Capítulo 2

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Ya era tarde así que le dije a Maya que fuera a dormir. Miré sus bocetos y moví levemente mi cabeza en un asentamiento: estaban buenos para ser los primeros. Los guardé en el cuaderno que le regalé y me senté en mi escritorio para seguir con mi búsqueda de becas en universidades de arte en Japón, ya que no quería irme del país y dejar a Maya sola en este infierno.

No sé hasta qué hora estuve, pero me asusté cuando sentí el canto de los pajaritos. Miré la hora, eran las siete de la mañana. Maldición, siempre me pasaba lo mismo. Cansada, me puse de pie y fui al baño para hacer mi rutina y ponerme el uniforme. No tenía unas ojeras tan marcadas y no me eché nada en la cara, ya que no me gustaba el maquillaje. Solté un suspiro y bajé a la cocina encontrándome con mi abuela, a quien no sentí cuando llegó a la casa.

—Buenos días, abuela.

—Buenos días. —me respondió mi abuela con una sonrisa—. No dormiste nada.

—¿Tanto se me nota? —reí con flojera y me serví un vaso de agua.

—Sí, tus ojos se ven más caídos, pero te sigues viendo hermosa. ¿Maya seguirá durmiendo?

—No lo sé, pero desde que le regalaron una Nintendo, ella ya no duerme mucho.

—Deberías hablar con ella. Aún es pequeña y las horas de sueño son importantes.

—Maya dice que mientras le gane a Mikey en estatura, todo bien.

Mi abuela soltó una carcajada. Maya bajó minutos después con todo su cabello alborotado y la misma ropa de ayer.

—Maya —hablé—, te dije que debías ponerte pijama.

—Esta ropa parece pijama así que no fue incómoda para dormir.

Se sentó a mi lado y comenzó a atacar la comida, pero yo le dije que comiera de forma moderada y lo comenzó a hacer. Terminé mi desayuno y ayudé a mi abuela a lavar los platos, Maya estaba que se caía del sueño, yo también lo estaba, pero debía mantenerme despierta. Acomodé bien la corbata de mi uniforme y lavé mis dientes para luego despedirme de mi abuela y hermana con un beso en la mejilla.

—¡Que te vaya bien, neesan!

—Gracias, bebé.

Calce mis botas y mi mochila para luego tomar camino a mi colegio. Quedaba algo lejos de mi casa, pero me gustaba caminar así que eso no era problema para mí. A veces mis papás me lo sacaban en cara, me decían que teniendo chófer yo prefería caminar, pero no los tomaba en cuenta, intentaba que esos comentarios no afectaran en mi vida ni en mis sueños. Quería hacerles abrir los ojos y que vean que el arte o cualquier otra carrera puede abrirte un mundo de posibilidades, pero no. Para ellos la empresa era su vida entera, más que nosotras sus hijas.

Sin embargo, no sé de dónde salió esa ambición, ya que mi abuela no era así, ella constantemente nos daba charlas de seguir nuestros sueños y demás, pero mi abuelo, de él poco sé porque murió cuando yo tenía la edad de Maya y ella todavía no nacía, así que no lo conoció.

Llegué a clases y esperé pacientemente a que el día escolar acabara.

[...]

Cuando salí sonreí al ver a Shinichiro, quien estaba sentado en su moto mirando por todas partes con rostro serio hasta que sus ojos se encontraron conmigo y sonrió. Me acerqué a él.

—Otra vez aquí.

—Hola para ti también.

—Hola. —saludé divertida—. Esta vez aceptaré tu paseo en moto.

—¿En serio? —sus ojos negros comenzaron a brillar. Yo asentí repetidas veces—. Por favor haz algo para que crea que esto no es un sueño, sino la vida real.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2022 ⏰

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Ángel || Sano ShinichiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora