Los ojos temblorosos de la chica se quedan posados sobre los de él, pensando en qué debe estar metido Adrián para que acuda alguien e irrumpa en su casa. Al mismo tiempo, Joel tampoco le quita la mirada de encima a Elena y la observa con cautela.
-No entiendo nada —dice con un hilo de voz.
Los hombres que acompañan a Joel ríen ante la confusión mientras que este toma asiento de nuevo en el taburete. Coge el teléfono que hay encima de la encimera y se lo extiende a ella.
-Llámalo y que venga.
Con miedo, Elena da unos pasos y estira su brazo, cogiendo el teléfono y teclea el número lo mejor que puede debido al temblor de las manos. Se lo coloca en la oreja y escucha cómo comunica hasta que alguien lo descuelga.
-¿Si? —se escucha la voz de su pareja al otro lado.
-¿Adrián? —pregunta, cautelosa y con miedo mientras no le quita la mirada a Joel— Soy yo. Eh... Tienes que venir a casa, hay tres hombres aquí que quieren hablar contigo.
En esos momentos, Adrián se congela por completo. Sentado en la silla de la oficina del encargado, nota un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Están allí con ella y a solas.
No puede ser.
Piensa en miles de los posibles escenarios y teme lo que va a suceder; aunque no se trate de solo eso, sino que Elena va a saber todo lo que le ha estado ocultando durante tantos meses.
-¿Vas a venir? —le pregunta, con lágrimas en los ojos y su voz temblorosa.
Adrián carraspea.
-Sí, ahora iré. No te muevas y ve con cuidado.
El chico de ojos marrones sale corriendo de la oficina sin dar ninguna explicación para subirse al coche e ir corriendo hacia su casa. Durante ese trayecto, Elena vuelve a dejar el teléfono en su sitio bajo la atenta mirada de todos.
-¿Tienes algo para beber? —pregunta uno de los acompañantes de Joel.
Elena lo contempla. ¿Cómo puede pensar ahora tan siquiera en beber?
Asiente.
-Sí, hay agua y zumo en la nevera —responde y traga saliva, aguantando las lágrimas—. Hay vasos en la estantería detrás tuya.
El hombre se desplaza por la cocina sirviéndose un vaso de agua mientras que Joel no le quita la mirada a Elena. Le gusta intimidarla, ver como está a punto de llorar y lo que puede llegar a ocasionar. Lo disfruta.
Segundos después se escucha la puerta principal abrirse y aparece un chico de pelo rubio largo recogido en un pequeño moño. Es Adrián.
Este, nada más pisar la entrada, contempla la situación y posa sus ojos al instante sobre Elena, quien se encuentra en pijama y pegada contra la pared mientras tiene los brazos cruzados, esperando a que alguien le explique qué está pasando.
-¡Pero mirad a quién tenemos aquí! —Joel exclama, poniéndose en pie y yendo hacia él. Cuando está cerca, rodea sus hombros con el brazo y lo atrae a él— ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás?
Adrián empieza a temblar, intercalando miradas entre Joel y Elena para ver la situación.
-Déjala ir —suplica—. Ella no tiene nada que ver ni sabe nada.
Joel posa en esos instantes la mirada en Elena, quien mira temerosa a su pareja en esos momentos y se espera lo peor. El hombre sonríe, acercándose hacia la isla de la mesa.
-¿Para qué? —ríe— Quiero que vea el espectáculo.
De golpe, Joel posiciona una pistola debajo del mentón de Adrián mientras con sus ojos lo fumiga. A todo esto, Elena chilla y empieza a llorar desconsoladamente bajo la atenta mirada de los dos acompañantes de Joel.
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El despertar de la noche
RomanceElena y Adrián eran la descripción de pareja perfecta: amor, comprensión y empatía. No obstante, los problemas y adicciones de él envuelven a Elena en un mundo donde todos sus principios son replanteados y la pasión se posiciona como la gran protago...