13. El encuentro

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Estaban todos acomodados en el cuarto, unos en la cama de Rhodey, otro par acomodadas entre unos almohadones y mantas en el suelo entre ambas camas y Tony estirado cuan largo era (que, siendo fieles a la verdad, muy largo no era) en su propia cama, aún envuelto en la manta azul que compartían con Rhodey y era usada cuando uno de los dos se sentía decaído.

—Todavía me siento ofendida por no haber sido invitada a tan esperado evento —murmuró Sharon, jugando con un mechón que le caía por la frente. Tony bufó y se ocultó dentro de la sábana mientras Pepper, única testigo del encontrón, reía divertida.

—No fue tan espectacular como para que te indignes —dijo, su voz sonando ahogada por la manta. Al sentirse acalorado, sacó la cabeza, bastante despeinado—. Solo dije-

—¡No! —interrumpió Pepper—. Yo lo voy a contar, pero necesitaré que todos volteen a ver al techo.

—¿Por qué? —preguntó confundido Bruce. Vio la hora en el reloj casero del cuarto y suspiró derrotado. Debería estar en química, no en chisme.

—Para efectos dramáticos —respondió. El resto, queriendo oír la historia de una vez, volteó sin rechistar.

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Llegó con todas las ganas de irse de regreso a su camita, porque es muy perezoso

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Llegó con todas las ganas de irse de regreso a su camita, porque es muy perezoso.

—¡Oye!

Veinte tweets de amor y un post desesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora