toallas higiénicas, por favor.
Para mi mala suerte la señora solo tenía de las fundas transparentes y de las toallas con un rosado fosforescente súper intenso, pero ya las tenía en mis manos ¡AL FIN!
Tomé las hojas nuevamente y pude ver que había un chico parado afuera del salón – Hola, ¿eres de este curso?
- Sí – me respondió, ya lo había visto antes, de hecho lo he visto muchas veces pero nunca he hablado con él, ni siquiera sé su nombre. Es de esas personas que solo sabes de su existencia porque van al mismo lugar casi todos los días.
- Toma, esto envía la profe de lenguaje, por favor entrégales a los otros chicos – le di el paquete de hojas y no esperé respuesta, solo salí corriendo al baño porque de nuevo sentí que algo bajó por mis piernas y esta vez sí podría llegar más allá de mis muslos.
¡CARAJO!, por qué me pasa esto a mí – dije mientras veía que los baños a los que llegué estaban cerrados porque estaban limpiando – Mierda, mierda, mierda – repetí todo el camino hasta los otros baños pidiéndole telepáticamente a mi útero que no haga nada. Llegué y por suerte estaban abiertos, al fin algo bueno.
Iba a entrar, pero... ¡PERO LA ESTÚPIDA DE VIOLETA HILL NO TIENE SUS MALDITAS COSAS EN LA MANO! – me grité a mí misma en tercera persona - ¿Dónde carajo dejé mis toallas, y si se me cayeron?, ¿y si...?
- Disculpa... - escuché una voz tímida detrás de mí mientras entraba en una crisis por ser tan descuidada.
- ¿QUÉ? – fui grosera – perdón, ahora mismo no estoy de ánimo – me di la vuelta – Dime... - y me di cuenta de que era el mismo chico al que le entregué las hojas antes. Se lo veía cansado, parece que al igual que yo estuvo corriendo por todo el colegio.
- Sí, perdón. Te estuve buscando, lo que pasa es que – empezó a hablar nervioso y mirando al piso con las manos en el bolsillo.
Mi imaginación voló rápido y no quería escuchar lo que iba a decir, no quería, no quería... - dejaste esto entre las hojas que me entregaste – sacó la funda de toallas y la pastilla de su bolsillo (mieeeerdaaaaa Dios, ¿qué más quieres de mí?) – intenté entregártelas antes pero me percaté de que no tenías agua para tus pastillas así que fui primero a comprar una. Luego vine a estos baños pero tampoco estabas aquí así que fui a los otros y los señores del aseo me dijeron que venías para acá, y por eso...- empezó a hablar muy rápido, pero lo interrumpí.
- Gracias – sentía mi cara quemando, tomé la funda y la botella de agua – no debiste molestarte, muchas gracias – ahora era yo la que veía al piso – Perdón, pero en serio tengo que entrar al baño – me di la vuelta.
No escuché pasos así que supuse que él seguía atrás mío. ¿Qué se supone que haga en estos casos?, ¿le pago por el agua o qué?, me giré – Soy Violeta, Violeta Hill, estudio en el curso inferior al tuyo – por qué carajos me presenté.
- Me llamo Cristopher Vega, espero haberte ayudado – dijo con una sonrisa que apenas se le notaba y empezó a caminar hacia su salón.
Cristopher Vega, Cristopher Vega... ese nombre vivía en mi cabeza y sin pagar alquiler.
**En modo de interacción opinen qué les gustaría que pase en esta historia, que quisieran leer, nombres que les gustaría ver, u otras cosas que deseen.
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Es por ti...
Teen Fiction- ¿En serio crees que dejaría de hacer lo que tengo que hacer por estar aquí sentada? - dijo Violeta viéndolo a los ojos, con una sonrisa desdeñosa. - Sí, eso creo y lo compruebo con tu presencia - le respondió el muchacho mientras acercaba su cara...