Escucha un coche ser estacionado fuera e, instintivamente, se levanta del sofá para ir rápido hacia la puerta. Cuando la abre se encuentra a Elena, la cual le mira con un rostro cansado y agotador.
Adrián se hace a un lado, dejándola pasar bajo su atenta mirada a la vez que se pregunta a sí mismo qué va a pasar a continuación. La deuda que tenía con Joel no se ha acabado porque aún no le ha pagado la parte restante que quedaba y sabía que este volvería a por ella en cualquier momento del día.
Observa a Elena dejar el bolso y todo lo que cargaba encima en el sofá y se quita los zapatos, lanzando un sonoro suspiro mientras se deshace los cordones. A todo esto, Adrián se dirige hacia ella, buscando las palabras exactas para poder tener una conversación sobre lo que ha sucedido hoy.
-¿Podemos hablar? —sugiere, buscando su mirada.
Los ojos rasgados de Elena lo observan con molestia.
-No me apetece hablar ahora mismo, Adrián.
Él asiente de manera nerviosa y se cruza de brazos cabizbajo.
-Lo sé pero te debo una explicación.
Elena se pone en pie encarándolo con una gran muestra de enfado.
-¿Solo una? —pregunta mosqueada— Me debes más que eso. Me he encontrado esta mañana a tres hombres en nuestra cocina que han entrado como les ha dado la gana aún teniendo cerrojos. ¡Tres hombres, joder! Saben dónde vivimos, cómo entrar en la casa e, incluso, ¡mi trabajo!
-¿Cómo? ¿Sabe dónde trabajas?
-Sí, lo sabe —Elena pone ambos de sus brazos en las caderas y lo observa—. Cuando he salido estaba esperándome frente al coche y me ha hecho ir al banco más cercano para sacar el dinero que tú has gastado de nuestra cuenta conjunta en no sé qué coño.
Con esto último dicho, Adrián se muestra confuso ya que no sabía que Joel tenía tanta información sobre sus vidas. Además, no suele ser una persona que vaya sola a la hora de ir a cobrar las deudas de la gente puesto que siempre está acompañado de sus guardaespaldas.
-Te prometo que lo iba a devolver —asegura.
Elena lo observa dudosa y con mueca de disgusto.
-No me sirven promesas, Adrián —mira a su alrededor, pensando en qué hacer ante tal situación—. Hoy voy a dormir en el sofá, no me apetece estar durmiendo contigo. Espero que lo comprendas.
No había sido una decisión precipitada. De hecho, era algo que Elena necesitaba en esos momentos ya que no sabía cómo gestionar esa situación.
Los ojos marrones de ella observan los de él en busca de una respuesta a lo que le acaba de decir pero el hombre de pelo rubio se ha quedado sin palabras. Tras tres años de convivencia, era la primera vez que dormían separados por una pelea.
-¿Segura?
Elena afirma con la cabeza.
-Voy a por el pijama y ahora bajo —anuncia.
Observa como sube las escaleras en dirección a su cuarto y se queda solo en el salón, mirando fijamente a través de la ventana que da al patio interior en la zona de la cocina. No sabe cómo ha podido ocurrir todo esto, pensaba que lo tenía mejor controlado.
Piensa en diversas maneras de apaciguar la situación pero no encuentra nada. No tiene el dinero suficiente para poder pagar la deuda que le queda ni aún trabajando horas extras durante medio año. La ha cagado pero bastante.
Mientras tanto, Elena está en la habitación que comparte con él sentada en uno de los bordes de la cama pensando. Observa a un punto fijo de la pared y rememora todo el día de hoy y lo agobiante que ha sido para ella.
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El despertar de la noche
RomanceElena y Adrián eran la descripción de pareja perfecta: amor, comprensión y empatía. No obstante, los problemas y adicciones de él envuelven a Elena en un mundo donde todos sus principios son replanteados y la pasión se posiciona como la gran protago...