𝟶𝟷: 𝒮𝓊𝓃

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Había un chico en mi escuela. Un chico muy bonito, con rasgos finos, cabello negro (y seguramente muy suave)
Ojos oscuros, como el café; manos pequeñas y delgadas. Sus mejillas casi siempre estaban ruborizadas y él siempre sonreía.
Había un chico en mi escuela al que todos miraban raro y evitaban. Un chico muy bonito al que le gustaban los chicos.

Tenía una sola amiga en toda la escuela. Amiga a la que todos también miraban con algo de recelo, algunos con asco. Los insultaban constantemente sin razón alguna, y justificándose con que ellos no eran normales, como si ser normal fuera lo único realmente bueno y perfecto en el mundo.

¿Qué es lo normal, después de todo?

Un día, luego de que la clase de educación física terminara, encontré una nota en mi casillero.

Esa tarde no recuerdo haber visto a ninguna de mis compañeras cerca de los casilleros, aunque tal vez solo estaba demasiado concentrado en las cosas sin sentido mi amigo decía y en que solo quería poder quitarme el sudor que llevaba encima.

Esto ocurrió en varias ocasiones más durante las siguientes semanas, justo antes de las vacaciones de invierno. Todas llevaban un corazón dibujado con un lápiz de punta fina, y un sol o una nube a modo de firma; eso parecía depender del día, si éste estaba nublado o soleado.

Me parecía bonito ese detalle.

La ultima nota decía:

"𝐶𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝘩𝑎𝑟𝑙𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜𝑠 𝑑𝑖𝑜 𝘩𝑜𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑒𝑛̃𝑜𝑟𝑖𝑡𝑎 𝐿𝑒𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑎𝑡𝑟𝑒𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑚𝑒 𝑎𝑛𝑖𝑚𝑜́ 𝑎 𝘩𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑜, 𝑦 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑠𝑖 𝑡𝑒 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑒𝑠𝑎, 𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟𝑒́ 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑎𝑙 𝑐𝑎𝑚𝑎𝑟𝑖́𝑛 𝘩𝑜𝑦 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠 𝑑𝑒 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒𝑠" —☀️

— Tal vez es Lilith. Siempre está mirándote en las clases y se sonroja cuando le diriges la palabra — señaló Seonghwa, mi mejor amigo, durante el almuerzo. Le di un trago a mi jugo de piña y negué con la cabeza.

— No lo creo, no parece ser su letra— observé el comedor repleto de alumnos esperando su almuerzo, o comiéndolo en diferentes mesas. Durante la hora de almuerzo siempre había demasiado ruido, así que intentaba comer rápido para poder salir de ese lugar lo mas pronto posible.

— A mi se me hace que si es— me miró con picardía — Oh, Wooyoung, que bonito eres, me gustas tanto— dijo él, intentando imitar la voz de Lilith. Reí a carcajadas ante su estupidez.

Dos de mis compañeras de clases pasaron cerca de donde me encontraba con Hwa. Murmuraban algo entre ellas y soltaban risitas. «Tal vez es una de ellas» pensé por unos segundos. Ambas eran muy bonitas, pero ninguna de las dos me llamaba la atención. De hecho, ninguna chica lo hacía.

Con Hwa terminamos de comer y nos retiramos del comedor para ir a jugar pin-pong antes de que el recreo acabara; pasaba demasiado rápido a pasar de ser la hora libre mas larga que teníamos.

En la entrada del casino nos topamos con una chica y el chico bonito que mencioné antes. Ella miró a Hwa y luego a mí, sonriendo en mi dirección mientras se aferraba al brazo del chico que le acompañaba, pareciendo nerviosa. Le sonreí de vuelta y seguí de largo junto a mi amigo, evitando la mirada de quien iba a su lado, sintiéndome nervioso de pronto, algo expuesto. Hwa golpeó mi brazo una vez que estábamos alejados del lugar.

— ¿Y si es ella? Era bastante bonita, pero creo que va en un curso menor— comentó él mientras movía las cejas en mi dirección.

— Supongo que lo sabré hoy después de clases— me encogí de hombros ante la mirada burlesca que me dedicaba Hwa para molestarme.

Esa tarde por primera vez en los últimos días se me pasó por la cabeza la idea de que las notas no las escribía ninguna compañera, sino él.

Esa tarde, mientras caminaba hasta las los camarines, después de clases, el corazón se me aceleró como nunca antes al verla a ella junto a él esperando por mí. Me detuve a unos pasos antes de llegar adonde se encontraban.
No había nadie cerca, sólo ellos y yo.

Ella le sostenía la mano y él parecía demasiado nervioso para levantar la mirada.

La chica me vio y tiró de su mano, haciéndolo mirar hacia mi dirección. El pecho se me encogió. Negué con la cabeza y miré hacia todos lados, asegurándome de que realmente no hubiera nadie cerca observando todo esto.

— Hola, Woo...— la voz le tembló. Él dio un paso adelante. Yo retrocedí.

— Lo siento, yo... Yo no soy así — solté sin pensarlo demasiado. Las manos me sudaban y sentía todo mi cuerpo temblar frente a él.

Pude ver la decepción en sus ojos, pero no parecía para nada sorprendido.
Sólo triste.

Me alejé rápidamente. Las piernas se me entumecieron pronto, pero no me detuve sino hasta llegar a la parada de autobuses. El corazón me latía tan fuerte que podia jurar escucharlo dentro de mi pecho, como queriendo salir de ahí.

Me sentí mareado cuando me subí al bus que se detuvo frente a mí. Me aferré a uno de los asientos para no caer cuando la maquina aceleró.

No lograba pensar con claridad. «Debí irme caminando» pensé.

«Debí dejar que hablara»
«Debí decírselo»

Al llegar a casa me encerré en mi cuarto y lloré contra mi almohada como un niño que acababa de ser regañado por su madre. Lloré más de lo que había llorado en toda mi vida.

«Papá me odiaría» pensé. Por supuesto que lo haría.

Y posiblemente todos se alejarían de mí en la escuela, tal y como lo hacían con él.

Con manos temblorosas tomé las notas guardadas en mi mochila. Eran cuatro en total. Cada una con su letra, tan bonita y delicada como él. La firma de todas era un sol.

Y el nombre de quien la escribía era San.

«San con S de Sun» pensé. «Sol con S de San»

Habían dos chicos en mi escuela. Dos chicos que nunca habían hablado, pero que si se miraban constantemente de reojo y sonreían a escondidas por la presencia del otro. Uno era bonito, delgado, con rasgos finos y manos pequeñas. Ojos oscuros como el café y sus mejillas casi siempre estaban ruborizadas .
Lo insultaban a menudo, pero él siempre sonreía.

Su nombre era San, que sonaba como sol pero en inglés.

El otro era un chico alto, poco agraciado con cabello y ojos oscuros. Se la pasaba con su mejor amigo y fingía coquetear con chicas de vez en cuando, evitando la mirada de quien realmente le gustaba. Era socialmente aceptado, y él estaba bien con eso; no quería que cambiara.

Ese otro chico era yo.

Habían dos chicos en mi escuela. Dos chicos a los que le gustaban los chicos, pero uno de ellos no era lo suficientemente valiente y no se atrevió a reclamar su libertad.

San sí lo hizo.

𝐒𝐀𝐍 𝐒𝐎𝐔𝐍𝐃𝐒 𝗟𝗜𝗞𝗘 𝗦𝗨𝗡 /𝑠ℎ𝑜𝑟𝑡 𝑠𝑡𝑜𝑟𝑦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora