El sol se abre camino entre las pequeñas nubes que hay en el cielo, dando paso a un soleado día de primavera. El despertador suena, marcando las ocho en punto de un lunes. Al segundo, comienza a desplazar su mano por la cama de matrimonio en busca del otro cuerpo que había junto a ella anoche.
Ya no está.
Entre murmullos, alza algo su cabeza y entreabre los ojos viendo que el lugar que ocupaba está vacío y lo sustituye una pequeña nota. Confusa, mueve el brazo y la recoge, acercándola para poder ver.
"Ha habido una emergencia, tengo que irme. Te quiero"
Una pequeña sonrisa se esboza en su rostro y la deja en la mesilla que está junto a su lado, posando seguidamente los pies sobre la fría madera del suelo. Al instante, un bostezo sale de su boca y recoge su pelo en un pequeño moño. Tras eso, alcanza su teléfono, que se encontraba cargando en la misma mesilla donde ha dejado la nota.
Ningún mensaje.
Lanza un suspiro, se pone en pie y se va al baño para darse una ducha y empezar un día más en el hospital. Tras salir recién duchada, el busca empieza a pitar dentro de la bata blanca que está colgada en el perchero de su habitación. Por ese mismo motivo, corre hacia él y mira qué pone.
-Mierda —murmura, mirando de manera rápida el cuarto para poder ver dónde está el uniforme—. Ahí está.
Media hora después, vestida pero sin haber consumido ni un ápice de comida o bebida, llega al hospital en la parte de emergencias y los enfermeros y enfermeras la abordan sobre los sucesos que están teniendo lugar en el día de hoy.
-¡Elena! —un enfermero la llama, gritando por encima de los demás, desde uno de los pasillos— ¡Te necesitamos aquí!
Sus ojos rápidamente se posan sobre el chico, que la mira desesperado.
-¡Ahora voy! —responde. Mira a los demás y se disculpa —Lo siento, me reclaman allí pero ya sabéis qué es lo que tenemos que hacer en cada uno de los casos. En caso de tener dudas, pedidle a Stefany y os ayudará.
Gran parte de la mañana se pasa volando para Elena, quien se encuentra sumergida en una difícil operación de corazón de una de sus pacientes, la cual ha estado esperando un trasplante durante varios meses. Y cuando llega el mediodía y con la operación finalizada y bien hecha, sale fuera del hospital junto algunas compañeras para comer.
-No sé cómo no te has desmayado sin haber comido nada desde ayer —Stefany comenta, depositando su tupper encima de la mesa de madera.
Elena se encoge de hombros.
-Años de práctica, supongo —se echa para atrás, apoyando su espalda en el banco y mira al cielo —. Lo que creo que nunca me acabaré acostumbrando a este tipo de vida.
-¿Por qué? —pregunta curiosa Alba.
Elena posa sus marrones ojos sobre los verdes de ella y se encoge de hombros.
-Echo de menos cosas de antes de estar trabajando cada día tantas horas, ¿sabes? —explica, quedándose pensativa— Como cuando iba al cine con Adrián algunos viernes al mes.
Stefany asiente.
-Ya, te entiendo. Me pasa igual —comenta—. En mi caso tengo a una preciosa mujer y dos niñas de trece y quince años esperándome en casa, en la cual casi estoy. Se hace muy duro.
En ese momento, se incorpora a la conversación un compañero de ellas, David.
-Ten, tu comida —extiende un tupper con una ensalada dentro a Elena y toma asiento, sentándose al lado de Stefany—. ¿De qué habláis?
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El despertar de la noche
RomanceElena y Adrián eran la descripción de pareja perfecta: amor, comprensión y empatía. No obstante, los problemas y adicciones de él envuelven a Elena en un mundo donde todos sus principios son replanteados y la pasión se posiciona como la gran protago...