Parte 1

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–Hey Tomlinson… –Escucho un susurro, justo cuando estaba a punto de dormirse y luego como la misma voz en un tono más firme volvió a repetir su apellido, tras ver que el hombre lo ignoraba.  –Tomlins– El guardaespaldas decidido a terminar con el juego del día, lo miro finalmente –Me puedes traer dos almohadas, el asiento esta incómodo y me ha comenzado a doler la espalda por el vuelo…  – No parecía petición, sino más bien una orden de su parte.

Louis regreso su atención  hacia la ventana,   agradeciéndole a Dios por tener paciencia y a los arquitectos  del avión por hacer los asientos individuales.  El vehículo aéreo,  estaba dividido en diferentes secciones, en una de ellas exclusivamente viajaba Harry con su manager y guardaespaldas. Había tres lujosos asientos extremadamente cómodos, con espacio de sobra para acostarse, subir los pies y tomar vino caro, todo eso acompañado con una vista espectacular a más de ochenta mil pies de altura.  La luz del techo apenas era visible, únicamente la necesaria para el campo visual.

Una parte de él desearía haber viajado en alguna de las secciones de atrás, con los chicos de sonido ó con sus otros compañeros guardaespaldas, cualquier otra persona del equipo de trabajo, quién sea que fuera, para no estar ahí.  No podía creer que hubiese pasado tantos años de entrenamiento  y esfuerzo en su vida diaria, para terminar soportando esto, a una estrella presumida y egoísta, con el estilo de Johnny Depp pero que también podía ser un hijo perdido de Mick Jagger. 

Intento huir. Sí… esa era la palabra que buscaba. Regresar a Londres, volver a la agencia y conseguir un nuevo empleo. Uno donde no necesitara arriesgar su vida, aunque no precisamente la física: algo más personal… pensó en que para este trabajo necesitaba  fuerza de voluntad. Porque eso,  y más se necesitaba para detener  al chico que estaba cuidando.  El “¡Harry Detente!” había sido la frase más poderosa y también la más difícil en su vocabulario.   

Días atrás, un par de besos resbaladizos y caricias a media noche habían convencido a Louis para no volver a su casa en Manchester.  Sus labios eran muy suaves y su aliento sabía aún mejor. De sólo recordarlo se sentía incómodo con él mismo, él no iba a convertirse en un fan más.

Sí él quería comenzar a vivir con Erick, su novio desde hace un año,  tenía que tener un futuro financiero estable y en parte, también eso significaba quedarse y lidiar con esto. Nunca había engañado a Erick hasta esa noche y lo que paso no era para tanto, sí el chico  podía olvidarlo fácilmente entonces él también.

De cualquiera manera, la mañana siguiente fue como lo espero. Harry estaba tan ebrio que no recordó nada, puesto que no lo había vuelto a mencionar desde entonces. Y él había sido  lo suficientemente listo para recoger su saco y dignidad del piso antes de que se despertara.  

–¿Por qué no se lo pides a la azafata? Tienes el botón justo ahí  – preguntó Louis con atrevimiento.

–Porque va a tardarse en venir y lo necesito ahora –Le explico – Se lo pediría a Julian pero él está dormido –Louis miro al manager para comprobarlo. Era cierto. Una de las mentes creativas del equipo, estaba desparramado en el asiento con su laptop entre las piernas y su teléfono celular en el piso a varios metros de distancia.

Dos  horas habían pasado desde que despegó el avión privado con destino a Montecarlo. Y aún faltaban otras tres para aterrizar. Era la segunda vez que viajaba con el cantante, y la primera que estaban solos desde lo ocurrido en  la habitación del hotel. Debía reconocer que al principio todo iba marchado muy bien. Harry no había exigido nada extravagante para almorzar, que pusiera a la azafata a sufrir de estrés y con la idea de conseguir otro empleo, no había hecho un escándalo cuando alguien había olvidado bajar sus maletas de la limosina,  y  ayer por la noche,  el chico acepto las reglas que su manager le pidió para el viaje.  

El Chico Equivocado (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora